CAPITULO NOVENO Y ÚLTIMO

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Lo escucho salir mientras mantenía su sonrisa, siempre había sabido como escapar, patear con fuerza la puerta y la escalera, siempre lo supo, desde el momento en el que Thomas le dijo que había arrojado la llave de su grillete al lago para que no pudiera escapar nunca, en ese momento lo supo.

La sonrisa se borró del rostro de Frank mientras caminaba hacía uno de los buros que se encontraban a los costados de la cama, lentamente abrió el cajón superior, introdujo solo la mitad de su mano izquierda mientras respiraba profundo y con su mano derecha cerro con todas sus fuerzas el cajón.

-¡Ahhhg! -soltó ante el golpe, dolía, dolía mucho y dolió mucho más las siguientes ocaciones, en total cuatro, hasta romper por completo los huesos de su mano. Un par de lágrimas amenazaron con escaparse de sus ojos pero no tenía tiempo para ponerse a llorar, tenía un bastardo al que debía matar, por lo que reprimió el llanto, ya lloraría el día de su muerte, se sentó en la cama y con todo el dolor del mundo tomo el grillete con fuerza y lo deslizo por su mano rota hasta retirarlo por completo.

Rápidamente fue al baño, lavo su mano rota y herida porque el grillete se había llevado pequeños trozos de su piel, alineo lo mejor que pudo sus huesos y vendo su mano de manera descuidada, la policía se encargaría de llevarlo al médico después. Frank salió del baño, se puso sus zapatos deportivos y salió, se detuvo en las escaleras en busca del escalón manchado de rojo. Thomas podía ser muy listo mientras estaba sobrio pero era un verdadero imbécil mientras estaba ebrio, sin ningún problema le había dicho a Frank que ocultaba su arma bajo ese escalón, así que Frank saco el arma y se puso en camino a matar a Thomas Gray.

"Soy solo un pobre chico...

No necesito compasión...

Realmente nada importa para mí..."

Frank se las arregló para llegar a su viejo colegio donde el estúpido de Thomas aun trabajaba, conocía el lugar como la palma de su mano por lo que fue muy fácil para él el caminar por ahí sin ser descubierto, rápidamente se dirigió al salón de los profesores, ahí encontraría a Thomas.

-Oh por Dios... -murmuro asustado uno de los profesores que estaba sentado frente a su escritorio, el cual estaba frente al escritorio de Thomas.

Frank vio como Thomas despegaba la vista de los documentos que estaba revisando, veía al profesor y al no comprender el porque de su sorpresa volteaba hacia donde él se encontraba, apuntándole con el arma a la cabeza. Disparo sin pensarlo dos veces. Fue fácil, Thomas estaba sentado, por lo que estaba a su altura, la bala le atravesó el cráneo e hizo caer pesadamente su cuerpo con todo y la silla. 

"Mamá acabo de matar a un hombre...

Puse una pistola en su cabeza... Apreté el gatillo...

Y ahora está muerto..."

-¿¡Qué esperan!? -les dijo Frank a los otros profesores que le veían aterrados como preguntándose quien sería el siguiente al que le dispararía. -¡Llamen a la policía!

Y ahí terminaba la historia, todos en aquella corte estaban pálidos y sudorosos, habían escuchado atentos la historia de Frank, todo había sido tan fuerte... tan impactante que no tenían palabras...

"Mamá... no quería hacerte llorar...

Si esta vez no vuelvo mañana...

Murderer at Thirteen | FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora