Jessica Stark.Me encontraba haciendo los deberes de la Universidad en mi habitación, o eso intentaba, ya que no podía concentrarme en ello a causa del nombre de un intruso que no dejaba de repetirse una y otra vez en mi mente hasta el cansancio. Desde aquel día no he parado ni un momento de pensar en él y sus ojos azules que parecen perseguirme hasta en mis pensamientos. No puedo dejar de pensar en el sabor de sus labios, en lo bien que se sienten sus caricias, en lo correcto que se sienten sus brazos a mi alrededor.
Pero también pienso en que no lo conozco lo suficiente, en que desde el primer momento se comportó como un imbécil, en que Milenna tiene razón al decirme que no confíe demasiado en él... Pienso en lo extraño de su relación con Maureen, y pienso en el vacío en el cual voy cayendo lentamente a causa suya, recuerdo ese momento en la playa... Nuestra nueva apuesta, y reconozco que me estoy inmiscuyendo en terreno peligroso.
¿Cómo se supone que comprenda a alguien tan misterioso y cerrado como él?
Dejo el lápiz sobre mi cuaderno siendo incapaz de seguir tomando apuntes para los exámenes. Había logrado finalizar con mis deberes, pero aún debía apartar los apuntes que me ayudarían a estudiar para mis exámenes.
Apago mi laptop y verifico que todo esté en orden antes de guardar mis cosas. Mi mirada fue atraída por mi celular, y junto a ella las ganas de escribirle a cierta persona de la cual debería alejarme por mi propia salud mental. Negué con la cabeza ante mi pensamiento absurdo, y continúe organizando mi escritorio, hasta que mi vista cayó—esta vez— sobre las rosas que me ha regalado desde entonces y el mini peluche de angelito que ubiqué a los pies del florero. Maldigo entre dientes cuando vuelvo a echarle un vistazo a mi celular, y las manos me comienzan a hormiguear ante el pensamiento de enviarle un mensaje.
«No lo hagas Jessica, no seas tonta... No caigas en los besos robados y palabras lindas que él siempre te dice para salirse con la suya.»
Paso las manos por mis piernas con absoluta frustración. No puedo caer de esta manera por alguien que ni siquiera conozco del todo y lo único que hace es volverme loca con su misterio y sus palabras.
Sin poder soportarlo, tomo el celular entre mis manos y lo enciendo, abro el chat con Jake y me detengo antes de presionar las teclas flotantes en la pantalla y comenzar a escribir. Muerdo mi dedo pulgar diciéndome a mi misma que caer en este tipo de impulsos no es digno de mi personalidad, pero solo son viles palabras que actúan como un intento de hacerme entrar en razón para que no cometa una idiotez de la que tal vez me arrepienta.
Desde que Jake y yo cerramos el trato e intercambiamos números no he mostrado la más mínima intención de tomar la iniciativa con respecto a nuestra extraña relación—si es que puede llamarse de esa manera lo que sea que tenemos ahora mismo—, Jake es quien siempre me ha escrito, me ha hablado y ha tomado la iniciativa entre ambos... Pero ahora soy yo quien quiere dar ese paso, solo que no tengo la seguridad suficiente como para llevar ese tipo de acciones a cabo.
¿Por qué demonios lo pienso tanto?, solo es un jodido mensaje... Eso no significa nada, ¿Cierto?
Las dudas estaban haciendo de mis pensamientos una completa locura mientras mi celular se mantenía encendido entre mis manos y con su chat abierto mostrando nuestras últimas conversaciones. Mis manos sudaban y lo único que podía hacer en estos momentos era morder mi labio con duda mientras ideas y argumentos se formaban en mi mente de manera descontrolada.
«Dios... He de lucir patética actuando así... Haciendo tal drama por si debería o no enviarle un mensaje.»
Sin poder evitar la comezón y el sudor en las palmas de mis manos, mis dedos toman vida propia y empiezo a teclear rápidamente sobre el teclado digital del celular, dando click en las letras correctas que me ayudarán a formar las palabras que necesito.
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Los besos robados de Jake ©
RomanceLa intensidad del momento era demasiada para lo que mi pobre corazón podía soportar. Él era confuso, misterioso y difícil de descifrar, lo que yo sentía por él era tan profundo, tan demandante, tan puro... Que cuando supe toda la verdad mi mundo se...