Capítulo 2

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Algo a lo que aferrarse

¿Es la tumba para el alma un sosiego?
Quizás tu paraíso es borrarme de tu mente,
De esa manera ignorarías que creamos algo,
No recordarías que construimos nuestra perdición;
Tu alma alcanza la ataraxia al lejos partir,
Aunque con eso dejes en mí una carga llamada pasado.
...


Ni siquiera tengo la cuenta del tiempo que pasé sentado en el sillón, viendo el teléfono como en un estado de trance. A veces estaba todavía en mí esa estúpida costumbre de esperar una llamada, una voz que dijera con aprecio mi nombre. Creo que para ese punto ya ni siquiera extrañaba a Manon, sino lo que ella representaba en mi vida: compañía.

¿Cuál es el punto de cambiar todo por nada? Si hubiera sabido alguna vez que mi sacrificio significaría su abandono jamás me hubiese esforzado tanto. Seguirle guardando a ese romance respeto y hasta cierto punto cariño solo se convirtió en otra razón para odiarme a mi mismo.

Miré hacia la cocina, desordenada como siempre, pensando en como antes al menos me decía que lavaría los platos algún día de estos para ahora ya no hacer no esos, solo los contemplo como si esa pila de trates sucios fueran parte de mi casa como tal. Sin darme cuenta termino viendo hacia la estufa, las cerillas, los restos de comida carbonizada...

El rojo de las llamas aparecen otra vez en mi memoria, y con eso el olor a carne quemada, una sensación repugnante que sin embargo nunca pude alejar de mi cabeza.

Tal vez por esto me dejó Manon, ni siquiera el pretexto de haberla ayudado con ese tipo que llevaba meses haciéndole la vida difícil en el trabajo me fue útil. Una persona razonable habría llamado a la policía, habría buscado cualquier otra forma de proteger a su novia que no fuera golpear al bastardo hasta ver qué no respirara y terminar quemando el cuerpo cerca del río.

Realmente necesito dejar de pensar en eso si no quiero terminar amarrándome una soga al cuello.

Sacudí la cabeza y por fin me levanté del sillón en un intento de aliviar mi frustración. Realmente me estaba esforzando en ser consciente, en volver a una esperanza de esa vida normal y respetable en la que se supone debería estar trabajando, no debería estar de camino a mis treinta años y vivir en un departamento que es la representación de la miseria.

Pensé en la oferta que había recibido la otra noche en la lluvia, no era de confiar que alguien se hubiera acercado a mí, la manera en la que sus ojos parecían no poder moverse a otro sitio en el que yo no estuviera y esa extraña suma de casualidades para que justamente él y yo hayamos tenido esa conversación era algo que debía mantenerme alerta... O eso habría pensado de no estar tan desesperado.

Era o ir a esa entrevista de trabajo o dejar que mis pensamientos empezarán a tonarse lo suficientemente oscuros como para volver a tener malas ideas...

...ideas que involucren ver todo envuelto en ese rojo e infernal resplandor.

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