Al regresar a Bleiston House las cosas se sentían fuera de lugar como si por arte de magia todo lo que conocía se hubiese desvanecido y solo quedó un vacío. Un vacío asfixiante.
Sus sirvientes se aglutinaban en círculos alrededor del vestíbulo y hablaban en susurros o se dirigían miradas discretas entre ellos. Había mucho miedo y confusión en sus ojos. Podía verlo y también sentirlo.
—Mi señora...—la llamó James alertando al resto. Sus subordinados al verla guardaron silencio y se inclinaron ligeramente para saludarla.
—Fue un largo día...caballeros, damas aprecio mucho su presencia este día, ahora pueden retirarse—consiguió articular al cabo de un rato.
—Con su permiso, mi señora—sus sirvientes.empezaron a dispersarse por la residencia. Algunos se dirigieron a la cocina, otros subieron a sus habitaciones o se refugiaron en los jardines.
Todo el mundo parecía querer huir. Todos, excepto el pequeño que la miraba atento desde una esquina de la habitación.
—Señorita Elise...—la llamó Rowan.
El jovencito que había rescatado de East End hace unos meses se acercó a abrazarla apenas la vió. Al parecer él había insistido en venir a verla al enterarse de lo que pasó.
—Lo siento mucho señorita Elise—le dijo con sus pequeñas manitos rodeando su cintura—Mi hermana también lo siente...
—Gracias Rowan—se agachó para verlo mejor—Gracias por estar aquí.
—Todos los niños de Rose House hicimos esto para usted—le entregó una hoja doblada.
—¿Qué es?—la abrió con cuidado y descubrió un dibujo sencillo de un hombre y una mujer en un parque rodeados de naturaleza.
—Esta es usted...—señaló a la dama parada bajo un árbol—...y este es el señor Raphael—su sirviente sonreía con una sombrilla en su mano—Y él siempre estará a su lado.
—Siempre—repitió ella arrancándole una sonrisa.
—Mi señora la comida está lista—anunció Portia al ver que su jefa guardaba el dibujo en su bolsillo y se enderezaba. No había querido interrumpir.
—Gracias...—rodeó la mano del pequeño con la suya—...vamos.
Ambos se dirigieron al comedor de sus sirvientes.
—Pero mi señora...
—Esta noche quiero comer aquí junto a ustedes.
—Está bien—Portia asintió dubitativa. No había mucho que pudiera hacer para detenerla esa noche.
Al llegar todos tomaron asiento en sus respectivos lugares y la comida fue servida en generosas porciones. Necesitaban recuperar sus fuerzas para volver al trabajo al siguiente día.
—Buen provecho—David se les unió minutos después. Al igual que ella, él había insistido en comer con todos en el comedor del servicio y nadie pudo oponerse.
La cena fue tranquila y silenciosa, apenas hubo comentarios. Todo transcurrió en relativa “normalidad”, aunque la ausencia de Raphael fue notoria. Su puesto en la cabecera de la mesa permaneció vacío durante toda la cena. Nadie se atrevió a ocupar ese lugar, ni siquiera Elise o Portia.
—Espero que haya disfrutado de la comida, mi señora—le dijo la cocinera en cuanto vió que se ponía de pie. Todos habían acabado de comer y era hora de dormir.
—Así fue, muchas gracias.
Elise se encaminó hacia su habitación con David pisándole los talones. Nadie pareció notar qué él la seguía. Nadie, excepto Connor, quién prefirió guardar silencio.
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Prohibido Amarte
Historical FictionSexto libro de la Saga Londres de Cabeza. ¿Podrán dos personas enseñadas a controlarlo todo dejar de lado sus propias reglas para luchar por amor? Elise Volsano y Damien Bleiston han trabajado más de una década desde 1826 ideando un plan para vengar...