Capítulo 20.

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Jennie's pov.

Apresurada, jalo del brazo de Minho hasta la salida; desafortunadamente, me he dado cuenta tarde de todo.
Hay dos camionetas negras con vidrios polarizados, y estoy más que segura de quien se trata. Nos llevo hacia la próxima cuadra, nos meto en un callejón sin salida y gimo de la frustración, intentando no romper a llorar como una nena caída de un columpio.

— Mierda... — Jalé de mis cabellos. Estaba híperventilando.

— ¿Jennie, qué demonios está pasando?
— Pregunta Minho, poniendo una mano en mi espalda baja. — Salimos casi corriendo del restaurante. ¿Hay algo que no me estés contando que ocurrió, quizás algún mesero intimidante? Porque yo puedo...

— No. Minho... Ellos nos tienen rodeados. Debí haberlo sabido. Mierda, debí haberte protegido. No debimos salir esta noche.
— Digo, más alto de lo que quería, interrumpiéndolo.

— No, no debieron.

La voz del mismo diablo se escucha detrás nuestra. Al voltearnos es ella, Lisa. Lleva un traje completamente negro que se ciñe a su maldita y hermosa figura, fajado en su cintura, con los tatuajes cruzándole las grandes manos. Camina hacia nosotros, lentamente, sus zapatos de estilo italiano resuenan en el húmedo asfalto de la corrupta Michigan.

— Jennie. — Se dirige a mí. — Podemos hacer esto más fácil. Accederás a irte conmigo, sin ataduras, y sin obligarme a romperle la cara a este... — Mira con desprecio a mi acompañante. — Tipo. Vuelves a mí, y él no sufrirá nada... O al menos eso intentaré que hagan mis hombres cuando le disparen en la puta frente.

Y, oh, Minho es tan bueno. Tan valiente.

Pero ahora mismo desearía que no fuese así.

— ¿Qué mierda? ¿Eres quien secuestró a Jennie la primera vez, no? ¿Cómo tienes el derecho de volver y reclamarla como si fuese un objeto? ¿Acaso no te das cuenta que es enfermo privar a alguien de su libertad, pedazo de escoria? — Me defiende, poniéndose en frente de mí. — Tendrás que matarme si quieres llevártela esta noche. No te saldrás con la tuya esta vez. — Arremanga su camisa y se acerca amenazadoramente.

— ¡No, Minho! — Grito, intentando sostenerlo de su elegante camisa a botones. Ahora mismo desearía que alguien pudiese ver lo que está pasando. Que llamen a la maldita policía o algo, pero sé de las influencias de mi captora en todo el mundo. No soy tonta, aunque no me haya contado su negocio, sé de lo que se debe tratar. Ningún trabajo normal da tanto dinero, y Minho está siendo malditamente valiente, algo que no necesitamos justo ahora; necesitamos un escape, algo que nos dé más tiempo para poder huir. Quiero decir, no tiene ni siquiera que hacer competencia contra ella, sé que tiene entrenamiento militar y que mi amigo no puede ganar.

Y Lisa sonríe. Suelta una de sus carcajadas casi diabólicas, sosteniendo incluso su estómago de lo fuerte que lo hace. Pero, ella nunca se ríe, lo cual es una muy, muy mala señal.

Se limpia unas cuantas lágrimas. — Ah, dios... Acabas de firmar tu sentencia de muerte con el mismísimo diablo.

Y se abalanza sobre él.

Le da un puñetazo en la nariz que lo deja en el suelo, y como enfermera, me resulta casi imposible no evaluar que eso probablemente le ha fracturado la nariz. Reprimí un grito y aunque mi cerebro enviase la orden a mis extremidades de moverse, no lo hacían. Estaba en shock.

Sollocé, negando con fuerza, pero simplemente no podía moverme; estaba congelada del miedo, viendo como ahora Lisa se subía encima de él y le propinaba golpizas fuertes en toda su cara, manchándola de color bermellón brillante, el líquido empapando sus manos tatuadas e incluso su traje. Sabía de la naturaleza asesina y psicópata de mi secuestradora, pero me dolía verla de este modo. Quien la noche anterior me besó y poseyó mi cuerpo, y yo la dejé, y yo lloré por ella mares, era un monstruo, quien me había privado de mi libertad tanto tiempo. Quien abusó de mí, hizo las cosas más horribles que nadie me había hecho.

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⏰ Última actualización: Sep 28 ⏰

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