✧─CAPÍTULO 6: EL CASO

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Cuando pasaron unos segundos desde que tenía el anillo en la mano, se me congeló un poco. Eso solo significaba una cosa, que la conexión ya había empezado. Empecé a escuchar.

- Tranquila Annabel, estás a salvo- dije-. Suena una canción en la habitación, le encanta, es su canción.

- ¿De quién? Annabel?- dijo George.

- Está muy contenta, lo quiere mucho. Está bailando la canción. Él la mira.

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Todo iba bien hasta Lucy se puso de pie, empezó a caminar hacia mí.

- Él la quiere, pero está...

- ¿Qué?- dije nervioso.

De pronto Lucy abrió los ojos. Me miró directamente.

- Está enfadada. Está celosa. Tiene miedo, otra vez.

Me estaba empezando a asustar.

- No pasa nada- dijo mientras ponía su mano en mi cara y yo le acompañe-, no pasa nada. Me quiere. Me quieres verdad. Me regalaste el anillo. Él nunca me haría daño. Nunca.

Ahora estaba nervioso y asustado porque Lucy no paraba de acercarse más a mí y decir todas esas cosas. Había hecho una conexión muy potente.

- George, hay que parar esto. Ya.

- Mírame- dijo Lucy.

- Déjala, a ver qué pasa- respondió George.

- Mírame, mírame, déjame.

Yo la tenía agarrada de los brazos y empezó a retorcerse.

- Para, para, por favor. Me haces daño.

Entonces me puso sus manos alrededor de mi cuello, estaba muy cerca de ella.

- No, no, mírame. Para, para. Suéltame- dijo.

- Luce, Lucy, vuelve- le grité yo.

De repente me soltó y empezó a ahogarse.

- No puedo... Déjame respirar. Suéltame.

- Lucy para. Annabel.

Entonces George abrió la cortina y toda la luz iluminó la sala y la silla que había en el medio salió volando hacia nosotros. La estiré hacia un sillón y la protegí con mi cuerpo para que no le pasará nada.

Me levanté un poco, jadeando, para mirarla. Ella me miró a mí, también jadeando.

- La estrangulo y la mató.

Y no pude reprimir el abrazo que le di. Por unos momentos pensaba que le iba a pasar algo muy grave.

- Luce, no vuelvas a hacer esto.

- Pero...

- No, me has asustado mucho, Luce.

- Lo siento, Anthony, no quería...

- No te preocupes, ves a descansar.

- Gracias.

Se levantó y se dirigió a su habitación. Miré a George, que me miraba con cara de asombro.

- ¿Qué?- le pregunté.

- Nada, nada, tortolito.

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Cuando me desperté fui directa a la cocina donde George y Anthony... Lockwood estaban haciendo té.

- Hola.

Lockwood & co.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora