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Luego de media hora, Bleiston abrió los ojos frente a la expectante mirada de sus subordinados.

—¡General!—Jean Pierre fue el primero en saludarlo.—¿Se encuentra bien?

—Estoy bien—afirmó incorporándose despacio. Su cuerpo aún se sentía algo pesado.

—Mi señor...—su subordinado le contó todo lo que había sucedido en su “auscencia”. No escatimó en detalles.

—¿Dónde está ella?—exigió saber apenas termina su relato—¿Dónde está Leonor?

Sus hombres lo llevaron a una tienda cercana. Se habían tomado la molestia de limpiar el rastro de sangre de su tienda y trasladar el cadáver a otro sitio.

—Aquí general.—señaló el cuerpo sin vida sobre una sabana blanca. Damien la observó por varios segundos, pero no dijo nada. Su rabia le impedía hablar. Estaba furioso.

Lo lamento, pensó mientras caminaba hacia la tienda donde tenían al soldado que había disparado.

Entró y todos sus subordinados se pusieron de pie para recibirlo. Tres de sus tenientes habían acudido al lugar para felicitar al soldado por su valiente hazaña.

—General nos alegra saber que está bien.

—Estábamos preocupados por usted—siguió otro.

—El soldado Turner hizo un buen trabajo.—apuntó el tercero con orgullo. Esperaba que su unidad recibiera algún tipo de reconocimiento por la hazaña de uno de sus miembros.

—Turner—Bleiston repitió su nombre mientras avanzaba hacia él—Con que fuiste tú quien la mató...

—Sí señor, lo hice para salvarlo.

—¿Salvarme?—Damien soltó una risa seca antes de estampar su puño contra su cara. El hombre cayó de bruces al suelo dejando a todos en shock. Nadie esperaba que el general abrazara a su salvador o que le propinara algún tipo de agradecimiento, pero un golpe...

¿Qué demonios estaba pasando?

—¡Aldini!—Bleiston llamó entonces a su consejero—Lleva a este hombre a mi tienda y prepárate para iniciar el interrogatorio.

—Pero general...—Turner se mostró sorprendido.

Nadie entendía qué estaba pasando, ni siquiera Jean Pierre. Aún así junto al teniente Walker se apresuraron a levantar al soldado y llevarlo a su tienda.

—¿General? ¿Qué sucede?—sus subordinados lo miraban de hito en hito.

—Tendrán noticias en cuanto termine el interrogatorio.

—¿Y qué pasará con la señorita Helen?—fue su siguiente pregunta. La mujer seguía retenida a la espera de un veredicto.

—Tráiganla a mi tienda en media hora.—dicho esto abandonó el lugar a paso firme.

***
Minutos antes

Damien miraba su mapa con detenimiento cuando escuchó unos pasos acercarse.

Es ella, pensó.

General—la voz de la mujer resonó por toda la tienda. Era dulce y suave como la de una niña.

—¿Qué necesitas Leonor?—guardó el mapa en uno de los cajones de su escritorio y se cruzó de brazos con aire despreocupado.

—Le traje un poco de té y pan—colocó la bandeja frente a él—Pense que podría tener hambre.

—Acertaste—el hombre tomó la taza de té con una sonrisa y se la llevó a los labios. Sorbió de forma escandalosa para aparentar su deleite y luego la regresó a su sitio—Está algo caliente.

Prohibido AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora