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ᴬˡᵉˣᵃ ʳᵉᵖʳᵒᵈᵘᶜᵉ "ᵍʰᵒˢᵗ ᵒᶠ ʸᵒᵘ" ᵈᵉ ⁵ˢᵒˢ

Cuando era adolescente su abuela solía contarle que, cuando la vida ya le pesaba, huía al sur de su país en busca de calma, nada de otro mundo, desde Córdoba no era un gran viaje, pero Japón sí que estaba a una distancia considerable, aunque eso no impidió que Yoko lo hiciera, no cuando lo necesitaba más que nunca.

Fueron solo cuatro días, simplemente fingió ser otra persona, con otra vida, y otro corazón, pero no podía hacerlo por siempre, ya era hora de regresar a su vida de siempre, a recoger los pedazos de su corazón, que aun estaban regados en la sala de el que, un día, fue hogar de dos.

En el avión no hacía más que mirar las montañas, la patagoñia era tan fría e imponente, tan dulce y reconfortante, estar congelada no impidió que llenase de calidez su alma.

Una parte de ella anhelaba no irse jamás, pero la vida no es tan sencilla.

El camino a casa era tranquilo, manejar escuchando música era de sus cosas favoritas, su mente podía divagar sin centrarse en nada, pero dicha tranquilidad tenía que ser interrumpida por el sonido de su celular, de la única que persona que rogaba no llamase en al menos una semana más.

—Hola mamá, ¿Qué necesitas?

—No lo sé, ¿Tal vez una explicación de porque tienes cinco días sin aparecer por tu trabajo? Ya eres una adulta, no puedes faltar porque si como hacías en la academia Casiopea, explícate.— No elevaba su tono al hablar, la decencia era lo primero, pero el enoje podrías notarlo a kilómetros.

—Termine con Hawks, eso paso.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó?— Ni ella lo entendía, pero intentar esquivar sus preguntas era en vano.

—No lo sé, solo dejo de funcionar y decidió que debíamos terminar.

—Ya veo, y... Esto, ¿estas bien?—Eso la había sorprendido más que la decisión de keigo, podía indagar en sus recuerdos por horas, no encontraría ni una sola vez que ella preguntase eso, no la culpaba, no era mala, solo distante.

—Si, por supuesto, solo fue repentino, todo bien, mañana volveré al trabajo, acabo de llegar a Japón.

— ¿Y a donde se supone que fuiste? Pensé que estarías enterrada en tu cama como acostumbras cuando algo sale mal, y de todas formas, ese chico no me gustaba, en dos años jamás se presentó por su nombre.—Lo sabía, keigo era muy relajado, no parecía tener snetido del compromiso a los ojos de la mujer, "al menos hace bien su trabajo" mencionó en privado una vez.

—Estuve en Argentina, nada de otro mundo

—Deberías volver al psicólogo, no huir.

—Si claro, oye debo irme, hablamos otro día

Le incomodaba demasiado hablar de temas personales con ella, las emociones y el cariño no eran algo común en su crianza, pero mamá si que conocía el dolor de un corazón roto, era la mujer más distante, objetiva y disciplinada que conocío jamás, una heroína admirable, y ni es impidió que su hija la viera humillarse más de una vez, poniendo su corazón en manos ajenas, para que ese hombre no se marchara, cuando joven, recordaba eso y la veía patética, se juraba jamás ser de esa forma, conforme crecía comenzó a entenderla, y sentía tristeza, solo era una mujer que deseaba ser amada, pero aún así mantenía la idea de jamás llegar a ese punto.

Era irónico pues, aquella noche, tras marcharse keigo, lo primero que pudo pensar fue "termine igual a mamá".

La realidad siempre cae como un balde de agua fría, había escuchado eso mil veces, no lo había entendido ni una, no hasta que llego a su piso esa tarde.

Los recuerdos la inundaron, pero los empujó hasta el fondo de su mente mientras cambiaba la piedras del gato, el lugar apestaba horrible, las personas de limpieza habían puesto su comida los últimos días como un favor, pero la mierda le correspondía solo a ella.

Subió hasta el cuarto cuando escucho al susodicho allí, lo encontró en su cama, no espero ni dos segundos para recostarse con él, ese vendito gato le dio paz en segundos, hasta que el olor de las sábanas llegó a su nariz, aún quedaban rastros de él, no quería eso, necesitaba borrarlo, opto por ponerse algo más cómodo y limpiar el lugar, pero cuando fue a su vestidor lo primero que vio entre su ropa cómoda fue aquella camiseta vieja de Led Zeppelin, acostumbraba usarla en casa, no le quedaba enorme, pues él la superaba por apenas 10cm, pero aún así era de sus favoritas, a veces, en secreto, le robaba su perfume un rato para ponerlo en ese trapo viejo, y así dormir mejor.

La puso en una caja que decía "basura del pájaro".

Bajo a la cocina, iba a necesitar un café para poder con todo eso, junto a la suya, estaba la taza que el acostumbraba usar, el "K♡" la delataba, ella lo había escrito, hace ya tiempo.

También fue a la caja.

En cada rincón había algo suyo, todo terminó en el mismo lugar, comenzaba a doler.

La música sonaba a todo volumen, necesitaba aligerar el ambiente, y funcionó, incluso conseguía bailar de a ratos, hasta que cerró los ojos y, por un segundo, recordó como era bailar con el, pensó en arrojar la bocina por el balcón, pero se retracto cuando consideró que podía golpear a alguien.

Volvió a pensar en hacerlo cuando la idea de que ese alguien fuese él paso por su mente.

Pero volvió a retractarse cuando recordo que acostumbraba volar.

Iban a ser tiempos complicados, tenía q aceptarlo, tal vez la idea de volver al psicólogo no era tan alocada.

Aparto la idea de su mente cuando su celular comenzó a vibrar múltiples veces, y luego una llamada, era Rumi, no quería contestar, pero eran dueñas de la misma agencia y llevaba días sin responder, sería muy cruel seguir ignorando a todos.

—Hola hola bonita, que tal tu día—Esa coneja le daba mucho miedo cuando se enojaba, debía ser muy amable.

—¡Hasta que te dignas a responder por dios, pensé que tu gato ya estaba comiendo tu restos mujer!
El pajarraco me dijo lo que sucedió el otro día, ¿estas bien?

—Sisi, claro que si, estar unos días fuera me ayudo, estoy de lo mejor

—¿Como que fuera? ¿Te fuiste? Y no me mientas, ¿Necesitas que vaya? Es normal necesitar una amiga.

—Tengo a mis amigos los cigarros y a mi mejor amigo vino tinto.

—Hablo enserió idiota.

—También yo, tengo de uva, sandia y algunos de menta—dijo riendose—todo esta bien, mañana ya iré a la agencia, lo prometo, y lo siento.

—Bien, intenta dormir, y no fumes tanto, ya estabas dejando de hacerlo.

—Claro, adiós—Nunca tuvo intenciones de dejar de fumar, pero no podía hacerlo con keigo cerca, pues detestaba el humo, pero él ya no estaba.

La noche cayó y el lugar se mantenía oscuro, aunque eso no evitaba que viese el fantasma de un amor pasearse por todo el lugar, bailando al ritmo de un último vals.


xoxo

𝑪𝑨𝑵𝑫𝒀 𝑪𝑰𝑮𝑨𝑹𝑬𝑻𝑻𝑬𝑺 ᵇᵃᵏᵘᵍᵒ ᵏᵃᵗˢᵘᵏⁱ × ᵒᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora