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Después de disfrutar de un delicioso curry preparado por Aimi, Gojo la acompañó a la habitación que tiene en el complejo, perteneciente al patriarca quien es él.

Aimi no pudo evitar sentirse abrumada por la opulencia de su entorno.

—Esto no es una habitación —susurró Aimi, impresionada por la magnificencia del lugar. Parecía más una estancia digna de un emperador.

《Bueno, después de todo, Satoru es el patriarca del clan Gojo y también el hechicero más fuerte de esta era. Plata le sobra》, pensó Aimi para sí misma, tratando de comprender la riqueza de Gojo.

—¡Aimiii! —exclamó Gojo con alegría, apareciendo de la nada cargado con varias bolsas de compras.

—¿Por qué tantas bolsas? —preguntó Aimi mientras ayudaba a colocarlas en la gran cama que ocupaba una parte importante de la habitación.

—Son para ti —respondió Gojo con orgullo, su sonrisa radiante mientras observaba las expresiones de sorpresa y gratitud en el rostro de Aimi.

—Pero no hacía falta tanto —susurró Aimi, sintiéndose un poco abrumada por la generosidad de Gojo.

—Para mí, es poco —declaró Gojo con seriedad, sorprendiendo a Aimi con su determinación y afecto desbordante.

Entre las bolsas, Aimi encontró un vestido de color celeste, el mismo tono que los ojos de Gojo. Un gesto que no pasó desapercibido para ella, y su corazón dio un vuelco al ver el cuidado y la consideración que Gojo había puesto en elegirlo.

—¡Qué lindo! —exclamó Aimi, admirando el vestido con una sonrisa agradecida —¿Dónde está el baño? —Gojo señaló hacia una puerta bastante grande.

—Allí está el baño —indicó con un gesto—. Ve, yo te esperaré aquí.

Aimi asintió, agradecida por la privacidad que le ofrecía Gojo. Mientras se dirigía hacia el baño, no podía evitar sentirse emocionada por el gesto atento de Gojo y por la oportunidad de vestir el regalo que él le había dado.

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Decidí que Aimi necesitaba algunas cosas, especialmente considerando que estaba en un lugar desconocido para ella. Así que me fui de compras para comprarle lo que pudiera necesitar. Mientras recorría los pasillos, mi mente estaba llena de ideas sobre qué podría gustarle a Aimi.

Después de explorar varias tiendas, finalmente encontré algunas cosas que pensé que le gustarían. Cargué varias bolsas con ropa, artículos de tocador y otros accesorios, asegurándome de elegir cuidadosamente cada artículo.

Mientras caminaba de regreso a mi habitación, no pude evitar sonreír al pensar en la sorpresa que le esperaba a Aimi. Sabía que disfrutaría de cada uno de los regalos que había seleccionado para ella.

Al llegar a mi habitación, la sorprendí con las bolsas de compras, disfrutando de su expresión de sorpresa y gratitud. Verla tan feliz me llenó de alegría, y su agradecimiento hizo que todo valiera la pena.

—¿Por qué tantas bolsas? —preguntó, mientras me ayudaba a colocarlas en la cama.

—Son para ti —respondí con una sonrisa, sabiendo que había acertado en mis elecciones.

Aimi parecía un poco abrumada por mi generosidad, pero para mí, era poco. Quería asegurarme de que se sintiera cómoda y feliz durante su estadía aquí.

Entre las bolsas, Aimi encontró un vestido celeste que había elegido especialmente para ella. Ver su reacción y escuchar su exclamación de alegría hizo que mi corazón se hinchara de orgullo. Había acertado en mi elección, y verla tan feliz era la mejor recompensa que podía pedir.

Después de señalarle el baño, la dejé para que se refrescara mientras esperaba con impaciencia a que volviera. Estaba ansioso por verla lucir el vestido que había elegido para ella y disfrutar de más momentos juntos.

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Cuando Aimi salió del baño vistiendo el vestido celeste que le había regalado, quedé impresionado por su apariencia. Su cabello negro largo caía suavemente sobre sus hombros, enmarcando su rostro de manera encantadora. Sus hermosos ojos azules aguamarina brillaban con una intensidad cautivadora, y una sonrisa radiante iluminaba su rostro.

No pude evitar notar la forma en que el vestido resaltaba sus curvas. Aimi tenía una figura impresionante, con pechos generosos que realzaban su feminidad y una cintura de reloj de arena que realzaba su elegancia. Cuando giró para mostrarme el vestido por completo, mi mirada captó fugazmente la curva de sus nalgas, lo cual me hizo desviar la vista rápidamente.

—¡Aimi! —exclamé, tratando de mantener la compostura mientras la miraba—. Luces absolutamente deslumbrante.

Ella sonrió con gratitud, sus ojos brillando con emoción mientras recibía mi halago.

—Gracias, Satoru —dijo con suavidad, su voz llena de afecto—. Me encanta.

Sentí un nudo en la garganta al escuchar esas palabras, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Quería expresarle lo especial que era para mí, pero en ese momento me limité a admirarla en silencio, sintiéndome agradecido por tenerla a mi lado.

—Estoy feliz de que te guste —respondí, intentando encontrar las palabras adecuadas—. Realmente te queda increíble.

Una sensación cálida y reconfortante se apoderó de mí al verla así, y me sentí afortunado de poder compartir ese momento con ella. Era un recuerdo que atesoraría por siempre, la imagen de Aimi luciendo hermosa en su vestido celeste.

... Continuará.

"Aquel Día" - Gojo Satoru x Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora