Lucca Brown solía cuidar al pequeño Max, el hermano menor de Emmet Johnson, con bastante frecuencia. Ese sábado, el señor Johnson le había pedido que cuidara de Max mientras él asistía a una reunión con unos amigos. Lucca aceptó sin dudarlo, ya que disfrutaba pasar tiempo con el pequeño y se llevaba bien con la familia Johnson.
Al llegar a la casa, el señor Johnson se despidió rápidamente, agradeciéndole a Lucca por su ayuda. Los gemelos no estaban en casa, así que aparentemente solo serían ella y Max esa tarde. Después de jugar un rato en la sala, Max le pidió a Lucca que buscara uno de sus juguetes favoritos que había dejado en la habitación de Emmet.
—¡Claro, Max! Espera aquí, iré a buscarlo —dijo Lucca, sonriendo al pequeño.
Subió las escaleras y se dirigió a la habitación de Emmet. Sin pensar en tocar la puerta, la abrió rápidamente, esperando encontrar el juguete en el suelo o en algún rincón visible. Lo que encontró, sin embargo, la dejó paralizada por un momento.
Emmet estaba en su cama, medio cubierto por las sábanas, con los auriculares puestos y claramente dándose autoplacer. La sorpresa y el horror se mezclaron en el rostro de Lucca, quien dejó escapar un grito ahogado antes de cerrar la puerta de golpe.
—¡Oh, Dios mío! —murmuró, su corazón latiendo a mil por hora.
Dentro de la habitación, Emmet se quitó los auriculares bruscamente y se quedó inmóvil, dándose cuenta de lo que acababa de ocurrir. Lucca, su mejor amiga y la chica de la que estaba enamorado, lo había visto en una situación extremadamente embarazosa. La vergüenza se apoderó de él, y no sabía cómo podría mirarla a los ojos los próximos días.
Lucca, todavía en estado de shock, regresó a la sala donde Max la esperaba.
—¿Encontraste mi juguete? —preguntó Max inocentemente.
—Eh... no, Max. Creo que está... eh... ocupado ahora mismo. ¿Por qué no jugamos con otro juguete? —respondió Lucca, tratando de mantener la calma y sonreír.
El resto de la tarde pasó con una tensión palpable en el aire. Emmet no salió de su habitación, y Lucca hizo su mejor esfuerzo para distraer a Max y evitar pensar en lo que había visto. Cada vez que sus pensamientos volvían a la escena, su cara se sonrojaba de nuevo.
Finalmente, el señor Johnson regresó y agradeció a Lucca por cuidar de Max.
—Gracias por todo, Lucca. Espero que Max se haya portado bien —dijo con una sonrisa.
—Sí, todo estuvo bien —respondió Lucca, intentando sonar lo más normal posible.
Cuando salió de la casa, Lucca respiró hondo, tratando de calmar sus nervios. No podía dejar de pensar en cómo sería la próxima vez que viera a Emmet. ¿Cómo podrían enfrentar ese incómodo momento? Por otro lado, Emmet estaba en su habitación, sintiéndose cada vez más avergonzado y preocupado por su próxima interacción con Lucca.
Los días siguientes fueron extrañamente silenciosos entre ellos. Emmet evitaba a Lucca en la escuela, y ella hacía lo mismo, ambos demasiado avergonzados para hablar de lo que había pasado. Sin embargo, sabían que eventualmente tendrían que enfrentarlo y, quizás, reírse de ello juntos. La amistad que tenían era fuerte, y aunque este momento había sido increíblemente embarazoso, sabían que lo superarían.
Pero por ahora, preferían guardar silencio y esperar a que la incomodidad se desvaneciera con el tiempo, confiando en que su amistad era lo suficientemente sólida para soportar incluso las situaciones más vergonzosas.
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El Alma del Invierno
Teen Fiction¿Que eres en verdad? ¿Debería preguntarte que eres o quien eres ? ¿ lo sabrías contestar? Yo no podría al menos aun no , considero la pregunta un tanto difícil de responder porque en lo que a mi me concierna la mayoría de los humanos no saben quiene...