Jake Hill.Me sentía atrapado en una especie de encrucijada sin salida cada vez que sus enormes ojos almendrados me dedicaban esa mirada tan peculiar e inocente que solo ella tiene. Su cuerpo era menudo y era algo petisa comparada conmigo, pero de una forma u otra, ambos encajamos como piezas de rompecabezas, atrayendonos el uno al otro como imán a metal de una manera inexplicable; tan inexplicable, que tenerla cerca se está convirtiendo en una necesidad. Una necesidad que nunca debí haber sentido por ella y que es más que peligrosa para ambos.
Puritana.
La chica castaña que me resultaba insípida me está haciendo perder la cabeza como nunca me ha sucedido jamás, y el simple hecho de pensarlo me genera escalofríos, y está entendido que, al involucrar emociones en esta ecuación no obtendré el resultado que espero, aunque, probablemente pueda conseguir el resultado que deseo como un jodido desesperado que pierde el control sobre si mismo con el pasar de los días, porque su sonrisa empezaba a encantarme, hacerla enojar se había vuelto mi actividad favorita, y el sonido de su risa algo que quería escuchar a cada momento.
—De tantas cosas que puedes preguntar... ¿preguntarás algo que te he respondido en diversas ocasiones?— Dije mirándola como un imbécil, perdido en sus grandes ojos marrones.
Jodida Puritana.
—Nunca dices la verdad— Contraataca mirándome algo irritada queriendo lucir intimidante, aunque solo logra despertar en mi el impulso de devorar sus labios.
Si no estuviera tan tomada, seguramente la besaría como un poseso sediento de ella.
—No me conoces lo suficiente como para saber si miento, Jess.
—Pero quiero conocerte, Jake— Maldigo internamente ante su gran curiosidad, y la miro con profundidad, manteniendo su menudo cuerpo acorralado.
—Suerte con ello— Respondí riéndome de forma burlona pese a no querer hacerlo.
— ¿Por qué eres así?
—¿Así como?
—Tan imbécil—Sonreí ladino al escucharla.
—¿Te molesta?— Ella solo me miró enfurruñada de arriba abajo, y puedo jurar que por sus gestos era tan tierna como un gatito bebé.
—Mucho, pero si eso quieres— Se agarra de mis hombros, tomando impulso para sentarse frente a mi sobre la pequeña encimera del baño. Con su jodido rostro de ángel a centímetros del mío— Puedo pasar lo que nos queda de noche y mañana para escucharte.
Remojo mis labios con ayuda de mi lengua. Incapaz de controlarme, mis manos van a esa pequeña cintura que me ha estado jodiendo los pensamientos desde que se quitó el suéter mientras jugábamos beerpong, haciéndome tener pensamientos bastante problemáticos. Toda ella es una Jodida tentación que no puedo evitar, por más que quiera alejarme, siempre termino buscándola.
—¿Acaso tienes idea de lo que estás haciendo ahora mismo?
—¿Estoy esperando tu respuesta?
—Me estás provocando, puritana.
Ambos nos admiramos el uno al otro. En este preciso momento, todo pasaba a segundo plano, y lo único importante eran sus hermosos ojos sobre mi, queriendo averiguar hasta los secretos más oscuros de mi alma. Nuestra extraña “relación” era estúpida —a mi parecer— ya que, siempre tengo esa necesidad de querer escucharla hablar, de hacerla enojar para luego hacerla reír, de tenerla abrazada a mi espalda mientras manejo mi moto sin ningún rumbo.
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Los besos robados de Jake ©
RomanceLa intensidad del momento era demasiada para lo que mi pobre corazón podía soportar. Él era confuso, misterioso y difícil de descifrar, lo que yo sentía por él era tan profundo, tan demandante, tan puro... Que cuando supe toda la verdad mi mundo se...