Capitulo 16 : La Fogata en la Cocina

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Emmet a menudo invitaba a Lucca a su casa. Era un apasionado de la cocina, siempre experimentando con nuevos platos, y Lucca era su degustadora oficial. Después de la preparatoria, Emmet sabía qué camino tomar: el de la gastronomía. Su amor por la cocina era evidente en cada plato que preparaba, y Lucca siempre estaba allí para saborear sus creaciones, riendo y compartiendo momentos inolvidables.

Una tarde, tras un largo día de un sábado silencioso Emmet invitó a Lucca a su casa para probar una nueva receta que había ideado, no había nadie más en su casa salvo Emmet y la invitada especial, Lucca. Era una tarde soleada, y la cocina de Emmet estaba llena de luz, con ingredientes frescos esparcidos por todas partes. Emmet hablaba con entusiasmo mientras cocinaba, sus manos moviéndose con destreza entre los utensilios y los ingredientes.

—Hoy vamos a preparar un soufflé de queso, Lucca. He estado perfeccionando esta receta durante semanas —dijo Emmet, sus ojos brillando de emoción.

Lucca, sentada en una esquina de la mesa, lo miraba con admiración y una sonrisa en los labios.

—No puedo esperar a probarlo, Emmet. Seguro será increíble, como siempre —respondió, su risa llenando la cocina.

Mientras Emmet seguía cocinando, Lucca se entretenía observando cada uno de sus movimientos. Era evidente que la cocina era el lugar donde Emmet se sentía más en casa. Sin embargo, en medio de su charla animada, Emmet no se percató de que el trapo que llevaba en el hombro había caído sobre la hornalla. En cuestión de segundos, una llama se levantó, convirtiendo el trapo en una pequeña fogata.

—¡Emmet, el trapo! —gritó Lucca, señalando el fuego.

Emmet se giró rápidamente, sus ojos abiertos de par en par.

—¡Maldición! —exclamó, intentando alcanzar el trapo con una mano temblorosa.

Pero el fuego se extendió rápidamente, alcanzando los muebles cercanos. La alarma de incendios comenzó a sonar estridentemente, llenando la cocina de un ruido ensordecedor. Emmet y Lucca se miraron, sin saber exactamente qué hacer en ese momento crítico.

—¡Tenemos que salir de aquí! —dijo Lucca, tirando del brazo de Emmet.

Ambos corrieron hacia la puerta, cubriéndose la cara con las manos mientras el humo llenaba la cocina. Afortunadamente, los bomberos llegaron en cuestión de minutos, respondiendo a la alarma automática. Lucca y Emmet salieron ilesos, aunque un tanto sucios y con el corazón latiendo a mil por hora.

Parados en el jardín delantero, observaron cómo los bomberos controlaban el incendio. Las llamas se extinguieron rápidamente bajo los chorros de agua de las mangueras, y la cocina quedó en silencio salvo por el sonido del agua goteando y el chisporroteo de los restos quemados.

Lucca miró a Emmet, con su rostro manchado de hollín y una expresión de shock mezclada con alivio. Emmet la miró a su vez, y de repente, ambos rompieron a reír.

—Bueno, al menos no fue un soufflé quemado esta vez —dijo Emmet, limpiándose el hollín de la frente con la manga de su camisa.

—Sí, fue más... emocionante que eso —respondió Lucca, riendo.

Los bomberos, al verlos reír, sonrieron también, entendiendo que a pesar del susto, la situación no había sido tan grave como podría haber sido.

—¿Alguna vez volverás a invitarme a cenar? —preguntó Lucca, todavía riendo.

—Definitivamente. Pero la próxima vez, prometo que no habrá fogatas en la cocina —dijo Emmet, abrazándola.

A pesar del desastre, Lucca y Emmet sabían que este era solo otro de esos momentos inolvidables que compartían, fortaleciendo su vínculo especial. Y aunque la cocina necesitara algunas reparaciones, su amistad y las risas que compartieron serían algo que ni el fuego podría destruir , el señor Jhonson obviamente regañaria a Emmet pero por suerte no estaba nadie más que ellos dos y nadie salió herido .

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