˖⁺‧₊˚˚₊‧⁺˖Capítulo 2˖⁺‧₊˚˚₊‧⁺˖

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"Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos".

- Nicolas Maquiavelo
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JENNIE KIM.

El velorio de Sana se llevaba a cabo en la pequeña iglesia de Nord, un lugar que ahora parecía ahogado en el dolor y la tristeza. La luz de las velas parpadeaban débilmente, proyectando sombras danzantes en las paredes mientras el murmullo de los asistentes llenaba el espacio.

Me sentía como si estuviera atrapada en una pesadilla interminable.

Mi corazón estaba devastado, hecha triza por la perdida de Sana. Intentaba mantener la compostura, pero las lágrimas se derramaban sin control por mis mejillas. La imagen de Sana, yaciendo en el ataúd, me resultaba insoportable. Su rostro, que alguna vez estuvo lleno de vida, ahora estaba destrozado. No era justo. Nada de esto lo era.

Miré alrededor y vi a sus padres, destrozados por el dolor. Su madre sollozaba incontrolablemente, abrazada por familiares y amigos que intentaban consolarla sin éxito. Su padre, un hombre siempre fuerte y seguro, estaba sentado, con la mirada perdida, luchando por contener las lágrimas. El dolor en sus rostros era un reflejo del mío, multiplicado por mil.

Y después fue el de Rune, el chico que estuvo para ella en todo momento, el cual la prefirió sobre todas las cosas y al cual yo me moría por ir a abrazar, sentí una necesidad de ir a rodearlo con mis brazos, levantó la mirada chocándola con la mía, una pequeña sonrisa triste se formó en mis labios, este hizo la imitación de una, fallando en el intento.

Solté todo el aire que estaba guardando en mis pulmones.

Cada persona que se acercaba al ataúd lo hacía con un gesto de respeto y tristeza. Algunas murmuraban oraciones, otras colocaban flores. Todos compartían la misma incredulidad y horror por lo sucedido.

Mi mente se nublaba con pensamientos oscuros y desesperados. No podía dejar de preguntarme como alguien podría hacer algo tan horrible. ¿Quién era el monstruo detrás de estos crímenes?, sentí una mezcla de rabia y desesperación. El asesino seguía suelto, y la vida de más mujeres en Nord estaba en peligro.

Mientras miraba el Ataúd de Sana, hice una promesa silenciosa. No solo esperaba que la policía encontrara al culpable; yo misma iba a hacer todo lo posible por descubrir quién era. Sabía que no podía quedarme de brazos cruzados. Tenía que encontrar respuestas. Por Sana. Por todas las mujeres que habían sido víctimas. Por todas las que aún estaban en peligros.

Sentí una mano en mi hombro y me giré, encontrándome con Rosé, la cual me abrazó llorando en mi hombro. Al fondo podía ver a Jisoo y los demás, siendo testigos de la catástrofe y más atrás a la misma chica del callejón.

Tenía sus brazos cruzados, observándome sin parpadear ni mostrar atisbo de tristeza o lástima por todo lo ocurrido. Me pasó lo mismo que ayer, de solo verla mi piel se eriza y pierdo el hilo de mis pensamientos, como si en sus ojos me estuviera gritando que ella sabía algo de todo lo que pasó.

—Espérame aquí —le dije a Rosé—. Necesito ver algo.

La chica se dio media vuelta y salió de la iglesia. Miré a mis alrededores percatándome de que nadie me viera salir, pero justo cuando estuve a punto de salir de la iglesia para seguirla, una mano me sostuvo con fuerza el antebrazo, deteniéndome.

—No te vayas —me pidió Rune con una mirada triste—. Ahora más que nunca necesito de ti, Jennie.

Rechazarlo era casi imposible, a pesar de querer ir detrás de la chica, me contuve y asentí a Rune, quien me agarró de la mano.

There Aren't Geniuses. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora