˖⁺‧₊˚˚₊‧⁺˖Capítulo 10˖⁺‧₊˚˚₊‧⁺˖

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"Quien siente mucho, se jode al no encontrar las palabras, entonces no habla y esa es su condena".

Alejandra Pizarnik.

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JENNIE KIM.

Soy impulsiva, mucho más de lo que me gustaría admitir y a veces hago cosas sin pensar en las consecuencias que eso traerá a mi vida. Como besarme con Lalisa y luego sentarme frente a la clase a pensar en el beso, sin prestar atención a lo que está explicando el profesor, cosa que es importante, pero que mi mente en estos no procesa como relevante.

Siempre disfrutaba de la clase con el profesor, pero hoy, mi mente estaba en otra parte. No podía dejar de pensar en el beso con Lalisa. Lo hacía hecho por impulsividad, pero el recuerdo seguía dándome vueltas en la cabeza. Aún podía sentir la suavidad de sus labios, la sorpresa de su mirada, y el shock de los rostros de Rune, Jisoo y Rosé, junto a el de todos los demás que nos rodeaban.

El profesor continuaba leyendo en voz alta un fragmento de Shakespeare, pero sus palabras se mezclaban en un murmullo lejano. Cada vez que cerraba los ojos, veía la escena del beso repetirse, sintiendo una mezcla de confusión y algo más que no podía identificar.

El timbre que anunciaba el cambio de clase sonó, pero el día seguí pasando en un borrón mientras el recuerdo persistía. No podía concentrarme, necesitaba más que un respiro.

—¿Qué me puede decir la Señorita Kim de eso? —preguntó el profesor que recién entraba.

—Eh... —carraspee despabilando—, sí, eso digo.

Me miró sin entender, —¿Eso dices?, a ver, señorita Kim, ¿me puede recordar de que hablábamos?

—De Shakespeare —respondí.

—No, de hecho no —negó. Los demás se rieron por lo bajo—. Se quedó en la clase pasada, señorita Kim.

—Lo siento, profesor. Necesito ir al baño, por favor.

—Vaya, Jennie —permitió el profesor—, sin tardar mucho.

Asentí y salí del aula rapidamente, sintiendo la necesidad de estar sola. Caminé por el pasillo vacío, mis pasos resonando en el silencio. Llegué al baño y, al abrir la puerta, me encontré con Lalisa. Parecía estar destinada a chocar con ella en los momentos menos deseados. Estaba cambiándose el vendaje y gimoteaba de dolor, aunque al sentir entrar a alguien, lo intentó disimular.

Giró y al verme, su semblante cambió.

—¿Quieres otro beso, Kim?, el próximo no te sale gratis —dijo con su tono cínico, forzando una sonrisa.

—No te emociones —respondí—. Lo hice para salir de apuros, nada más.

Lalisa me ignoró, concentrándose en el vendaje. Se burlaba de la situación, como siempre, pero yo notaba el dolor en su rostro. Me acerqué, tratando de cambiar el tema.

—Esa herida se ve horrible. ¿Necesitas ayuda?

—No necesito ayuda de ti para nada —replicó, tratando de sonar despectiva, aunque sus ojos reflejaban la molestia.

—Cállate —escupí, tomando su otra mano—. Vamos a la enfermería.

—¿Ahora eres la dueña de la enfermería o algo así? —resopló, aunque puso cero resistencia.

Mientras la guiaba por los pasillos, Lalisa seguían lanzando comentarios sarcásticos y preguntas sin importancia. No podía permanecer con la boca cerrada, agradecía que no había nadie en el pasillo capaz de pasar una clase de chismes solo porque Lalisa y yo teníamos las manos entrelazadas.

There Aren't Geniuses. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora