Las Sombras son Tristeza

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Siempre queda tristeza,
cuando cierro los ojos,
recordando la belleza,
y los ladrillos rojos
de ese pueblo dormido
en montañas sin abrojos,
de ese pueblo perdido,
entre el horizonte y el mar,
donde navega sumido
en su continuo faenar.

(Resuena en la sombra
la tristeza de un eco,
de una voz que te nombra.
Primavera incandescente,
transparencia de seda
esculpida en mi mente.
Retoño de primavera,
que ha llegado a brotar
como otro jamás creciera.)

La hierba se ha dormido,
su perfume llega del mar,
una estrella ha salido...
¿Quién pudiera alcanzar
las ventanas del cielo,
y ver la noche caminar;
hablar con el silencio
y que lo oyera contestar?
Si pudieras silencio,
por una vez dejarte hallar...

—Déjame oír silencio,
tu murmullo apagado.
Háblame de ti silencio,
de tu caminar callado.

—Si silencio es mi voz
y mi eco el viento,
nadie que escuche mi voz,
conoce mi pensamiento.

-¿Quién te ha hecho reservado,
que no quieres contestar?
¿Qué secretos has guardado,
que no puedes revelar?

—Si secreto es mi voz
y reservado el viento
¿Quién descubrirá mi voz
si no habla el viento?

Las sombras son de tristeza
cuando cierro los ojos,
recordando la belleza
de la pequeña bahía,
coronada por montañas,
reina de fantasía.

Recuerdo la avenida,
recorrida tantas veces,
y ahora tan perdida.

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