Capitulo 12 : Noches de Fuga

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Recuerdo ese día que Ingrid no le dio permiso de salir con Emmet. Fue frustrante, pero no los detuvo. Esperaban hasta que se hizo de noche. Cuando la revisión nocturna, para asegurarse de que apagaran todas las luces, terminó, Lucca le mandó un mensaje a Emmet.  Le respondió casi al instante: —Estoy afuera del paredón del orfanato— .

Lucca Brown se escabullio en la oscuridad, saliendo al patio con cautela. El señor Devis, el guardia de seguridad, estaba haciendo su ronda, paseando con su linterna por todas partes. En el orfanato, les daban una hora límite: no podían salir después de las 9 de la noche y tenían que regresar antes de esa hora. Pero ese sábado, Emmet tenía entradas para ir al cine a las 9:30, y  Lucca obvio no se lo podía perder. Decidió escapar con él.

Escapar con Emmet del orfanato era casi habitual para pata ella. Siempre la ayudaba y estaba allí para asegurarse de que no le pasara nada. Camino despacio, evitando al señor Devis, y se dirigio al lugar secreto donde podía trepar el paredón y salir ilesa.

Al llegar, vio a Emmet del otro lado, riendo en silencio. —¡Vamos, apúrate antes de que nos vean!—susurró con una sonrisa.

Se subio con esfuerzo, y al cruzar, Emmet como todo un caballero la ayudó a bajar del otro lado. —Lo lograste—dijo, dándole una palmadita en la cabeza.

—¡Vamos antes de que nos descubran!— respondí, y ambos corrimos, riendo en silencio.

El camino al cine estuvo lleno de emoción. Sentía el corazón latiendo rápido, no solo por la adrenalina de la fuga, sino por la alegría de estar con Emmet. Cuando llegaron al cine, él sacó las entradas y se las mostró con orgullo.

—¡Ta-da! Entradas de primera fila— dijo, con una sonrisa que iluminaba la noche.

—Gracias, Emmet—le dijo, sintiendo una cálida gratitud.

—De nada. Sabía que te haría feliz — respondió.

Entraron al cine, y mientras las luces se apagaban y la película comenzaba, Lucca se percato de lo especial que era este momento. A pesar de las dificultades y las reglas estrictas del orfanato, siempre encontraba la manera de ser feliz con Emmet.

Al terminar la película, volvieron al orfanato de la misma manera que habían salido, con cuidado y sigilo. Esta vez, la risa era más silenciosa, pero el sentimiento de satisfacción era el mismo.

—¿Lo volverías a hacer?— me preguntó Emmet, mientras se acercábab al paredón.

—Definitivamente — respondió, con una sonrisa cómplice.

Emmet la ayudó a trepar de nuevo, y una vez dentro, ella volvió para mirarlo. —Buenas noches, Emmet. Gracias por lo de hoy — .

—Buenas noches. Cuida tus sueños— dijo, y luego desapareció en la oscuridad.

Regreso a su habitación, el corazón aún latiendo con fuerza. Sabía que estas escapadas eran riesgosas, pero cada momento con Emmet hacía que valiera la pena. En la tranquilidad de la noche, comprendio que a veces, romper las reglas era necesario para encontrar esos pequeños destellos de felicidad que tanto necesitaba.

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