Piel curtida

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    Fue difícil recobrar los sentidos. La desorientación dio paso a la angustia y por instinto se aferró a lo que tuvo más cerca mientras la sensación de mareo pasaba. Al apretar los puños para aferrarse a las sábanas, un dolor agudo le atravesó la mano. Connor abrió los ojos movido por el dolor y se sentó en el borde de la cama sujetando lo que fuera que lo estaba lastimando.

    —Tiene que ser una broma —masculló con cierto hartazgo al abrir la diestra y ver lo que era: un pedazo de cristal, un pequeño fragmento afilado de lo que quedó de esa "esfera mística" que le había entregado la madre del clan la primera vez que entró al nexo y que después se pulverizó entre sus manos la última vez que lo tocó. Había quedado solo ese fragmento, ahora manchado de sangre con el corte que le hizo en la palma. Lo guardaba siempre bajo la almohada, de alguna manera esperando que le diera respuestas a todas las dudas que lo carcomían desde que terminó su cruzada en pos de la libertad de esas tierras —. Debí haberlo tomado por instinto. Aún ha de quedarle poder, de otro modo no habría podido dejarme entrar al nexo. El nexo... ¡Ezio! —recordó en un santiamén y se precipitó fuera de la habitación. Si él había despertado, seguramente Ezio también.

    Llegó corriendo a la que era su habitación, pero se llevó un chasco tremendo al ver que el italiano seguía tendido cuan largo era sobre la cama, igual de pálido, igual de tieso que los días anteriores. Connor apretó los puños y golpeó el marco de la puerta al creer que todo fue un sueño, producto de su desesperación por encontrar una solución, cuando el mismo golpe despertó a Ezio como ya había sucedido una vez. El más joven se sentó rápidamente y observó todo a su alrededor, tratando de darle un sentido a su situación.

    —Ezio —Connor le habló para intentar llamar su atención, siendo que el italiano estaba tan desorientado que sólo pudo apretar los párpados y llevarse las manos a la cabeza en su intento por aclarar sus pensamientos. Entonces Connor se acercó a la cama y se sentó en el borde, moviéndose con cautela en la proximidad del extranjero.

    —Buongiorno... —fue todo lo que logró articular tras pasar un poco de saliva, tenía la boca tan seca que le costó toneladas de esfuerzo decir algo entendible —Me siento fatal, la cabeza me estallará en cualquier momento.

    —¿Sabes en dónde estás?

    —Es... la hacienda. Tu hacienda —respondió Ezio muy a medias. Connor asintió —. Es tu habitación —dijo siendo específico, Connor volvió a asentir —. De pronto lo siento tan invasivo, parece ser un sitio muy personal —se disculpó con una risita disimulada.

    —¿Y sabes dónde estuviste? ¿Lo que sucedió antes? —Connor se mostró más ansioso de lo que hubiera querido, pero las dudas lo estaban carcomiendo tanto como al otro. Ezio tardó en responder.

    —No.

    Soltando el aire que había estado conteniendo, Connor apretó los párpados hasta que le dolieron los ojos, luego se pasó ambas manos por la cara y se quedó mirando al piso.

    —Recuerdo haber llegado por mar, el resto es una niebla espesa aquí dentro —susurró el italiano llevándose una mano a la frente con visible estremecimiento —. No, no tengo idea de lo que pasó antes ni dónde estuve. Pero... de algún modo tengo claro que contigo estoy a salvo.

    Las palabras de Ezio le ataron nudos en la garganta y el estómago, pues nadie que lo conociera tan poco depositaría su fe en él con tal convicción, al mismo tiempo lo reconfortó saber que Ezio lo consideraba su lugar seguro. Además, hacerse a la idea de que estaba frente a la versión inexperta e ingenua de quien fuera uno de los Asesinos más grandiosos de la historia le dio tanta angustia como sal hay en el mar. Acabó con los sentimientos completamente revueltos.

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⏰ Última actualización: Jun 17 ⏰

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Como al paso del viento (Ezio x Connor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora