Capítulo 11.

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Ouma Wang

Al abrir los ojos lo primero que veo es una brillante luz blanca que me ciega.

¿Estoy muerto? ¿Fui asesinado?

No puedo saberlo, solo logro quejarme suavemente, sintiendo un fuerte dolor en el hombro, que me hace cerrar los ojos de nuevo por unos segundos.

—¡Ouma!

Al escuchar esa voz abro los ojos de nuevo, mirándolo confundido.

Era Reid, mi Reid, mirándome lleno de pánico, mientras me tomaba de la mano firmemente.

Lo entiendo solo con verlo, no morí, pero estaba herido y me encontraba muy débil, tanto que ni siquiera puedo responder o preguntar algo, mirando a mi alfa con los ojos llorosos, deseando decirle tanto pero sin poder pronunciar ni una sola palabra.

—Ouma... Mi Ouma... —susurra Reid sin soltar mi mano, besando mi frente de forma protectora— Estas bien, ahora estas bien, nadie más puede lastimarte, estoy contigo...

Al sentir sus labios sobre mi frente presiono mis dedos contra su mano con toda la fuerza que tengo, comenzando a llorar por la felicidad que siento de por fin tenerlo a mi lado de nuevo, esperando a tener fuerzas para poder hablar.

—¿D... Dónde estamos? —pregunto en un susurro ronco— ¿Qué paso?

—Tranquilo, no hables —me pide Reid besando mis labios, para luego limpiar mis lágrimas con sus pulgares—, debes guardar tus fuerzas. Estamos en un hospital, paso un día desde que te operaron, pero todo salió bien, y ahora estás estable.

¿Operar? ¿Un día? Mi rostro se llena de confusión haciendo reír a Reid, el cual volvió a besar mis labios.

—Tu tía te disparó en un hombro, te operaron para sacar la bala, todo salió bien —me explica.

—¿Y ella? ¿Dónde está?

—En una fría celda esperando un juicio, como tu tío, tu primo y esos bastardos que te secuestraron —me dice Reid—. Ya nadie más podrá hacerte daño, ahora estarás a salvo para siempre junto a mí.

Aunque sus palabras sonaban realmente tranquilizadoras para mis oídos, mis ojos aún estaban llenos de confusión, yo necesitaba respuestas, había tantas cosas que no sabía...

Viendo mis ojos y mi rostro confundido, Reid besa nuevamente mis labios para evitar que hablara, levantando nuestras manos unidas para mostrármelas.

—Ya tendremos mucho tiempo para hablar de todas las dudas que tengas —dice Reid con calma— ¿No notas algo diferente?

Mirando mi mano con curiosidad, suelto un ruido de sorpresa, mirando un hermoso anillo en uno de mis dedos, el cual relucía una hermosa piedra azul ante mis ojos.

—La compre hace unos días, e iba a pedírtelo de la forma tradicional. Pero después de esto... No pude esperar más —me confiesa avergonzado— ¿Ouma, quieres casarte conmigo?

Mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas mientras me tiro a sus brazos desesperado, llorando lágrimas llenas de toda la felicidad que sentía en ese instante.

—¡Si quiero! —digo casi en un grito— ¡Quiero ser tu esposo!

Riendo, Reid me devuelve el abrazo, besando una y otra vez mis labios, llenos de felicidad.

—Te amo Ouma —me susurra mirándome a los ojos.

—Y yo te amo a ti Reid... —correspondo a sus palabras.

Finalmente podía pertenecerle a mi alfa por completo.

***

Abro los ojos y siento mi respiración agitada, mirando toda la obscuridad en la habitación de hospital.

Me enamoré de un Omega inestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora