Capitulo 8

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La luz del sol entraba débilmente por la ventana, dando una leve iluminación mañanera a la habitación.

En ese momento sonó la típica y estridente melodía de las llamadas de los móviles. Era el de Dylan.

-Dylan –susurró despacio Drake con voz ronca –tu móvil está sonando.

Dylan intentó incorporarse y descolgó la llamada.

-Dylan Wells –la voz se le notaba más grave y perezosa y un gran bostezo salió de su boca.

-Dylan, cariño, ya podéis venir al tanatorio, díselo a Ryan y venid ya –la voz de la Sra. Wells sonaba al otro lado del teléfono -, que ya han llegado los demás hijos de las demás familias.

-Vale –Dylan echó la cabeza hacia atrás, dejándose caer nuevamente en el sofá.

-Adiós cariño –se despidió la Sra. Wells.

-Adiós – se despidió mientras daba un hondo suspiro y colgó.

-Chicos levantad – los llamó agitándolos con sus brazos.

Lo único que recibió como respuesta fueron quejidos y resoplos a la vez que le daban la espalda a Dylan.

-Chicos levantad – los llamó agitándolos nuevamente –acaban de llamarme, ya podemos ir al tanatorio.

-¡Joder! –Ben pegó un salto del sofá –son las nueve, llegamos tarde.

Al escuchar lo que dijo Dylan los demás reaccionaron rápidamente y unos escasos minutos después se encontraban en los coches camino del tanatorio.

Al llegar ya se encontraban todas las familias fundadores allí, repartidos por toda la sala, hasta los miembros que todavía no pertenecen a la manada de la edad de Dylan y Ryan estaban allí, Alan Gray, Rocco Frost, Gage Adams y Noel Franklin.

Alan Gray se encontraba a la derecha del pasillo, en una fila de sillas junto a su novia Lexi. Rocco Frost -un chico de dieciséis años, alto y delgado, con el pelo rubio pajizo y un corte de pelo muy parecido al corte surfista y su piel era de un ligero color moreno- se encontraba junto a sus padres. Gage Adams – unas de las personas a las que más odiaba Dylan y con la que mas encuentros había tenido, tenía 17 y su cara morena y alargada rebosaba de prepotencia y superioridad, algo que si no llega a ser por su apellido no seria así, o eso pensaba Dylan – se encontraba en el fondo junto a su amigo Noel. Noel Franklin era amigo y sirviente fiel de Gage, lo que le convertía en otra de las personas odiadas por Dylan, tenía también 17 y a pesar de ser hombre lobo se sentía acomplejado ya que su complexión era pequeña y recia, lo que aprovechó Gage convirtiéndolo en uno de sus seguidores, tenía el pelo castaño oscuro, su piel tenía un tono claro y su cara redonda, parecida a una rosquilla.

Conforme entraron en el tanatorio, algunas personas se paraban ante Ben para hablar con él y transmitirle sus condolencias por la muerte de su abuelo, haciendo que se quedara atrás. Al final Ryan se fue con su familia y Dylan y Drake se fueron con la familia Wells.

-Mamá.

-Cariño ¿Cómo has pasado la noche?

-Bien, ¿cómo ha muerto el Sr. Griffin? –Dylan intentó disimular que no sabía la respuesta.

-Murió de un infarto, se lo encontraron muerto después de comer –Dylan y Drake no entendían porque le mentían.

El entierro se llevo a cabo esa misma tarde. Muchas familias, licantropas como humanas, fueron a mostrar sus respetos a la familia Griffin. Al igual que en el entierro del Sr. Blake, numerosas personas salieron al altar de la iglesia y les dedicaban sus mejores palabras al Sr. Griffin. Tras la misa, el ataúd fue trasladado al cementerio del pueblo.

Al llegar a la cripta algo desconcertó a Drake.

-Dylan –le puso la mano en el hombro –mira quien está aquí.

-No puede ser –dijo mirando a la dirección donde le apuntaba con el brazo Drake.

Una muchacha de unos 17 años, con una pelirroja melena rizada, se encontraba a la izquierda de Dylan y Drake, camuflada entre la multitud. Al parecer, ella también se había percatado de la presencia de los dos chicos, los estaba mirando fijamente, haciendo caso omiso a las personas que habían a su alrededor, y cuando sus miradas se cruzaron, Samara se dio la vuelta y se alejo de la multitud.

-Vamos -Dylan tiró del brazo de Drake.

Los chicos salieron de la multitud para acercarse a una escultura de unos tres metros de un ángel con las alas plegadas y mirando al cielo. Al pie de la estatua se encontraba Samara, parada, esperando a que llegaran Dylan y Drake.

-¿Te has dado cuenta de que tenía razón? – dijo mientras se incorporaba tras haber estado apoyada en la estatua.

-No –se paró delante de ella –pero Drake confía en ti, y no quiero que hayan más muertes.

-Entonces... ¿Vais a confiar en mí? –una risa se dibujó en su cara.

-Sí–dijo Drake.

-Pues vamos- Samara echó a andar hacia el bosque.

- Espera –dijo Dylan -, no nos has dicho de que trata lo que vas a hacer.

-Voy a realizar un hechizo muy poderoso –explicó -, invocare a dos espíritus que se introducirán dentro de vuestro cuerpo, formaran parte de vosotros para siempre, os dará poder, y las habilidades como la fuerza y la velocidad se verán incrementadas.

-¿Y cuáles son los inconvenientes? –intentó pillarla Dylan.

-No todos los cuerpos son capaces de soportar al espíritu. El espíritu tiene que aceptar el cuerpo.

-¿Y qué pasa si el espíritu no acepta un cuerpo? –preguntó Drake.

-Si el espíritu no acepta el cuerpo lo destruye.

-¡¿Qué?! –dijeron los dos al unisonó.

-Tranquilos, la profecía dice que lo conseguiréis.

-¿Y si no somos los de la profecía? – el miedo se notaba en cada una de las palabras de Dylan.

-Habla de vosotros y lo sabéis. Si no aceptáis esto seguirá muriendo gente.

-Tenemos que hacerlo Dylan –miró a Dylan –no podemos consentir que siga muriendo más personas.

Dylan tomó aire y lo expulsó con fuerza.

-¿Dónde hay que hacerlo? –la expresión de su cara desaprobaba la idea.

-La pregunta no es donde, sino cuando –hizo una pausa para llamar más la atención de los chicos – uno de los requisitos del hechizo es que se tiene que llevar a cabo a la hora bruja de una noche con luna de sangre, y la luna de sangre es un fenómeno que ocurre cada trescientos años.

-¿Entonces cuando se puede hacer? – preguntó Drake.

-Por suerte para vosotros la próxima luna de sangre es hoy, pero hasta las doce de la noche no se puede hacer nada.

-¿Y qué hacemos? –volvió a preguntar Drake.

-Quedaremos a las doce en el claro de los megalitos.

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