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—Tienes permiso de salir hasta las cuatro y media, si a esa hora no estás aquí, recibirás un castigo — asentí, mirando la forma tan intimidante que me estaba dando.

—Si, amo — hice una pequeña reverencia.

—Despídete antes de que te vayas — menciono, pero, no supe que hacer, ¿Qué debería hacer? Él jamás menciono nada sobre las cosas de debía hacer cuando me despidiera de él. Con pasos precavidos, me acerque a él, sin dudarlo, pase mis piernas a lado de las suyas y me senté en su pelvis, me incline y besé sus labios, al parecer esa fue algo que no se esperaba y que bueno, le gusto, sentí algo palpitar debajo mío y sus manos se posaron en mi trasero, apretando y sacándome un jadeo. Su lengua lamio mi labio inferior, haciéndome jadear más fuerte.

Hasta que él, rompió el beso, mordió su labio inferior y acaricio mi mejilla.

—Estas portandote mejor que el primer día, supongo que mis castigos si te mostraron como debes de comportarte, ¿No es así? — alzó una ceja, sonreí y asintió.

—Sí, amo, sus castigos fueron muy...duros — él sonrió y palmeo mi muslo, antes de indicarme que me levantará.

—Bien, no quiero que te vayas tarde, así regresas más temprano — asenti, bajando un poco la mirada. —Por cierto — lo miré y ví como abrió el cajón que estaba a un costado en su escritorio y saco un sobre amarillo, se veía realmente abultado. Lo tiró en el escritorio y lo señaló con la barbilla. —Es tu paga, la acordada en el contrato — mordi mi labio inferior, con un poco de timidez tome el sobre y ni siquiera me di gusto de verlo.

—Gracias amo — hice una reverencia. —Entonces, nos vemos en la tarde, amo — él asintió, hice una nueva reverencia y salí del despacho, cerrando la puerta despacio y sin hacer ruido.

Solté un suspiro y miré la hora en mi teléfono. Son las once de la mañana, si me da tiempo, tengo que comprar una despensa, flores e ir al asiló a pagar el tratamiento de mi abuela, además, también dejar para sus gastos. Eché mi cabello hacia atrás y di marcha hacia aquel lugar.

Jamás en la vida me había sentido tan mal, no de salud, sino, mal de conciencia, sé que tal vez, dios esté viendo mi esfuerzo y lo que hago para una buena causa, pero, también sé, que dios probablemente me este regañando y mandando diferentes formas de salir adelante, pero, nadie quiere aceptar a una chica que ni siquiera termino sus estudios, que a duras penas sabe hacer cuentas, leer y que trabaja muy duro, pero, ¿De qué me sirve eso, si la paga no es buena y ni siquiera puedo pagar la cuarta parte de lo que se supone que debo? Dios debe entender y no debería juzgarme.

Al llegar al centro, tuve que recordar que era lo que compraría. Cosas para la higiene personal de mi abuela y cosas de la despensa, tome un carrito y empecé a empujarlo, teniendo en mente las cosas que compraría.

»365 días de sadomasoquismo 🍷 +18 [ Lizkook ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora