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Después de aquel momento, lamentablemente Satoru tuvo que partir, recordándole a Aimi que podía moverse libremente por el complejo, pero con la advertencia de no salir de sus límites. Aimi era consciente de los peligros que acechaban más allá de las paredes del complejo, con maldiciones y amenazas potenciales que podrían ponerla en peligro.

Proveniente de un mundo donde las maldiciones y los hechiceros eran solo parte de los animes, Aimi se sentía vulnerable al no tener ningún tipo de ritual maldito o habilidad para defenderse de tales amenazas. Sin embargo, estaba decidida a hacer lo mejor posible dentro del complejo y seguir las instrucciones de Satoru.

—Le prepararé algo para la cena —murmuró Aimi para sí misma, decidida a ocupar su tiempo de manera productiva y agradable.

Durante toda la tarde, se dedicó a elaborar una variedad de dulces, recordando la pasión de Satoru por los postres y queriendo sorprenderlo con algo delicioso. Además, también se esforzó en preparar una cena especial, utilizando los ingredientes disponibles en la cocina del complejo para crear platos sabrosos y reconfortantes.

El aroma tentador de los dulces y la comida llenaba el aire mientras Aimi trabajaba con entusiasmo, sintiéndose motivada por el desafío de crear algo especial para Satoru. Aunque se sentía sola en aquel vasto complejo, el acto de cocinar y preparar la comida le brindaba una sensación de propósito y conexión con su nuevo entorno.

Mientras trabajaba, no podía evitar pensar en la próxima vez que vería a Satoru, esperando que sus esfuerzos culinarios fueran recibidos con alegría y aprecio por parte del hechicero más fuerte.

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Satoru Gojo estaba furioso. Los altos mandos de Jujutsu habían intentado matar a su alumno Yuji Itadori ese día, una traición que él había descubierto la noche anterior al haber revisado el celular de Aimi. La ira ardía dentro de él, una mezcla de indignación y desprecio hacia aquellos que se atrevían a desafiar su autoridad como el hechicero más fuerte.

Pero mientras caminaba por el complejo, un aroma tentador de postres y dulces flotaba en el aire, captando su atención y distrae un poco su enojo.

—Eso huele delicioso —murmuró Satoru con una leve sonrisa, siguiendo el aroma hasta la mesa donde Aimi había dispuesto una colorida variedad de postres, junto con algunas opciones saladas que hacían agua la boca.

Aimi, con una sonrisa tímida, le ofreció un elegante pastel de chocolate con fresas que había preparado con esmero.

—Aimi —susurró Gojo, admirando las delicias frente a él—. ¿Qué celebramos? —preguntó con una curiosidad genuina.

—Nada en particular —respondió Aimi, notando el ligero rubor en sus mejillas mientras mantenía "contacto visual" con Gojo —Solo quise hacerte algo que te gusta, después de todo, seguramente estás cansado por todo lo que haces.

—Soy el más fuerte —dijo Gojo, intentando aligerar el ambiente con su tono juguetón, aunque no pudo evitar sentir la tensión persistente en sus pensamientos.

—Ya te lo he dicho antes. Antes de ser el más fuerte, también eres humano —respondió Aimi con una firmeza que desafiaba la arrogancia de Gojo.

—Solo tú piensas así, Aimi —susurró Gojo, su voz resonando con una mezcla de aceptación y sorpresa por la perspectiva de Aimi.

—¿Qué dijiste? —preguntó Aimi, dando un paso más cerca, buscando la verdad detrás de las palabras de Gojo.

Debido a la diferencia de altura, Aimi tuvo que levantar la cabeza para poder mirar directamente a Gojo, quien, con su imponente estatura, parecía una figura formidable y distante.

—Que me muero por probar lo que preparaste solo para mí —dijo Gojo, casi en un tono posesivo, revelando un atisbo de vulnerabilidad tras su fachada imperturbable.

—Por supuesto, nunca cocinaría para nadie más que para ti, Satoru —respondió Aimi, sintiendo cómo sus propias emociones se entretejían con las de Gojo en ese momento.

El corazón de Gojo latía con fuerza al escuchar esas palabras. 《¿Qué me está pasando?》 se preguntó interiormente, consciente de que algo dentro de él estaba cambiando frente a la presencia sincera y afectuosa de Aimi.

—Di "ah" —dijo Aimi, sacando a Gojo de sus pensamientos.

Al ver que Aimi se paraba de puntillas para darle un trozo de pastel de chocolate con fresas en la boca, Gojo la agarró de su pequeña cintura y juntos se sentaron en una de las numerosas sillas de la inmensa cocina.

—¿Qué haces? —murmuró Aimi avergonzada por la repentina acción de Satoru.

—Nada, solo te ahorro el trabajo de pararte de puntitas —dijo Gojo burlonamente, lo que hizo que Aimi se sintiera ofendida y dejara la cuchara con el pastel en la mesa.

—Pues ya no te cocinaré nunca más —dijo Aimi con enojo fingido, algo que Gojo no notó mientras ella se levantaba de su regazo.

... Continuará.

"Aquel Día" - Gojo Satoru x Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora