˖⁺‧₊˚˚₊‧⁺˖Capítulo 23˖⁺‧₊˚˚₊‧⁺˖

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"Siempre quejándote de todo y a la vez fingiendo no darle importancia a nada. Vives de esperanzas, pero ni sabes qué esperas".

-Julio Cortazar.

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JENNIE KIM.

Leí la tarjeta una y otra vez, creí perder la cuenta en lo que llevaba de la noche, repasaba la letra, creía conocerla, se me hacía tan parecida a la de alguien, pero no quería suponer. No podía pegar un solo ojo, quería descansar y luego esperar por Lisa, pero cosa que me era imposible después de eso.

Me sentía en un refugio de silencioso, mi habitación parecía la boca de un lobo, oscura y con una sola persona que se estaba comiendo la cabeza pensando en todas las posibilidades. Desesperada y con ganas de salir a buscar a quien provoca todo esto. Miré nuevamente la tarjeta, la cabeza me daba tantas vueltas como un trompo.

Era interminable la ansiedad que recorría por mi mente y mi cuerpo, estarme acostada en mi cama parecía ser una de las tareas más complejas que he realizado en años y no pensar en cosas, aunque estoy con los ojos metidos en mi celular se había vuelto difícil.

Jugaba a contar las ramas de los árboles que reflejaban las sombras en mi habitación, cerca de parecer una película de terror. Inflé mis mejillas y dejé la nota en el centro de mi cama, sentándome con los pies en el piso y analizando la hora en el reloj de mi mesita de noche.

Era la única despierta en la casa, el silencio que se había situado en mi hogar se me hacía infinito. Me puse de pie en busca de mi pijama, no iba a salir, a pesar de estar vestida, no quería salir, no quería hacer nada esta noche ni involucrarme en fiestas que me disminuirían el ánimo.

Perdida buscando una pijama corta y cómoda, solo sentí una mano en mi hombro, me giré tan deprisa que mi mano casi vuela a la cara de Lalisa, me llevé las manos a los labios y después bajó a mi pecho, sintiendo el corazón salirse por mi pecho.

—Me asustaste, idiota —la aparté, buscando distancia entre las dos.

—¿Qué buscabas?, parecías muy concentrada —Lalisa me miró intrépida—. Debo decir que se me hizo un poco pesado esperar hasta este momento.

—No iré —respondí dejándola boquiabierta—. Perdón si te hice venir aquí y prepararte, pero no iré, Lisa.

—¿Por qué?, ¿qué hizo que tuvieras ese cambio tan repentino? —frunció los labios—. Y quiero la verdad.

—No hay verdad, Lalisa. Quiero que te alejes, solo eso quiero —insistí.

—Es que no puedes darme de cenar, hablarme como lo hiciste ahorita, prometerme cosas y luego, así como así, de la nada, pedirme que me aleje, ¿qué pasó?, dímelo —pidió—. No me iré de aquí hasta que me digas que está ocurriendo.

—Lisa, tienes que alejarte de mí. No quiero que terminas muerta por mi culpa —dije, mi voz apenas en un susurro, cargada de angustia.

Lisa cruzó sus brazos sobre su pecho con obstinación.

—Si no me he muerto hasta ahora, no lo haré ahora. No me iré, Jennie —respondió Lalisa con firmeza.

Me froté las sienes, sintiendo un dolor punzante detrás de mis ojos. No sabía como hacerle entender a Lalisa lo peligroso que era estar cerca de mí. Finalmente, dejé caer manos a mis lados y miré directamente, sus ojos puestos en mí.

—¿Por qué insistes tanto en quedarte a mi lado, ¿Qué es lo que te motiva, Lalisa? —pregunté, mi voz temblando.

Lalisa soltó un suspiro, suavizando su postura.

There Aren't Geniuses. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora