- Que no, Ingrid. No te voy a pagar un psicólogo.
- Mamá, ¿no me entiendes? No puedo comer ni dormir como lo hacía antes. Las noches últimamente se han vuelto una completa pesadilla. Tampoco puedo comer algo más que no sea fruta. Te juro que no puedo. Y todos los días lo intento, pero no soy capaz. Me siento agotada de sentir un dolor en el pecho todos los días, y lloro y lloro, y por más que lo hable no se va, mamá-. Exclamé entre lágrimas. Me dolía mundos que mi madre no se pusiera en mis zapatos.
- Ésta no es la manera de llamar mi atención- mi corazón se terminó de romper-. Estás exagerando. Son cosas normales de la adolescencia. No es para tanto. Problemas tienen los refugiados y la gente que todos los días sobrevive. No como tú, que tienes de todo y no te falta nada-. Ella tenía un punto de razón. Habían muchos problemas mayores, pero eso no le quitaba importancia a mis sentimientos.
- No me puedo creer que te pongas a comparar mis sentimientos con problemas que no tienen nada que ver. De verdad que no. No entiendo cómo te pones a pensar en los refugiados, teniéndome aquí frente a ti. Prácticamente confesándote que no tengo ganas ya de nada. ¿De verdad tan igual te doy?-. Respondí con el corazón en la mano.
- Sí-. Contestó luego de unos minutos de silencio. Mi corazón se aceleró-. Ingrid, me dan igual tus emociones. Aprende a gestionarlas sola como lo hice yo y ya está. Si no tienes ganas de vivir, pues sácatelas de algún sitio. Aprende a estar sola y crece de una vez. 16 años tienes para andar formando estos teatritos para llamar la atención.
Me comenzó a doler la cabeza, cada respiración pesaba, los ojos me ardían y no paraba de temblar. Comencé a sobre pensar todo. ¿Qué había hecho yo en el pasado para merecer ese trato? ¿Por qué pensaba eso de mí?
Sentía dificultad para respirar y una opresión enorme en el pecho. Estaba entrando en un ataque de pánico. No quería que mi madre me viese así, así que me marché corriendo a la habitación. Al llegar a esta, tranqué la puerta y me senté en el suelo, con las espalda apoyada a la puerta.
No me podía sentir peor, más sola, más vulnerable. Más liviana que una pluma, y más agotada que una mula.
Rodé la vista por la habitación, para intentar calmarme un poco. Detestaba tener ataques de pánico. Son muy desagradables y desesperantes. Fijé la atención en la cama. Allí tenía mi móvil, y algo más. Algo el triple de importante. Un peluche que me había obsequiado mi padre el último día de quinto de primaria. Era un oso polar, sus favoritos.
Me levanté como pude y fui a por esas dos cosas. Tenía que distraerme como fuera. Volví a donde estaba antes, y con las manos temblando y el corazón a tope, llamé a Mapi, la única persona que estaba siempre dispuesta a atenderme las llamadas, sin importar lo ocupada que estuviese en ese momento. El móvil comenzó a timbrar, y me abracé al oso cada vez más mientras iban pasando los segundos. No respondió. Le volví a llamar, desesperada. No podía casi ni respirar.
Al no recibir respuesta alguna por su parte, dejé el móvil por el suelo. Lo tiré por ahí.Me comencé a desesperar más. Ahora, estaba sudando y no paraba de temblar. ¿Qué si no lograba calmarme? ¿Y si ese era el momento para terminar todo de una jodida vez?
Intenté convencer a mi cerebro de no hacerlo. No podía hacerle esto a papá, tenía que vivir por él. Se lo prometí una de las noches que le ingresaron de urgencia. No podía acabar así con sus enseñanzas sobre lo bonita que es la vida, y aunque ya no pudiese más, tenía que seguir. Al menos, hacerlo por él.
Me levanté rápidamente, y fui a la cama. Me acosté e intenté calmarme un poco. Comencé a pensar que esa no era la solución. Me obligué a relajarme y a pensar con la mente fría. Identifiqué qué sentía en ese momento, y logré tomar las riendas de la situación. "Ingrid, esa no es la solución. Tranquila, todo está bien. Sólo es un mal momento y ya está. La vida no se basa de esto". Me repetía en susurros mientras lloraba.
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Daylight - Ingrid Engen y Mapi León.
Romance𝗘𝗻 𝗱𝗼𝗻𝗱𝗲 𝗠𝗮𝗽𝗶 𝗰𝗼𝗻𝗼𝗰𝗲 𝗮 𝗹𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝗰𝗼𝗻𝘃𝗲𝗿𝘁𝗶𝗿𝗮́ 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗮𝗺𝗼𝗿 𝗱𝗲 𝘀𝘂 𝘃𝗶𝗱𝗮... (𝙀𝙨𝙘𝙚𝙣𝙞𝙛𝙞𝙘𝙖𝙙𝙖 𝙚𝙣 2014, 4° 𝙀𝙎𝙊, 16 𝙖𝙣̃𝙤𝙨)