Capitulo 21 : Los Analgésicos

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La amistad entre Lucca y Emmet nunca había sido perfecta. Aunque se apreciaban profundamente, a veces tenían peleas por cosas insignificantes y absurdas que sólo ellos podían entender. Pero, a pesar de todo, nunca podían estar más de un día sin hablarse. La última discusión había sido particularmente tonta, y ambos se habían marchado enfadados, convencidos de que no hablarían por un tiempo.

Esa misma noche, Lucca revisaba su teléfono una y otra vez, el rencor y la preocupación mezclándose en su mente. Entonces, llegó un mensaje de Emmet: "Tengo fiebre". Sabía que Emmet estaba buscando una excusa para que volvieran a hablar, pero la preocupación se impuso a cualquier resentimiento.

Lucca no respondió al mensaje. En cambio, se puso en acción. Sin perder tiempo, se escabulló del orfanato, usando el paredón de siempre como su ruta de escape. Pedaleó con fuerza en su bicicleta, con el viento nocturno enfriándole el rostro, hasta llegar a la casa de Emmet. Llevaba consigo analgésicos para bajar la fiebre y estaba decidida a ayudar a su amigo, sin importar la hora o las circunstancias.

Al llegar a la casa de Emmet, tuvo que trepar hasta su ventana, un esfuerzo nada despreciable. Con cuidado, golpeó suavemente el vidrio. Emmet, sorprendido, se levantó y abrió la ventana, permitiéndole entrar. A pesar de su estado febril y sudoroso, no pudo evitar sonreír al verla.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Emmet, su voz débil pero teñida de alegría.

—No podía dejarte solo, tonto. Traje medicamentos para tu fiebre —respondió Lucca, sacando las pastillas de su mochila.

Emmet, con fiebre mayor a 40 grados, se dejó caer sobre la cama mientras Lucca le daba un analgésico y un vaso de agua. El alivio fue casi inmediato, no solo por el medicamento, sino por la presencia reconfortante de su mejor amiga.

—Gracias por venir —dijo Emmet, sus ojos brillando con gratitud.

—Sabes que siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que pase —respondió Lucca, acariciándole suavemente el cabello húmedo.

El ambiente en la habitación era de calma. La reciente pelea parecía una memoria lejana, reemplazada por la urgencia de cuidar el uno del otro. Emmet, aún sonriendo, se fue quedando dormido lentamente, mientras Lucca vigilaba su respiración, asegurándose de que su fiebre bajara.

La noche avanzaba lentamente, pero Lucca no se movía. La amistad que compartían, con todas sus imperfecciones, era más fuerte que cualquier desacuerdo pasajero. Y mientras Emmet dormía, Lucca supo que no había lugar en el mundo en el que preferiría estar que allí, cuidando de su mejor amigo.

El valor de la amistad no se mide en los momentos de risa, sino en aquellos en los que se está dispuesto a dejar todo de lado para cuidar del otro. Sin hacer ruido , Lucca Brown se fue alejando de Emmet en silencio hasta llegar a la ventana por donde entró,  tenia que irse antes del amanecer , no antes de dejarle una nota a su amigo donde decía " Nos vemos en la tarde , tonto ." Y un dibujo cariturizado de Emmet en la cama durmiendo .

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