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Entre sollozos, órdenes vociferadas por doquier y silencios asfixiantes el día daba paso a la noche. La mujer suturaba una pequeña herida en el brazo de uno de sus hombres cuando una mano se posó sobre su hombro.

—Elise...

—¿Bastian?—lo miró girándose en su silla.

—Parece que tienes todo bajo control por aquí...

—En lo que cabe...—le dijo mientras se ponía de pie. Hace unos segundos que había acabado. Miró a su sirviente—El doctor Graham vendrá a verte en unos minutos, Aarón.

—Gracias, mi señora—masculló el hombre algo obnubilado por el laudano que había ingerido.

Se alejó de él despacio para poder tener un poco más de privacidad con el vizconde.

—¿Qué deseas, Bastián?

—Solo vine a ver cómo estaba todo y luego llevarte a casa.

—No creo que vuelva hoy—le dijo—Hay muchos heridos que aún me necesitan.

—Tienes que descansar, Elise. Además hay una persona que te necesita más que cualquier otra...

—¿Ah sí? ¿Quién?—la voz de la mujer murió en cuanto pronunció la última palabra ¿Cómo pudo ser tan tonta?—Portia...¿No ha venido?—la buscó con la mirada, pero no pudo hallarla por ningún lado.

—La conoces, sabes que en casos así es del tipo que prefiere aislarse.

—Lo sé...

Y eso le dolía porque en el fondo la entendía demasiado bien. Ella también hubiese preferido aislarse si tuviese la opción de hacerlo, pero sus hombres y mujeres la necesitaban allí, con ellos.

—Ve a casa, yo me encargo de todo—insistió el caballero como si pudiera leerle la mente.

—Pero...

Él detuvo su réplica con un gesto de su mano.

—Tal vez nunca me recibí como médico, pero sigo teniendo los conocimientos de uno.

—¿En serio harías esto por mí?

Elise sabía mejor que nadie que a Bastian, nunca le gustó la medicina. Su vocación siempre estuvo en la protección, no en el cuidado, y por eso eligió el camino de un soldado.

—Es lo mínimo que puedo hacer, ya que no pude estar allí.

Sus miradas se encontraron y ella le dirigió una sonrisa a cambio.

—Está bien—aceptó—Iré a Bleiston House a preparar todo para la ceremonia.

—No te preocupes por eso, Nastasia y las demás se encargarán.

—¿Hablaste con ella?

Asintió.

—Fuí a verla hace unas horas junto con Benjamín.

—Gracias por informarle.

La verdad no tenía la energía para hacerlo por sí misma. En momentos así prefería estar sola.

—Todo estará mejor mañana, te lo prometo.

Rosemont se acercó a ella y la rodeó con sus brazos. Fue extraño, pero por alguna razón prefirió dejarse hacer. No sé apartó.

—¿Lo prometes?—susurró casi de forma inaludible.

—Lo prometo—El vizconde la tomó de las mejillas y le plantó un beso en la frente.

Ese simple gesto la desconcertó por unos segundos. Bastian se estaba comportando como su compañero lo haría y eso le gustaba, pero le dolía al mismo tiempo.

Prohibido AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora