La intensidad del momento era demasiada para lo que mi pobre corazón podía soportar. Él era confuso, misterioso y difícil de descifrar, lo que yo sentía por él era tan profundo, tan demandante, tan puro... Que cuando supe toda la verdad mi mundo se...
Estaba sentada en una de las bancas que se encontraban a las afueras de la facultad, tomando un café bien cargado que compré hace unos minutos. La tensión y el cansancio mental hacían estragos con mi cuerpo, cosa que noté hoy al haber llegado tarde cuando justo tenía una clase importante. Gracias a Jake pasé la noche en vela, recordando sus palabras y sus besos robados cortando de cuajo toda posibilidad de descanso. Lo que pasó la noche anterior entre nosotros no debe volver a pasar bajo ninguna circunstancia, pero no sirve de nada que me diga lo mismo siempre si no tengo la suficiente voluntad como para darle un alto a ese atrevido chico de ojos azules que empieza a meterse bajo mi piel sin pedir permiso ni dar un aviso.
Con esos misteriosos ojos azules como gemas que parecen ver a través de mi alma cada vez que me mira.
Todo esto estaba tomando un camino peligroso. Jake le había dejado tan claro como el agua que no la estaba tomando enserio desde un principio, y eso me enoja, pero también me entristece, porque él me gusta, aunque es un error sentir esto por la persona equivocada, luego de lo de anoche no puedo seguir en estado de negación con respecto a mis emociones descontroladas.
—Te ves pensativa, ¿Todo bien? —Levanto la vista de mis pies viendo a Joshua sonriendo con dulzura mientras tenía un café en su mano y extendía en mi dirección una pequeña barra de chocolate.
Tomé la barra ofreciéndole una sonrisa de agradecimiento y le invité a tomar asiento junto a mi, cosa que hizo sin rechistar.
—He estado un poco distraída y cansada, pero estoy bien, ¿y tú?
—Igual, por el momento, nada de lo que deba preocuparme demasiado.
Le sonreí a modo de comprensión mientras me dedicaba a abrir la barrita de chocolate que me había obsequiado hace unos instantes. Joshua y yo nos hemos hecho buenos amigos desde esa primera vez en la que nos hablamos el primer día de clases y realmente puedo decir que el chico es una dulzura.
—Eso es increíble, ¿podrías regalarme un poco de esa calma?— Joshua me miró sonriendo, haciendo que uno de sus hoyuelos resalte, brindando un toque dulce e infantil a sus facciones.
Tierno.
—Tal vez algún día pueda enseñarte.
Sonreí y ambos continuamos con nuestra conversación trivial. Joshua era un chico que definitivamente irradiaba luz y sonrisas, desde el día que nos conocimos nos hemos llevado de maravilla, tanto así, que ahora puedo decir, hice un nuevo amigo.
—Jessica... ¿Estás libre después de clases?— pregunta aún manteniendo su tierna expresión.
—Sí, ¿Por qué la pregunta?
—Quería invitarte a tomar un helado luego, claro, solo si quieres.
—Me encantaría.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.