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Gojo guió a Aimi hacia el dormitorio que tenía en la escuela de jujutsu, el mismo lugar donde se habían conocido por primera vez.

—Pasa —indicó Gojo al abrir la puerta y dejar que Aimi entrara.

—¿Dónde pusiste mi celular y mi mochila, Saturito? —preguntó Aimi con una sonrisa en el rostro.

—Mmm —Gojo se quedó pensando un momento, tocándose el mentón— Ah, ya lo recuerdo —caminó hasta la mesita de noche que estaba al lado de la cama, abrió un cajón y Aimi rápidamente reconoció su celular de color verde limón que Gojo sacó, junto con su mochila que se colgó Aimi en la espalda.

—Gracias —agradeció Aimi a Gojo.

—Ten cuidado con tus fondos de pantalla —sugirió Gojo con una sonrisa juguetona, haciendo que Aimi se sonrojara al recordar las diversas fotografías que tenía de él en su celular.

—Gojo —reprendió Aimi con un lindo puchero, haciendo reír a Gojo por su reacción, le encantaba verla así.

—Ya, ya no te enojes —dijo Gojo, abrazándola sin previo aviso.

—¿Qué haces? —preguntó Aimi nerviosa al sentir el repentino abrazo de Gojo.

—Nada, solo quería abrazarte —dijo Gojo con una sonrisa infantil.

Gojo soltó a Aimi al escuchar que golpeaban la puerta de su habitación, frustrado por la interrupción en su momento con Aimi.

—Deberías abrir —sugirió Aimi al ver que Gojo no tenía intenciones de hacerlo.

—Está bien —dijo Gojo como un niño derrotado.

—Jaja —Aimi simplemente rió por su actitud que tanto le encantaba.

—¿Quién es? —preguntó Gojo con un toque de enojo al abrir la puerta.

—G-Gojo-san —balbuceó Ijichi con miedo al ver el semblante enojado de Gojo—. El director Yaga dice que quiere hablar contigo antes del partido de béisbol —informó Ijichi a Gojo quien lo miraba atraves de sus oscuros lentes con bastante intensidad.

—Dile que ya voy —ordenó Gojo, cerrando la puerta en la cara del pobre Ijichi, quien se quedó con la palabra en la boca.

—No deberías haber sido tan duro con Ijichi-san —dijo Aimi al ver lo que Gojo había hecho.

—No importa —respondió Gojo con indiferencia— Me tengo que ir, si quieres puedes pasear por la escuela —sugirió, acariciando suavemente la mejilla de Aimi.

—Está bien, cuídate, Saturito —dijo Aimi, tomando la mano de Gojo y sintiendo su cálido contacto.

—No te preocupes, te encontraré —dijo Gojo antes de darle una última caricia en la mejilla a Aimi y desaparecer.

La despedida fue rápida y Aimi se quedó allí, sintiendo el eco del abrazo de Gojo y pensando en los momentos compartidos en ese lugar tan especial para ambos.

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Aimi contemplaba con entusiasmo la arquitectura que hasta ahora solo había visto en pantalla, ahora desplegada frente a sus ojos en la escuela de jujutsu. Quedó maravillada por la magnificencia y la amplitud del lugar. Mientras exploraba los alrededores, escuchó susurros cercanos y, movida por la curiosidad, se acercó sigilosamente.

A medida que se aproximaba, reconoció las voces sin dificultad. Eran Utahime Lori y Shoko, discutiendo un encuentro con Satoru Gojo que resonaba con una intensidad inusual.

—... Ese día me llevó a cenar a un restaurante, y te digo, Shoko, Gojo estaba más intenso de lo habitual —comentó Utahime a su compañera.

Aimi comprendió de inmediato de qué hablaban, aunque a menudo la tachaban de inocente, no era tan ingenua como para no percibir la implicación de las palabras de Utahime.

—¿Satoru no se molestaría si supiera que estás compartiendo esto? Además, pensé que se odiaban —preguntó Shoko, visiblemente confundida, igual que Aimi, considerando la animosidad evidente de Utahime hacia Gojo en el anime.

La reflexión de Aimi fue rápida y aguda: 《Dicen que las apariencias a veces engañan》, pensó, sintiendo cómo las lágrimas pugnaban por brotar ante el impacto emocional repentino.

Sin mediar palabra, Aimi salió corriendo de allí, con el corazón hecho pedazos. Corrió sin rumbo fijo hasta encontrarse, sin saber cómo, en una solitaria playa.

Sentada en la arena, abrazó sus rodillas y las lágrimas empezaron a fluir sin control.

—Sabía que alguien como Satoru nunca se fijaría en una chica tan ordinaria como yo —susurró Aimi al aire, su voz entrecortada por el dolor de una realidad dolorosa que había preferido ignorar.

Aimi había amado a Gojo mucho antes de su llegada al mundo de Jujutsu Kaisen. Verlo ahora en persona, frente a ella, era como la culminación de un sueño que, de repente, se desvanecía en el amargo despertar de la realidad.

El tiempo pasó inadvertido para ella, y al alzar la mirada se percató de que la noche había caído por completo. Se encontraba sola en una playa, en un mundo que conocía solo por el anime y donde, al parecer, su familia no existía.

Con el corazón hecho añicos y la mente llena de desesperanza, Aimi se quedó mirando fijamente el oscuro cielo nocturno, sintiéndose más perdida y sola que nunca antes.

... Continuará.

"Aquel Día" - Gojo Satoru x Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora