Bastian

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tw: violencia que involucra a un animal (pero no le pasa nada a él) y sangre.



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"The seeds of war are often planted during times of peace."
― George R.R. Martin,

La niña, por alguna misteriosa razón, decidió que él era de fiar y no se despegó de su lado durante las siguientes horas que le siguieron a su primera conversación. Bastian lo dejó estar, porque no sabía ni como dirigirse a ella y mucho menos, cómo pedirle que lo dejara solo.

No tenía el corazón para hacerlo luego de esa primera noche.

-¿Y bien,- Bastian le indicó con un movimiento de su mano que tomara asiento mientras sacaba la comida de su bolso. A Oru ya le había indicado de manera severa que se comportara y el lobo había aceptado luego de la segunda palmada fuerte en su lomo. Bastian no lo culpaba, sabía que su animal solo quería asegurarse de que la niña no presentaba peligro alguno. -cómo te llamas?-

-Eres un ilardiano. -Soltó sin más, ignorando su pregunta. -Un ilardiano, en Alariel. –

Meditó sus palabras mientras sacaba uno de los panes para comenzar a cortarlo en rebanadas mientras la niña se sentaba frente a él con las piernas cruzadas. La poca luz que provenía de la luna no era suficiente, por lo que luego de rebuscar un poco más, encontró los fósforos que siempre llevaba consigo y consiguió armar una fogata improvisaba para mantenerlos a ambos calientes. Claro que podía ignorar sus palabras, hacerse el sordo y dejarlo estar, pero supuso que era mejor ser ir al grano. La niña realmente no le representaba ningún peligro y tal vez necesitaba dejar de hablar tanto consigo mismo o su lobo que ni siquiera podía responderle.

-Sí, soy ilardiano. Mi nombre es Bastian y me perdí, por eso terminé aquí. –Mintió, claramente no iba a revelarle su historia completa a una desconocida, sea niña o no.

-¿En Alariel?-

-Sí, en Alariel. -Cortó trozos de queso y panceta, colocándolos en las rebanadas de pan. -¿Y tú?-

La niña dudó un instante, pero luego de aceptar el sándwich improvisado que Bastian le estaba ofreciendo, pareció relajarse y creerle. -Me llamo Aysa y soy Alariense. –

-Obviamente. – Le tiró algunos trozos de panceta a Oru y prosiguió a servirse un cuenco de agua. -¿Has dicho que existe un arroyo cerca de aquí? ¿Con agua limpia?- Aysa asintió, devorando la comida con manos diminutas. -Mhm. Tal vez puedes mostrármelo cuando el sol vuelva a salir. No planeo quedarme aquí mucho tiempo, así que no te preocupes. Pronto vas a tener tu...hogar solo para ti. – Observó a su alrededor. Ese lugar no era un hogar, ni siquiera era una vivienda en sí, solo una fabrica abandonada de tres pisos a punto de desmoronarse. Volvió a dirigir su atención a ella. -¿Cuántos años tienes? ¿Cinco?- Bromeó.

La niña levantó la mirada y luego de un segundo en silencio, dejó salir una risita corta mientras negaba con la cabeza. -¡Tengo nueve y tres meses!–

Bastian tragó fuerte mientras arrugaba el entrecejo, ¿qué demonios podía estar haciendo una niña de ni siquiera diez años sola, en el medio de una ciudad abandonada? Suspiró. Realmente ese día solo iba de mal en peor. -¿Tus padres?¿Qué...?-¿Qué haces aquí, sin nada ni nadie más que mantas sucias y paredes frías? quiso preguntar pero se contuvo. La niña adoptó una posición defensiva en cuanto soltó la pregunta y Bastian pensó reconocer por qué.

-No lo sé. Un día desperté y ya no estaban. -Dio otro bocado al sándwich, esta vez sin muchas ganas. -Andy me dijo que se perdieron en el mar, pero no le creo. Andy siempre miente. – Debió notar su cara de confusión, porque al segundo siguiente ya se estaba explicando. -Andy es mi hermana mayor, tuvo que irse poco tiempo después de que mis padres se perdieran. Nunca me dijo a dónde, así que no lo sé y no lo preguntes, ¿de acuerdo?-

unholy goddessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora