Capítulo XI: Te debía una.

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Ingrid

Nuestros labios se unieron en un repentino beso. Fue en ese momento que con una mano me empujó, separándome de ella.

Me miró confusa y enfadada a la vez.

- Vete, Ingrid-. Pidió.

- La que se va soy yo. Me parece fatal que no me lo hayas dicho antes. Ya entiendo porqué no quieres volver conmigo y el verdadero motivo por el que me dejaste.

Me dedicó una mirada de desprecio y se desvaneció. No le quité el ojo de encima hasta que se alejó completamente de nosotras. Hasta que fue un punto.

- ¿Por qué lo has hecho? Y procura ser sincera, porque te estás jugando mi amistad-. Sus palabras me asustaron.

- Lo hice porque te debía una- usé como excusa-. También porque no quiero que vuelvas con ella. Mereces algo mejor.

- No tenías por qué hacerlo así. Ahora Noa pensará algo erróneo de mí.

- ¿De verdad te importa qué piense de ti?

- No me importa eso. Me importa que has desmentido de alguna manera el hecho de que le dejé por mi salud mental. Me importa porque ahora parezco una abeja, de flor en flor. Me importa porque se trata de mi integridad y seguridad. No sabemos qué consecuencia va a tener esto. ¿Has visto lo malita que está de la cabeza para enviarme una carta diciendo que tiene ojos en todos lados? En vez de ayudarme me has jodido más. Gracias.

Le miré a los ojos. Tenían un brillo cristalino que no usualmente veía. Esa mirada que tanto me gustaba estaba comenzando a llenarse de tristeza e impotencia. Y lo peor, por mi culpa.

Me sentí fatal. Lo había hecho por mí y por mis sentimientos. En ningún momento me interesó qué podría pasar después o qué daño le traería a ella.

- Lo siento, Mapi. Entiendo que estés cabreada.

- Ese término se queda corto a como me siento en este momento.

La agarré de un brazo cuando intentó volver al bar.

- ¿Puedo hacer algo para arreglar esto?

- Vete a casa. Vete a hacer maletas, o lo que te apetezca hacer. Pero déjame sola-. Dijo, clavándome una mirada que hizo que mi corazón doliese de un modo raro.

Se soltó y siguió caminando.

- María, porfavor-. Me ignoró completamente. Decidí no ir tras ella y darle espacio. Lo que acababa de pasar no tenía justificación clara. Sobre todo porque fue un acto sin consentimiento.

Tomé aire y tragué saliva. Sentía algo pesado en el pecho, que me empezaba a impedir respirar con normalidad. El revuelo que tenía en la cabeza tampoco ayudaba, y mucho menos el nudo en la garganta.

El sentimiento de cagarla y saber que no hay una vuelta atrás, que es un punto de inflexión, me empezó a perturbar la cabeza.

"Te estás jugando mi amistad"

Quería ir corriendo a ella y soltar por fin todo lo que llevaba meses ocultando. Quería decirle lo mucho que me gustaba. Quería confesarle que le besé para impedir que volviesen. Confesar que fui egoísta, pero sólo tenía miedo a ver la oportunidad de tener algo desvanecerse frente a mis ojos y quedarme de brazos cruzados.

Quería decirle que la idea de que volviese con una tipa que no le merece para nada me pone enferma. Decirle que es la mejor persona que he conocido y que el miedo a perderla me azota en las entrañas.

Pero no tenía el valor, y eso me frustraba mucho. Tampoco sabía cómo. Una cosa es querer decir algo y otra es saber cómo. Pues así estaba yo. No sabía como disculparme sin confesar lo que sentía y cargarme nuestra amistad, porque quizás ella no sentía nada por mí. Era cuestión de cagarla más o cagarla más.

Daylight - Ingrid Engen y Mapi León.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora