Elise veía cómo sus doncellas pululaban a su alrededor y le hablaban, pero ella no podía oírlas. Era como si estuviese en una habitación diferente o por lo menos así se sentía mientras la enfundaban en ese vestido negro, uno de los muchos que descansaban abarrotados en su armario.
—Está lista, mi señora—masculló Bonnie una vez que terminó de peinarla.
—Gracias—alcanzó a susurrar mientras se ponía de pie.
La celebración en honor a Raphael y el resto de fallecidos la oficiaría el padre Marcus y luego todos partirían al cementerio con los ataúdes a cuestas. Los invitados eran de todos los estratos sociales y clases, incluso las Murgot estarían allí. No entendía porque Nastasia decidió invitarlas, pero no iba reprochárselo.
—Mi señora...—todos sus sirvientes la recibieron al llegar al descansillo de las escaleras, iban elegantemente vestidos con sus trajes negros y el pañuelo a juego de la organización. El rojo sangre abrazaba sus cuellos como fuego, un recordatorio de su mortalidad, pero también una advertencia para sus enemigos.
—Caballeros, damas...—los saludó con una pequeña sonrisa mientras descendía los escalones—Hoy será un día largo...¿están listos?
Todos asintieron y empezaron a enfilarse a la salida, ella esperó que abandonaran el lugar para tomar la mano de Portia y caminar juntas al carruaje.
—¿Leíste la carta de Raphael?—le preguntó en confidencia.
—Pienso hacerlo en el camino—masculló mostrándole la misiva.
—Es una buena idea—sostuvo algo nerviosa.
Ambas se subieron y el carruaje empezó su curso hacia la iglesia.
—Aquí voy...—Portia abrió el sobre con cuidado. Sus manos temblaban mientras lo sostenía, pero aún así se las arregló para regalarle una sonrisa antes de empezar a leer. Primero lo hizo en silencio, pero luego por alguna razón que Elise jamás llegaría a entender lo hizo en voz alta.
Querida mía
La sombra del duelo pesa sobre tus hombros una vez más y esta vez es por mi culpa. No te imaginas lo mucho que lo siento, siento no haber cumplido la promesa que te hice hace ya tantos años, lamento no haber caminado contigo al altar, pero debes saber que cada día que viví, viví amándote.
Ame cada parte de ti, cada gesto, mirada y sonrisa. Eres y siempre serás mi todo, mi complemento, es solo que...No podíamos dejarlos. Ellos nos necesitaban y por eso nos quedamos. Ahora que ya no estoy seguramente te necesitaran aún más, pero está en ti quedarte o no.
Si decides irte te dejo a tu disposición todo mi patrimonio, mi dinero, mis pertenencias, la casa de mis padres. Todo lo que algún día fuí ahora es tuyo mi amor. Siempre fue tuyo.
Con amor
Raphael—Portia yo...—No sabía qué decir, pero necesitaba decir algo—...yo no te retendre si tu deseo es marcharte, lo único que deseo es que seas feliz.
—¿Marcharme, mi señora? Todo lo que tengo está aquí—miró a su alrededor con los ojos escarchados—David fue como un hijo para mí, yo lo crié cuando la duquesa murió y luego lo perdí. Lo perdí en ese maldito incendio, pero gracias a él los conocí a ustedes. Los ví crecer, hacerse fuertes y reclamar sus derechos frente a esos buitres. Y por eso me quedé, me quedé porque ustedes fueron los hijos que nunca tuve, los hijos que no pude tener.
—Portia...—ahora ambas lloraban.
Elise nunca olvidaría cómo la señora Archer la abrazó cuando perdió a su bebé. Ambas se distanciaron un poco luego de eso, pero en el fondo siempre supo que en el instante en el que la necesitará Portia estaría allí, para ella y por eso apenas recuperaron la organización fue a la primera a quien contactó para nombrarla su mano derecha, su consejera. Ninguna mujer, ni siquiera noble, tenía el poder para ir por encima de ella.
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Prohibido Amarte
Historical FictionSexto libro de la Saga Londres de Cabeza. ¿Podrán dos personas enseñadas a controlarlo todo dejar de lado sus propias reglas para luchar por amor? Elise Volsano y Damien Bleiston han trabajado más de una década desde 1826 ideando un plan para vengar...