˖⁺‧₊˚˚₊‧⁺˖Capítulo 19˖⁺‧₊˚˚₊‧⁺˖

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"Más se pierde por indecisión que por una mala decisión".

Cicerón.

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JENNIE KIM.

Los pensamientos se arremolinaban en mi mente como un torbellino mientras observaba a Alaric en la sala de interrogatorios. Era un eco sordo que parecía burlarse de mi confusión. ¿Podría ser Rosé? ¿Podría una de mis mejores amigas ser la asesina que había estado eludiendo a la policía durante tanto tiempo?

Miré a la mesa frente a mí, donde estaban esparcidos los archivos del caso. Fotos de las escenas de todos los crímenes, informes forenses, y en el centro, una imagen de Rosé, sonriendo despreocupadamente. Era casi imposible conciliar esa imagen con la del asesino calculador y despiadado que Alaric y yo habíamos estado persiguiendo.

Después de todos los secretos, risas y lágrimas que habíamos compartido, imaginarme a Rosé matando a alguien y queriendo hacerme daño se había convertido en una película de terror. Su sonrisa brillante y su risa contagiosa fueron por mucho tiempo la base de mi alegría. Pero recordé los pequeños detalles que había pasado por alto.

Las veces que desaparecía sin explicación, las respuestas evasivas a mis preguntas, todo apuntaba a ella. Pero la idea me era tan irracional, que la descarté en todo momento.

Suspiré, sintiendo una bola de ansiedad en mi estómago, traicionada por mis propios pensamientos. Justo cuando más necesitaba claridad, mi mente se sumía en la duda. ¿Cómo podía ser ella? Y si lo era, ¿qué quería?

Apoyé la cabeza entre mis manos, tratando de reunir las piezas del rompecabezas que se extendía ante mí.

Alaric entró a la habitación, interrumpiendo mis pensamientos. Su rostro mostraba la seriedad y la determinación con la que se estaba tomando este caso.

—Jennie, hemos estado analizando las pruebas, y no podemos esperar a que el asesino te busque, tenemos que ir nosotros por él —dijo, dejándose caer en la silla frente a mí.

Lo miré, sabiendo que tenía razón. Alaric tiene su mente fría, creo que es el único policía que me ha dado la confianza suficiente para poner parte de mi vida en sus manos. Esta vez, mis instintos estaban en conflicto.

—Tengo una idea de donde podemos localizarlo si se llega a acercar —continuó Alaric, abriendo un mapa sobre la mesa—. Queremos atraer al asesino a una trampa. Y para eso, te necesitamos a ti como carnada, ya lo hablamos.

—¿Qué quieres decir exactamente? —pregunté.

—Organizaremos una reunión falsa en un lugar público. Tú estarás allí, fingiendo estar sola, y nosotros vigilaremos desde la distancia. Queremos que el asesino se acerque, tal vez incluso que intente contactarte. Podremos capturar la matrícula de cualquier cosa o, con suerte, atraparlo en el acto.

—No es por ser pesimista —analicé el mapa—. ¿Y si eso no ocurre?

—Bueno, Jennie, tengo otra idea, hacer una fiesta...

—¡No, no más fiestas, Alaric, siempre termina alguien muerto! —exclamé.

—No es lo que crees, no ese tipo de fiestas, sí, cercana, pero con policías encubiertos —se tomó una pausa—. Pensaré una idea más clara sobre eso, pero todos tus amigos tendrán que estar ahí, Jennie, si es que queremos que no sospeche.

Asentí lentamente, considerando sus palabras. Podía funcionar. Pero había algo que no cuadraba en mi mente.

—Alaric, si Rosé es la asesina, no creo que sea tan simple como atraerle a una trampa. La conozco. Es inteligente. Desconfiará de cualquier movimiento obvio.

There Aren't Geniuses. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora