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— Jungkookie, Jungkookie, ¿Acaso me estás prestando atención? —Enunciaba el peli naranja ofendido porque habían pasado veinte minutos desde que dejó de notar la atención del otro— ¡Jungkook, carajo!

No transcurrieron varios segundos para que este le prestara atención un poco desconcertado sin dejar de ser él mismo agresivo.— Que mierda quieres Jimin, te estoy escuchando.

— No, no lo estás haciendo, ¿En que tanto piensas?, deja de engañarme que me estás prestando atención, maldición, sabe cuánto lo odio —El peli naranja estaba furioso, su ceño fruncido y su voz rasposa lo podía dar a notar.

— Yo... Estaba recordando algo, no te atrevas a preguntar el qué, solo déjame —Esquivando la mirada hacia la ventana del auto negro en el que se encontraban estacionados fuera del gran hotel de dichosa ubicación con el gran letrero que iluminaba de rojo esa noche estrellada diciendo "Impasse".

Era su hogar, lleno de cosas horripilantes que hacían, pero para ellos era cálido.

— ¿Estás arrepintiéndote de haber asesinado a la perra de ayer?, no me digas que te enamoraste después de las tantas folladas que le diste. Ella se lo merecía, ¿Acusarnos de ir con la policía después de haber visto el cómo mataba al perro de Jean? Estaba loca —Escupiendo con asco.

— Cierra el hocico Jimin, estoy tratando de pensar y me explota la cabeza. Y no, no me enamoré de esa perra, sabes que dejé de sentir esas mierdas desde que era un estúpido niño. —Rodeando los ojos con enfado y sin nada de interés.

— Entonces en qué? —Jimin sabía que si seguía preguntando podía recibir un gran regaño de Jungkook. Es por eso mismo, que insistió, sabía que él nunca se atrevería a ponerle una mano encima.

Jungkook era sádico, no tenía piedad a nadie, pero sabía que él era la excepción, habían crecido juntos abandono de sus padres, fueron el único apoyo del uno al otro tras recibir fuertes palizas parte de sus progenitores y ver cómo molían a palos a sus madres. 

Eran hermanos, les importaba una mierda si no tenían una unión sanguínea, eran felices juntos, si es que se le puede considerar "felicidad" vivir torturando, asesinando y comiendo gente humana. Jimin inhala profundamente e insiste— Jungkook, dime que carajos te pasa, te conozco y se que algo te perturba. Maldición, ¿Enserio no me lo contarás?.

Jungkook tragó saliva y sintió como su respiración se volvía pesada mientras su sangre hervía— Los imbéciles de Gon y Jaekhyun... Siguen vivos —Y fue en ese preciso momento en el que terminó de hablar y notó como el peli naranja se quedó estático durante unos segundos, para después el mismo presione sus puños con tanta fuerza que podía marcar sus dedos en la palma de sus manos. 

— Fui a la ciudad porque tenía curiosidad por comprar alguna herramientas, entré a una tienda que olía a la pura marihuana. Cuando salí pude ver a lo lejos de lo más normal a esos bastardos —Rabia, ira, asco, era lo que sentía Jungkook al recordar la asquerosa imagen de ver feliz y de lo más normal a su padre y al padre de Jimin.

Porque a pesar de quererse asegurar de la muerte de esos hombres por su propia mano en el desierto, no pudo y tuvo que dejarlos abandonados con ambas piernas abiertas desde sus femorales, con costillas rotas, rostro cortado que a simple vista podía verse parte del cráneo y piel arrancada en sus espaldas como hojas de papel. 

Por el otro lado, la respiración de Jimin se volvía cada vez más veloz y entonces empezó a golpear el timón del auto tan rápido como si volviera a recrear las puñaladas que le dio a su padre en la parte alta de su espalda. 

En su ocasión maldijo a Kim NamJoon por llamarlo justo en ese momento para avisarle que en el hotel habían llegado unos descarados oficiales de policía al parecerles un lugar "sospechoso" y fuera de ubicación. 

Impasse | kvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora