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La mujer se estiró en su cama como solía hacer todas las mañanas. Pero esta vez golpeó sin querer algo o más bien a alguien...

—Eso dolió—oyó que se quejaba una voz masculina a su lado.

La cortesana abrió los ojos de golpe.

—¡Cambridge!—gritó.

—¡Margareth!—la imitó él haciendo gala de un gran descaro.

Sus miradas se encontraron.

—¿Qué haces todavía aquí?—preguntó la mujer frunciendo el ceño.

—¿Esperabas que me fuera?—arqueó una ceja divertido.

La noche anterior habían dormido juntos. Pero no se suponía que fuera algo importante. Ella solo le agradeció con sus atenciones, sus generosas ayudas a la remodelación del burdel.

—Debes irte.—le dijo.—Tengo cosas que hacer y clientes que...

La mirada del duque cambió.

—Margareth lo que pasó anoche, no fue solo sexo y lo sabes.

—Realmente no lo sé, hace mucho tiempo que deje de hacer distinciones entre mis...

—No vuelvas a mencionar esa horrible palabra, por favor. Yo no soy tu cliente, ni quiero serlo.

—¿Entonces qué es lo que quieres?

—Quiero...—tomó su rostro con ambas manos—Quiero ser tu hombre, tu amigo, tu compañero, tu amante, tu todo.

—Una cortesana no puede permitirse esos lujos. Soñar duele, pero que te arranquen el corazón, duele más.—se soltó de su agarre y se puso de pie—Más tarde puedes unirte a nosotras en la gran reapertura del burdel. Cocinaré tartas para todos.

—Allí estaré—aseguró mientras tomaba su pantalón del suelo.—Desde ahora en adelante este lugar será mi sitio preferido.

La mujer se echó a reír mientras veía como se cambiaba.

—Este lugar es el preferido de muchos.

—Pero yo tengo mis propias razones—la tomó del brazo y la hizo girar hacia él—Tal vez aún no soy tu todo, pero tú sí eres el mío.—Besó su frente y añadió.—Siempre haz sido mi todo, mi luna...mis estrellas...mi sol. Deseo despertarme a tu lado todos los días de mi vida.

La mujer tragó con fuerza.

—Yo...

—He esperado 25 años, puedo esperar un poco más.

Unos golpes en la puerta interrumpieron su charla.

—¿Madame?—Tafari la llamó desde el exterior—¿Puedo entrar?

—Un momento...—la mujer se apresuró a colocarse una bata. Había estado tan ensimismada en sus pensamientos que olvidó que estaba desnuda.—Debes irte—señaló la puerta que conectaba con la habitación de a lado. El lugar por el que desfilaban todos sus clientes.

—Prefiero ir por delante—aseguró. A diferencia de ella, el duque ya estaba vestido.

—Espera...—Margarteh lo sujetó del brazo antes de que pudiera abrir la puerta—¿Qué necesitas Tafari?

—Alguien ha venido a verla, mi señora.

Al oír eso, el caballero decidió redoblar su apuesta y ver con sus propios ojos al intruso.

—Entra Tafari—pidió Cambridge y el sirviente acató la orden sin dudarlo. No quería estar en malos términos con el duque—¿Quién la busca?

—Pues...

Prohibido AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora