Había sido un día física y mentalmente agotador para Hyun Gu. Desde levantarse temprano en la mañana para reunirse con sus ruidosos compañeros de clase, que no le permitieron tomar una siesta en el bus, hasta terminar perdido, herido y mojado en el bosque. Y, como cereza del pastel, ser descubiertos por un pequeño descuido de Yong Hoon. Para ser el mayor de la relación, era bastante descuidado; sin embargo, no lo podía culpar. No es como si el propio Hyun Gu hubiera sido muy discreto a la hora de colarse en su oficina, lo cual los había puesto en este embrollo desde el principio.
Ahora tenía una férula que lo hacía caminar torpemente y, en el mejor de los casos, al día siguiente todos sabrían sobre su relación. Si no es que ahora mismo el chisme ya estaba rondando en la página web de la universidad.
Un dedo tocó su entrecejo fruncido y lo masajeó suavemente.
—No te preocupes por nada, solo descansa —lo consoló Yong Hoon con su voz cálida, que tenía un efecto calmante en él—. Estaremos bien.
Hyun Gu lo observó desde el asiento del copiloto con sentimientos confusos. Sabía lo crueles que podían ser los dioses, pero no sabía cuánto podía resentirlos cuando el mismo destino absurdo que le arrebató a su padre le había regalado al hombre cuasi perfecto con el que pasaría el resto de sus días.
—¿Cómo estás tan seguro? Esto está jodido, todos lo saben ahora.
—Bueno, no todos —respondió Yong Hoon estacionando frente a la casa del rubio—. ¿No se enojará tu madre si es la última en saber?
—Mierda, vamos, saquemos esto del camino de una vez —afirmó abriendo la puerta del auto con un empujón más agresivo de lo necesario.
Bajó del auto apoyado en los firmes hombros del mayor. La férula le estorbaba, su boca tenía el sabor amargo de la medicina antiinflamatoria y su vida entera estaba a punto de dar un giro tras la gran revelación, pero tenía a Yong Hoon sosteniéndolo. No era tan positivo como para pensar que este amor surgido de la nada les daría un final feliz, pero estaba muy seguro de que, igual que en ese momento, su destinado estaría ahí, con un apoyo firme y una sonrisa resplandeciente. Estaba agradecido.
Tuvieron suerte de que en la casa no hubiera nadie, así al menos podrían usar el elemento sorpresa y contarle a su madre la noticia en cuanto atravesara la puerta. Yong Hoon se paseó por el salón, observando los retratos que adornaban los muebles, muchos de ellos fotos de la infancia de Hyun Gu. El rubio lo siguió atentamente con la mirada mientras inspeccionaba el lugar.
Esa mañana había salido apurado, dejando un desorden tras de sí, su chaqueta se había caído del perchero, los zapatos estaban amontonados al lado de la entrada y había algunos libros ocupando la mesa del comedor. Por un momento se preocupó por causar una mala impresión, quiso ponerse de pie y organizar un poco, pero su equilibrio falló haciéndolo caer de nuevo al sillón, Yong Hoon se acercó a él de inmediato.
—¿Estás bien? —preguntó Yong Hoon, arrodillándose frente a él y colocando una mano suave sobre su rodilla—. Te dije que solo tomaras reposo, te vas a lastimar más.
—No es nada, no soy tan débil —replicó Hyun Gu, apartando la mirada mientras intentaba ocultar una mueca de dolor.
Yong Hoon suspiró, se levantó y se acercó a la pequeña mesa de café, donde dejó una bolsa con medicamentos y vendas.
—Primera investigación de campo y eres el único que se lastimó. ¿Cómo llamas a eso entonces? —dijo Yong Hoon con una sonrisa divertida, sentándose a su lado.
—Vas a hacer que te eche de aquí —gruñó Hyun Gu, señalando la puerta.
Yong Hoon rio suavemente y se inclinó hacia él, sus ojos brillando con un toque de picardía.
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Red Fate 1
FanfictionEn un mundo regido por el destino inevitable, la piedra de Hyun Gu iluminó de escarlata el camino hacia su amor destinado, su supuesta alma gemela y el futuro amor de su vida ¿Quién diría que este sería su profesor? ☆ Contenido homosexual. ☆ Sin con...