Impasse | kv

III

El sonido de los motores de los lujosos autos resonaban en la entrada de aquella feria con poca iluminación para solo poder darle la bienvenida a ellos durante la madrugada mientas que un emocionado Jimin estaba en la entrada a esperas de su hermano menor.

Este siguió a los autos hasta estacionarse quedando detrás de un Porsche Cayman 718, y viendo como Jungkook salía de este.

— Jimin, ¿Qué coño haces aquí? Deberías de estar durmiendo —se acercó hacia él dando a notar su altura quedado Jimin viéndolo desde más abajo con ceño fruncido.

— Quería esperarte, y contarte que estuve revisando las cartas que llegaron esta mañana y... Squirrel avisó que vendrá la próxima semana. —expresó con la sonrisa amigable que lo caracterizaba tener.

— ¿Squirrel? Maldición Jimin, debiste esperar a la mañana para contármelo y no estar esperándome despierto, pronto va a amanecer. Ve y duerme de una buena vez, me vale un carajo si te despiertas tarde. —pasando por su lado sin mucha importancia y poder llegar a la tienda en donde lo esperaban Mingyu y NamJoon.

— Carajo Jungkook, no me trates como un estúpido niño —siguiendo los pasos del mencionado —. Jungkook, ¿Te encargarás tu mismo de las personas de hoy?, ¿Quiénes son como para que sean gloriosos de tu maltrato?.

Jungkook se detuvo volteándose a verlo intentando calmarse, porque carajo, no era una persona paciente y Jimin siempre lo trataba de sacar de sus casillas a pesar de saber perfectamente que era lo que más le hacía falta.

— Jimin, solo déjame en paz, quiero encargarme de una persona y ya.

Jimin solo sonrió dejando a ver sus manos hacia al cielo de forma burlesca dándole a entender que lo dejaría en paz, tampoco quería armar un conflicto con su hermano, no gracias. Fue la señal que Jungkook anheló en ese momento para reanudar su paso.

Jungkook no solo era el jefe de ese lugar porque había tomado la decisión de serlo y ya, no, Jungkook era el jefe por la manera en que podía aniquilar a las personas y hacer que quienes querían ingresar a esa feria oculta entre los árboles plantados al fondo de la soledad de ese aparente desierto, sin importarle el precio que tenían que pagar, es más, muchos de ellos daban un monto irreal solo para no poder esperar tanto tiempo y poder ver en primera fila los espectáculos que caracterizaban la feria.

Sobre todo cuando Jungkook se le daba la gana de presentar un número, que dicho de paso ocurría muy pocas veces pero que saciaba la locura de cada una de esas personas y le ayudaba liberar su estrés acumulado. 

Él era sádico, más que aquellos que se encontraban en esa feria, era despiadado, cruel, brutal y todos los sinónimos que está palabra podría tener.

Sus pasos se detuvieron en aquella colosal tienda de madera que tenía número 24 estampado en la puerta, ingresó sin problema dejando a ver a qué por dentro parecía una casa normal de una sola plaza, al llegar al fondo de ésta, abrió lo que teóricamente sería una habitación.

Abrió paso encontrándose con NamJoon y Mingyu, aquel chico que habían sacado debajo de la cama se encontraba tirado en el suelo y con el cuello amarrado con cadena como si fuese un perro salvaje.

Solo bastó una mirada hacia los dos hombres para que tomaran los baldes de agua fría que tenían a su lado y se la lanzarán al chico sin piedad. Mientras que el azabache le plasmara sus cinco dedos en sus dos mejillas.

Taeyong sintió arder las dos partes de su cara, su cuerpo le dolía, y cayó en cuenta que estaba en una habitación que solo tenía un colchón tirado en la esquina y que carajo, estaba amarrado como un animal.

Su pecho empezó a moverse sin frenesí al ver al imponente hombre en frente de él.

— ¿Quién eres tú?, ¿Quiénes so-son ustedes?, mierda, ¡SUÉLTAME! —aquella paciencia empezando a perderse fue calmada por un puño en su nariz provocando el sangrado en esta, lágrimas rebotando de sus ojos y un quejido de dolor.