Capítulo 9.

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Reid Yamaguchi

Corriendo regreso a mi edificio, y sin pensar en nada voy directamente a mi departamento, donde encuentro la puerta abierta y todo hecho un desastre.

—¿Ouma? —pregunto aterrado, entrando por la puerta y buscándolo desesperado.

Ni una voz resuena dentro.

Después de llegar al hospital fui contactado por el cuidador de mi edificio, que me dijo que unos hombres habían entrado por la puerta trasera al lugar sin que nadie se diera cuenta, entraron a mi departamento, se quedaron ahí un par de minutos, y luego salieron cargando a Ouma y llevándose algunas cosas.

—¡Ouma! —grito aterrado, comenzando a recorrer el lugar.

Ahora mismo lo que menos me interesaba son

No me importan las cosas robadas, si se llevaron dinero o cosas de valor era lo mínimo para mí. Yo solo quería a mi omega, quería a Ouma de vuelta.

No tenía tiempo para nada, sin saber qué hacer, completamente fuera de mi mismo, pienso en quien podría haber venido no solo a robar, también con la clara intención de llevarse a mi omega, a mi Ouma, alguien había venido por él.

Entonces recuerdo sus palabras en mi cabeza.

—Mi tía es la persona que me vendía... Solía decirme que yo debía llevar el dinero de mi trabajo a casa porque le debía mucho por el tiempo que me crio —me explicó Ouma la noche que escapo—. Cundo me negaba o llevaba poco dinero a casa, dependiendo de cuan enojada estaba ella, me golpeaba junto a mis demás familiares y... Me llevaba a un lugar obscuro y pequeño... Es horrible.

¿Un lugar obscuro y pequeño? ¿Eso existe?

Yo solo pude abrazarlo esa noche entera, y aunque no sabía a ciencia cierta si era verdad todo lo que me decía, confié ciegamente en sus palabras adoloridas, intentando consolarlo y borrar un poco de todo el dolor que había sufrido hace tanto tiempo.

Ya era media tarde, una o dos horas después de que Ouma había desparecido.

Al ver las cámaras de seguridad lo note casi de inmediato, mi omega estaba herido, con varios golpes en su cuerpo. Al ver esas imágenes, mi alfa interior rugió de ira, mientras que yo solo pensaba en una forma de encontrarlo cada vez más desesperado.

Siguiendo mi instinto, ni siquiera llame a la policía, solo corrí por toda la ciudad buscándolo.

Fui a la universidad, los barrios bajos, el centro, incluso a moteles que conocía. Pero en ningún lugar pude encontrarlo, mi Ouma no estaba en ningún sitio, y con cada segundo que pasaba lejos de mi sentía que moría.

Finalmente, como si fuera un rayo de luz, recordé ese sitio, esa casa a la que lo lleve esa noche antes de que escapara.

Tomando mi coche, conduje a este sitio sin siquiera prestarle atención a los semáforos que cruzaba, solo pensando en Ouma y en lo mucho que debía necesitarme.

Al llegar a esa casa en Ikebukuro, que era la típica tienda de artículos chinos decorado con objetos de dicho país, de solo verla supe que algo estaba muy mal dentro. Con todas las luces encendidas y varios coches estacionados alrededor de esta, me di cuenta de que ese sitio estaba repleto de personas, ¿Una fiesta? ¿Ouma estaba dentro?

Bajando de mi coche, di un par de vueltas por la residencia sin ver nada por las ventanas por más que me esforzaba, pero aun así no me rendí, buscándolo desesperado. Y mientras miraba por el exterior fui yo quien fue encontrado.

—¿Eres un alfa? ¿Estás aquí por la subasta? —pregunta un chico algo joven, asomándose por una de las ventanas.

Sorprendido, sin entender lo que me dijeron, yo solo puedo asentir algo dudoso, observando como el tipo hacia una señal para que alguien me abriera la puerta.

—Apresúrate, ya está por comenzar —me dice el chico desinteresado, volviendo a entrar en la casa y cerrando la ventana detrás de él.

Sin saber en qué me estaba metiendo realmente, tomando valor por Ouma, entro por la puerta principal con seguridad, observando a mi paso a varios hombres aterradores, los cuales me miraron con cautela.

Algo nervioso, arreglando bien el traje formal que llevaba puesto, ese que usaba en las consultas para el hospital, intento aparentar que sabía que estaba haciendo, entrando en la casa y tomando una copa de vino de un mesero que estaba cerca.

Cuando entro a la sala, me sorprendo mucho al ver a varios alfas de todas las clases reunidos y hablando entre ellos. Había un proyector apagado en medio del salón, y todos parecían especialmente impacientes por las feromonas que soltaban junto a mí.

Sin prestarle mucha atención a los presentes, comienzo a recorrer el salón aparentando desinterés, pero secretamente buscando a Ouma, ya que estaba seguro de que se encontraba en ese sitio, no lo dudaba ni por un segundo.

—Por favor prepárense, la subasta está por comenzar —dice de pronto una mujer bajita y regordeta entrando en la sala.

Sin entender a que se refería, yo solo seguí a los demás alfas que se pararon frente al proyector, como si esperaran algo.

—Bienvenidos a la primera subasta de este verano, como primer producto para este grupo tenemos un omega de la mejor categoría —dijo la misma mujer que acaba de entrar en la sala.

Es entonces cuando ella enciende el proyector y ahogo un gruñido de puro odio.

En una de las paredes de la sala el proyector comenzó a mostrar a mi Ouma dormido, completamente desnudo, siendo movido y manipulado por esos tipos estando inconsciente, permitiéndoles a todos ver su hermoso cuerpo lleno de marcas de todos los ángulos posibles.

Los demás hombres que están a mis lados miran con atención, como si estuvieran apreciando un objeto, algo que me llena de más ira. Ni siquiera dejo que la horrible mujer que estaba al lado del proyector terminara de pasar todas las imágenes, estallo dejando que todas mis feromonas salieran al aire.

Estaba realmente furioso.

Me enamoré de un Omega inestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora