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Kim Taehyung llegó a "La fortaleza" con la anticipación y nerviosismo desbordandose. El imponente edificio, oculto en los márgenes de la ciudad, estaba fuertemente custodiado. Cuando Namjoon detuvo el BMW X5 en la entrada, un grupo de guardias se acercó y verificó su identidad antes de abrir las grandes puertas de acero.

Al descender del auto, Taehyung fue recibido por sus hombres más leales. Jimin, su secretario, estaba entre ellos, luciendo la misma expresión de profesionalismo inquebrantable de siempre.

—Señor Kim, Ae-Ji está en la sala de descanso del ala oeste —informó Jimin.

Taehyung asintió y caminó con paso firme hacia la sala indicada, flanqueado por sus guardaespaldas. El sonido de sus zapatos resonaba en los pasillos de mármol, amplificando la tensión en el aire. La fortaleza, con sus muros imponentes y su seguridad extrema, era un refugio y una prisión al mismo tiempo.

Al llegar a la puerta, Taehyung tomó una respiración profunda antes de empujarla y entrar.

La escena que encontró lo dejó momentáneamente sin palabras. Ae-Ji, una mujer con una mirada feroz y decidida, estaba abrazada a un niño de pelo lacio y largo que vestía ropa delicada, como si fuera un muñeco frágil. El contraste entre la dureza de Ae-Ji y la ternura del niño era impactante.

Ae-Ji alzó la vista al escuchar la puerta y, al ver a Taehyung, sus ojos se llenaron de furia. Se levantó bruscamente, empujando al niño detrás de ella en un gesto protector. Sin decir una palabra, cruzó la distancia entre ellos y le dio una bofetada tan fuerte que la habitación quedó en silencio sepulcral.

El eco del golpe resonó en las paredes, y en un instante, los guardias de Taehyung desenfundaron sus armas, apuntando a Ae-Ji. El niño, asustado, se aferró a las piernas de la mujer, escondiéndose detrás de su falda.

—¡Bajen las armas! —ordenó Taehyung con una voz que no admitía réplica.

Hubo un momento de duda, pero lentamente, a regañadientes, los hombres bajaron sus pistolas. La tensión en la sala era palpable, como un hilo a punto de romperse.

—¿Por qué me has traído aquí, Taehyung? —preguntó Ae-Ji con voz temblorosa pero desafiante.

Taehyung, aún sintiendo el ardor de la bofetada en su mejilla, la miró directamente a los ojos.

—Quiero protegerte —respondió—. Es lo mínimo que puedo hacer después de todo lo que hiciste por mí en nuestra infancia.

Ae-Ji lo miró con incredulidad. Durante unos segundos, sus miradas se encontraron en un duelo silencioso. Pero luego, incapaz de sostener su mirada, Ae-Ji desvió los ojos. Taehyung pudo ver la culpa reflejada en sus facciones.

—No necesitas hacer esto... —murmuró ella, la dureza en su voz acabó suavizándose ligeramente.

Taehyung dio un paso adelante y, con una ternura que parecía fuera de lugar en aquel entorno, la abrazó. Ae-Ji se quedó rígida por un momento, pero luego, poco a poco, se relajó en su abrazo. El niño, todavía aferrado a su falda, los observaba lleno de confusión.

—Eres la única familia que tengo —susurró Taehyung.

La habitación permaneció en silencio durante unos minutos, como si el mundo se hubiera detenido para ellos tres. Taehyung sentía el peso de los años y las experiencias compartidas con Ae-Ji. Habían pasado por tanto juntos, y ahora, finalmente, tenía la oportunidad de devolverle algo de lo que ella le había dado.

Finalmente, Ae-Ji se separó ligeramente, lo suficiente para mirarlo a los ojos.

—¿Qué planeas hacer ahora? —preguntó con un tono más suave, casi resignado.

