Elyon

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"For a dragon is the quintessential enemy, the greatest foe, the unconquerable epitome of devastation". ― R.A. Salvatore, Streams of Silver. 

-Lestra, Elyon, es la clave de todo. –

La menor negó con la cabeza, dejando de lado su copa de vino y cubiertos. El ambiente de la sala comedor era frío, imitando el exterior furioso de la tormenta que se había desatado sobre sus playas hacía ya cinco noches.

-Lestra es el territorio con la mayor cantidad de pobres en todo Fenrai. Sus tierras ya trabajadas no nos valen de nada en estos momentos, no las necesitamos. -

-No. Las tierras de Lestra son exactamente lo que Alariel buscaba y ahora no podrá obtener. Tenerlas en nuestra posición nos beneficiará en el futuro.-

-El futuro no es ahora, hermana. –

Lyra suspiró. Su figura esbelta similar a la suya demostraba de a poco el cansancio de los días. Llevaban varias noches discutiendo lo sucedido durante su Nombramiento y cómo todo aquello afectaba al Reino. Elyon necesitaba entender más pero su hermana se rehusaba a explicar y eso la enloquecía con cada palabra sin soltar. La cena había durado ya dos horas pero ambas habían desistido de retirarse a la cama, Elyon por su parte quería seguir discutiendo con Lyra sobre su postura ante lo sucedido con Klepper y Alariel.

-Tienes razón, el futuro no es ahora pero podemos asegurarlo. Yo misma lo he hecho desde que era una simple doncella. Tú, en cambio, aún no estás preparada para entender las acciones políticas y monetarias que la Corona debe llevar a cabo cada día. –

-O tal vez no lo entiendo porque tú no paras de ocultarme detalles importantes. -Retrucó dejando salir una risita sarcástica. -A este paso ya ni siquiera puedo distinguir qué es lo que se supone que debo hacer, ¿acatar todas y cada una de tus ordenes o esperar a morir a manos de nuestros enemigos? Porque si es así, estoy más que contenta de ayudarlos a terminar el trabajo, este rol de Princesa pasiva ya está acabando con mi paciencia. -

En un segundo, las manos frías de Lyra se encontraron tomándola de la barbilla con brusquedad, forzándola a mirarla a los ojos. Las luces del lugar disminuyeron al segundo como siempre lo hacían cuando enfurecía y Elyon intentó no moverse. -No tienes idea de todo lo que está en juego. Tu actitud insolente es la que está agotando mi paciencia y aún así no pido más que me escuches y sigas mis pasos. ¿Acaso es tan difícil?-

-No recuerdo en estos momentos una sola razón para seguir tus órdenes. No hay nada aquí para mi, Lestra no me interesa.-

-¿La lealtad de Klepper y el hecho de que te haya reconocido como futura Reina de Ilardya no es suficiente? Apenas eres una joven inmadura, sin desposar y con intereses para nada convencionales. Crees que la Corona o el nombre Yuenai te protegerá para siempre pero no es así, tienes que construir tu propio futuro en donde tus enemigos no puedan siquiera pensar en intentar atacarte.- Las palabras de su hermana calaban hondo en sus oídos pero ella no podía escucharla por completo. La magia del lugar era casi tangible, el aroma metálico que los labios de Lyra emanaban era casi tan hechizante como sus mantras de poder. Sus uñas clavadas en su piel ardían con el mismo calor que el enojo resurgido en su pecho, pero la luna seguía sin ser llena y su hermana seguía siendo su hermana. Con su mano la forzó a soltarla lentamente.

La reunión con Klepper no había sido más que un gran rumor esparcido por su hogar entre susurros desvelados. Elyon no había estado presente, ni siquiera había sido invitada y apenas supo de su existencia cuando su hermana se lo comentó al senescal del Rey Solerian. El muchacho se había quedado igual de perplejo que ella, murmurando palabras sin sentido hasta que pudo recuperarse. Nadie había previsto que Ilardya tomara las tierras por las que Alariel había luchado tan solo dos años atrás, un recurso que había costado demasiado y retribuido muy poco a su favor. Lyra había sugerido que los pasajes de actas legales se llevaran a cabo de manera pacifica entre ambos territorios, pues Lord Klepper había concordado en reconocer a Elyon como futura monarca y dejar que esas tierras fueran trabajadas para la Corona de Ilardya siempre y cuando un porcentaje se le fuera retribuido a su propia gente, algo que Lyra había aceptado. El Senescal había objetado que las tierras le pertenecían a Alariel por vía marítima y legal luego de haberlas ganado en la batalla, pero Lyra había retrucado ese comentario a favor de Lestra, declarando que una ocupación a sangre fría no era la vía para obtener el poder sobre ellas. El alariense había sido enviado de vuelta a su reino con un simple mensaje para el Rey; desistir de esas tierras de manera pacifica o luchar por ellas en una nueva batalla, algo que su hermana estaba segura que no sucedería pues el reino del sol aún estaba recuperándose de su última conquista. Sabía que asegurar un futuro estable con la Corona era la prioridad de cada monarca y heredero a través de pactos políticos o matrimonios arreglados, pero Lestra era un lugar enigmático, demasiado alejado de su hogar y su magia.

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