Capítulo 9.

809 57 9
                                    

Jennie's pov.

Había pasado mucho tiempo después de todo lo que había ocurrido. Cuando Lisa me folló en el suelo de la selva y me dió un orgasmo tras otro. Cuando llegamos me despertó y me hizo correr otras tres veces, utilizando mi cuerpo como si fuese una muñeca sexual.

Ha comenzado a meterse en mi cabeza cada día más, volviéndome loca. También comenzó a irse por viajes de negocios, dejándome sola por días, hasta semanas. Al menos así puede ser más llevadero; si estamos mucho tiempo juntas, logra seducirme con sus palabras y buenos tratos. Cuando estoy sola, delirio con sus manos y su fuerte toque. Que empuja sus caderas contra mí y enrieda sus dedos en mi cuello, llevándome al clímax sin parar, asfixiándome con sus fantasías eróticas. 

Quiero decir, ha logrado tenerme a su merced manipulándome cada vez que puede, o sea, siempre. Con su aspecto, la voz áspera y grave, logra ponerme los pelos de punta y que mi cuerpo se caliente.

— Jen, baja a comer. — Su voz sonaba lejana.

No tenía ganas. Me encontraba sentada en la cama, con un vestido veraniego color celeste. Apreté la falda de éste entre mis dedos, pensando en tantas cosas y a la vez en nada.

— Ruby, cariño, estoy hablándote. — Intentó una vez más.

La oí subir las escaleras. Su cuerpo esbelto se posó en el umbral de la puerta, recargándose contra éste.

— Jennie. ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?
— Alzó una ceja haciendo énfasis a su pregunta. Negué, mirando un punto fijo.

— No tengo hambre.

Mi voz sonó tan neutra, impropia de mí. No podía seguir fingiendo que todo estaba bien, no cuando seguía encerrada en una selva tropical sin salida.

—... Tienes que alimentarte, por tu bien. Vamos, hicimos panqueques, tus favoritos.
— Insiste.

Pero no podía. Sentía un revoltijo en el estómago, como si fuese a vomitar en cualquier momento.

— No quiero nada ahora, Lisa. Es más, necesito un poco de aire fresco.

Me levanté de la cama sintiendo dos pares de ojos mirándome, puesto a que Beth estaba observando también. Salvo que uno contaba con la peculiaridad de ser perversa.

— Toma asiento, Jen. — Ordenó.

Hizo un ademán con la cabeza.

Negué.

— Jennie...

— No.

Salí de la casa tan rápido como mi estado de náuseas me lo permitió. Como esperaba, Lalisa vino detrás mía.

— ¿Se puede saber qué es lo que te pasa?

Me tomó del brazo y tiró de mí hacia ella. Tenía el rostro endurecido por la rabia.

— ¡Déjame en paz, Lisa! ¡Me siento mal, es todo! — Me zafé de su agarre, confrontándola al mismo tiempo.

— Baja el tono. No quieres verme enojada.

Sus ojos tenían un destello de lujuria, algo que siempre era parte de ella cuando se trataba de mí.

— Oh, claro. Tú puedes estarlo cuando quieras, pero se supone que yo no tengo sentimientos. ¿Es así o no? Estoy cansada de ser tu perrita obediente. — Grité.

Respiró por la nariz. En dls segundos me tenía acorralada contra la pared más cercana.

— Escucha bien. Eres mía, Jennie. No me arrepiento de haberte llevado esa noche conmigo, no me arrepentí de nada antes, no voy a hacerlo ahora. Vas a comportarte como yo quiera y cuando quiera, porque soy yo quien te controlo. No tengo ni una pizca de misericordia por ti ni por nadie en este maldito mundo, que te quede claro. Jamás podrás huir de mí, no podrás decidir, ni estar enojada. Todo se hace como yo lo digo. — Me gruñó.

El estomago me subió por la garganta y la empujé, para luego descargar todo mi malestar vomitando. Hice arcadas y me arrodillé en el suelo. Sentí unas fuertes manos acariciarme la espalda, a su vez recogiéndome el cabello en una coleta.

— ¿Qué pasa, Ruby?

Su voz me sonaba lejana, con eco. La cabeza comenzó a darme tumbos, en mi vista puntos negros; cuando menos me lo esperé, caí al suelo. La oscuridad me consumió por unos segundos, hasta que todo mi entorno quedó oscuro. Sumido en un silencio agonizante...

[...]

𝗧𝗼𝘅𝗶𝗰 𝗟𝗼𝘃𝗲 | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora