Nefasto, sarcástico, con poca empatia y tacto, eran algunas de las cosas que podrían describir a Kim Taehyung. Una actitud fuera de lo común para una persona de su edad quien ya iba a la universidad.
Incluso en su reducido grupo de amigos parecía se...
—¿Y bien?— alzó una ceja, esperando una buena respuesta.
—No sabemos quién es—
Jungkook suspiro, llevando su vista por un momento al techo.
—¿Cómo es posible que no sepan eso? Entraron a las grabaciones de las cámaras de seguridad—
Somi apenas movió los labios, queriendo quejarse por el tono en el que Jungkook le hablaba.
Sin embargo, su reputación estaba en manos de Jungkook.
—Pero no logramos distinguir quién era— miró a la chica a su lado, era quien había distraído al encargado de las cámaras mientras Somi entraba a revisarlas. —Creemos que es un chico que deja las cartas en tu casillero y... Mejor, mira el vídeo, pudo descargarlo en mi celular—
Jungkook espero a que Somi sacará el aparato, mostrándole un vídeo.
La grava marcaba las once de la noche, y como había dicho ella, solo se podía distinguir a una persona vestida con prendas negras, llevaba puesta una capucha y un cubrebocas.
Pudo observar cómo esa persona sacaba una carta de su bolsillo para meterla en el casillero de Jungkook, para después marcharse.
—Bien, gracias por eso...— entrego el celular sintiéndose ligeramente desganado, miró por un momento a Somi, decidiendo que era momento de terminar con esa situación. —Te debo una, así que borraré esa foto tuya— sacó su propio celular, entrando a la galería.
—¿Hablas enserio?—
Asintió apenas, borrando la foto, incluyendo la papelera y la copia de seguridad en la nube. Mostrándole a Somi todo eso.
—Solo para asegurarme... Puedes hacer lo que quieras, pero no metas a Taehyung, si haces algo no dudaré en defenderlo—
Ella le miró por un momento sin decir nada.
No podía descifrar el por qué de aquella mirada, y no le dió mucho tiempo a pensar.
—Está bien, nunca más les molestaré Jeon— eso fue lo único que dijo, comenzando a alejarse de él.
Jungkook la vio caminar para reunirse con sus amigas.
Y de cierto modo, sintió que un peso se levantaba de sus hombros.
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—Entonces... ¿Que vas hacer?—
Escuchó a Hanna a su lado mientras abría su propio casillero.
Viendo una carta caer a sus pies.
—No tengo ni puta idea— ni siquiera hizo el esfuerzo por levantar aquella carta, decidiendo ignorar eso, guardando algunas cosas en su mochila. —Podría seguirle el juego a esta persona y ver qué pasa después, pero tengo varias cosas encima para prestarle atención a esto— cerró con un poco de fuerza la puerta de su casillero.