—Primero, asegurarme de que estés a salvo. Luego, encontrar la manera de resolver el problema con Zhào Qiang y Park Jiyoung —respondió Taehyung con determinación—. Pero antes de nada, necesito que confíes en mí.

Ae-Ji asintió lentamente, aunque la duda aún era visible en su rostro. El niño, viendo que la tensión había disminuido, se atrevió a asomarse detrás de la falda de Ae-Ji.

Taehyung se agachó para estar a la altura del niño y le sonrió con suavidad.

—Hola, pequeño. ¿Cuál es tu nombre? —preguntó con una amabilidad inusual en su voz.

El niño dudó antes de responder con voz tímida.

—Soy Minho.

—Encantado de conocerte, Minho. —Taehyung extendió su mano, y tras un momento de vacilación, Minho la tomó—. Prometo que estarás a salvo aquí.

Minho asintió, todavía aferrado a la mano de Taehyung.

—Jimin —llamó Taehyung sin apartar la mirada del niño.

Jimin se acercó rápidamente.

—Sí, señor Kim.

—Asegúrate de que Ae-Ji y Minho tengan todo lo que necesiten. Quiero que estén cómodos y seguros.

—Entendido.

Taehyung se levantó y volvió a mirar a Ae-Ji.

—Hablaremos más tarde. Por ahora, descansa y cuida de Minho. Tengo asuntos que atender, pero volveré tan pronto como pueda.

Ae-Ji asintió en silencio, y Taehyung salió de la habitación, dejando a Jimin al cuidado de sus invitados.

Mientras caminaba por los pasillos de la fortaleza, Taehyung reflexionaba sobre los próximos pasos. Sabía que enfrentarse a Zhào Qiang y Park Jiyoung no sería fácil, pero estaba decidido a proteger a su familia, incluso si eso significaba arriesgarlo todo.

Llegó a su despacho y se sentó en su escritorio, repasando los informes y estrategias. La reunión con Zhào había sido tensa, y sabía que debía moverse con rapidez y precisión para asegurar la lealtad de sus aliados y la seguridad de los suyos.

Pasaron varias horas antes de que Taehyung se levantara de su silla y se dirigiera a la sala de descanso nuevamente. Quería asegurarse de que Ae-Ji y Minho estuvieran bien. Al abrir la puerta, los encontró acurrucados en un sofá, Minho dormido con la cabeza en el regazo de Ae-Ji, y ella, con una expresión más tranquila, acariciando suavemente su cabello.

Taehyung se acercó y se sentó frente a ellos, observando la escena con una mezcla de ternura y preocupación.

—¿Cómo estás? —preguntó en voz baja para no despertar al niño.

—Mejor —respondió Ae-Ji—. Minho es todo para mí.

—Lo sé. Y haré todo lo posible para protegerlos a ambos.

Ae-Ji lo miró con una gratitud que no necesitaba palabras. Por primera vez en mucho tiempo, Taehyung sintió que había encontrado un propósito más allá del poder y la venganza.

Taehyung pasó el resto de la tarde con Ae-Ji y Minho. Sabían que los días venideros no serían fáciles, pero por primera vez en mucho tiempo, sentían una chispa de esperanza.

Esa noche, mientras Taehyung se retiraba a su habitación, recibió una llamada de Namjoon.

—Kim, hemos recibido información de que Park Jiyoung está planeando un movimiento importante. Parece que ha decidido tomar la ofensiva.

—Entendido —respondió Taehyung—. Mantén a todos en alerta máxima. Nos preparamos para lo peor.

—Sí, señor.

Taehyung colgó y se quedó mirando por la ventana de su despacho, contemplando las luces de la ciudad en la distancia. Sabía que la batalla que se avecinaba sería dura, pero estaba listo. Iba a hacer lo que tuviera que hacer para ver a todos esos malditos alfas hundidos. 

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⏰ Última actualización: Jun 14 ⏰

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Bajo el manto de las flores • KookV | PUBLICÁNDOSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora