Corazón Herido... Hasta Que Te conocí - Aemma Arryn Y Harwin Strong

Capítulo 18

— Has hecho sólo lo que pudiste en el tiempo que pudiste. Has salvado a tu hija y a ti misma antes de que fuera demasiado tarde, siéntete orgullosa de ello

Harwin abrió los ojos, de negro a azul.

— Hay personas que son más que capaces de hacer algo, cualquier cosa, y deciden no hacerlo. Eres una omega fuerte, estabas dispuesta a matar por tu hija, algo que va en contra de tu propio ADN — Presionó la palma de su mano más profundamente en el cuello de Aemma, haciendo pequeños círculos. Aemma inclinó su cabeza hacia un lado, completamente tranquila en el agarre del alfa — No te avergüences de lo que fue, sino siéntete orgullosa de lo que has hecho para llegar a donde estás ahora

Aemma gimió alto y necesitada, tomando a Harwin con la guardia baja. Aemma lo hizo más fuerte, convirtiéndose en gelatina en sus manos. La omega se apoyó pesadamente en los brazos de Harwin, gimiendo antes de que los fuertes sonidos subieran por su garganta nuevamente. Harwin lo acercó más, levantando a Aemma en un solo movimiento. La omega envolvió ambas piernas alrededor de él, acurrucando su rostro en la glándula olfativa de Harwin, respirando profundamente.

Harwin todavía estaba en su lugar, sabiendo que necesitaba llevar a Aemma a la cama, pero sin querer.

Aemma estaba liberando sus propias feromonas, personales. Estaba claro que la omega se sentía sumamente cómoda al bajar tanto la guardia. Olía tan indefensa.

Harwin dio un paso, casi temiendo que Aemma se asustara. Harwin dio otro paso y Aemma agarró la parte de atrás de su camisa.

— Macarrones...

Harwin tocó la nuca de Aemma, acariciándola.

— Mañana
— No... — Aemma estaba somnolienta, no sólo por sus emociones, sino también por el olor de Harwin. Se movió hasta que estuvo en el suelo — No — Aemma miró hacia arriba, torcido, a Harwin — Hueles muy, muy bien — Inclinó la cabeza — Gracias por ser tan amable con una omega mestiza

Harwin no dijo una palabra, en lugar de eso observó a Louis llenar una olla de agua para hervir. El alfa puso ambas manos detrás de su espalda, ignorando el cambio en la habitación, ignorando a la niña omega que observaba en secreto desde detrás de la pared.

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— Rhaenyra, hoy es el último día que tu madre va al médico

Rhaenyra hizo un puchero, deteniendo su rompecabezas.

— Mamá no va
— Sí, lo hará, si quieres ir entonces tienes que comportarte — Harwin se sentó en la silla — Si no te portas bien, nosotros nos quedaremos y mamá se irá sola

Rhaenyra negó con la cabeza lentamente.

— Quiero ir con mamá
— Está bien — Harwin extendió una mano — Mamá está en la ducha. Tú también debes prepararte, no puedes ir en pijama
— Bueno

Desde ese día, nada había cambiado realmente. A Harwin le sorprendió cómo se quedó paralizado. No era del tipo que se congela. Fue un momento emotivo, los alfa son criaturas protectoras y no les gusta ver omegas lastimados o tristes. Son familiares, amables, agresivos pero a la vez amables, especialmente con la familia.

En la cultura de los lobos, es normal ayudarse unos a otros. Si ves a un omega, un niño, incluso un alfa infeliz; es común intentar ayudar. Para abrazarlos o olerlos, sólo para calmarse, no para reclamar. Era común ayudar a los omega a regresar a casa o a algún lugar seguro si se perdían.

No era común que un omega simplemente se entregara a ti, lo que Aemma había hecho anoche. Harwin no sabía si era porque Aemma no es una loba completa, o si realmente importaba. Tal vez fue por la cita con el médico, Harwin no tenía idea. Aemma se quejó anoche. los quejidos son complicados.

Los niños lo hacen cuando tienen miedo, están molestos, tristes.

Los adultos, específicamente los omegas, lo hacen cuando están cerca de su pareja. Lo hacen en señal de angustia, que probablemente fue lo que despertó a Rhaenyra. Los omegas lo hacen cuando necesitan ayuda: ayuda y consuelo reales. Lo hacen cuando se sienten 100% seguros, por lo que se vuelven dóciles y listos para ser atacados.

No era algo común simplemente escuchar.

Los gemidos eran comunes, todos lo hacían, estaba bien.

Pero los gemidos agudos, necesitados y deseosos eran confusos. Para Harwin significaba que Aemma se había vuelto lo suficientemente dócil como para probablemente haberla llevado al sofá y Aemma habría estado bien con eso. Significaba que podría haberla mordido y Aemma no habría rechazado el mordisco. Significaba que Aemma no estaba bien.

Harwin incluso la olió, algo que hacía al aire libre... no para alguien específicamente. Sí, Harwin a veces se lo hacía a Rhaenyra pero nunca a un adulto que no fuera su pareja, era raro. De alguna manera lo hacía sentir extraño y vulnerable.

Aprendió macarrones con queso, pollo y arroz, hoy sería lasaña.

Aemma no había estado actuando diferente a su alrededor, en todo caso, estaba más feliz físicamente. Todo lo demás había sido normal, lo que estresó un poco al alfa, si él era el único que se sentía ansioso. ¿Por qué?

— Elige tu ropa para el día — Harwin le dijo a Rhaenyra mientras agitaba las sábanas. Harwin dejó la manta, asegurándose de que estuviera perfectamente recta.
— Este — Rhaenyra chocó contra el costado de su pierna. Sosteniendo una blusa roja, abrigo y pantalones cortos.
— Puedes quedarte con la blusa y el abrigo — Harry metió la sábana firmemente debajo del colchón — No puedes usar pantalones cortos, busca pantalones largos

Rhaenyra dejó la blusa, el abrigo en la cama y corrió de regreso a su cajón.

— Oh, Harwin — Aemma entró corriendo, golpeando las manos del alfa — Odio que limpies, eso no es parte del cuidado de Nyra
— Lo es, si se ensucia demasiado se enfermará. Estoy haciendo mi trabajo

Aemma se cruzó de brazos, sonriendo.

— Estoy segura de que si no haces la cama, Rhaenyra estará bien
— Este — Rhaenyra volvió a chocar contra la pierna de Harwin — Pantalón

Harwin asintió.

— Bien, ahora puedes ponértelos

Rhaenyra corrió hacia el otro lado de la cama.

— Mamá
— ¿Necesitas ayuda, bebé?
— No — Harwin caminó alrededor, levantándola — Muéstrale a tu madre cómo puedes hacerlo por tu cuenta

Rhaenyra movió los dedos de los pies.

— Quiero que mamá lo haga
— Sí, lo veo, pero a veces tienes que hacer las cosas por tu cuenta. Estoy seguro de que mamá estará feliz de verte hacerlo por tu cuenta

Aemma sonrió, aplaudiendo a su hija.

— Vamos Nyra, mamá quiere ver

Rhaenyra tardó un poco en quitarse la camisa del pijama y consiguió ayuda. Aemma la animó todo el tiempo. Se puso la blusa, él abrigó y luego los pantalones.