You Know What They Do To Guys Like Us In Prision

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Omnisciente

«no podés ser más imbécil, no, Gustavo, no podés»

Se decía así mismo una y otra vez. Hasta que se cansaba, y después volvía a repetir esas frases. Y bueno, ahora mismo estaba paseándose por la celda que lo atrapaba, porque así es. Él ahora estaba tras las rejas... Demasiado irónico para ser verdad... Que situación tan humorística.

Antes de que lo atraparan, él había estado huyendo, entre una calle que si ibas todo derecho que llevaba a un tipo de restaurante, corría y corría. Con policías diciéndole que se detuviera. Y bueno, obvio no lo hizo. Tenía el arma que le habían dado, en sus manos. Y de un momento a otro empezó a disparar en contra de los policías, que de hecho, sí hirió a uno. Pero, gracias a qué tuvo que voltear su vista a dónde disparó, chocó con una mesa, haciendo que Gustavo cayera al suelo. La gente hablaba en voz baja, murmurando cosas tanto malas de Gustavo, como cosas que él no llegaba a distinguir, pero que esas personas se veían confundidas más que nada

Y es entendible, imaginá que estás de lo más tranquilo comiendo, y de la nada llega un boludo tirando todo. Es obvio la reacción de esas personas, que de milagro no lo alcanzaron a reconocer.

Los policías lo recogieron del suelo, con Gustavo haciendo resistencia y moviéndose de un lado a otro, tratando de safarse del agarre de los policías. Pero no le funcionó, lo metieron al auto y Gustavo estuvo renegando todo el camino.

Silencio, y sus pensamientos eran las únicas cosas que lo acompañaban en el viaje. Y claro, también algo de culpa. Más sin embargo, en diminuta presencia. No sentía tanta culpa como para largarse a llorar, pero tampoco para evitar pensar en ello. Bastante conflictivo. Movía sus manos, que estaban esposadas, o más bien sus dedos. Y sus piernas se movían de arriba a abajo. Trataba de respirar de manera adecuada, pero no podía hacerlo bien. Se entrecortaba, con esa picazón en la garganta y en los ojos. ¿Le dieron ganas de llorar ahora? Uh, que mala suerte de Gustavo. El auto se estacionó y a Gustavo lo sacaron casi arrastrando. Él solo resoplo, cuando entraron, no dijo absolutamente nada, pero sus pensamientos internos no se callaban, a ver, esquizofrénico no era. Pero, sobrepensaba muchísimo.

- Toma asiento, hasta que lleguen. - Le dijo un policía. ¿Hasta que llegue quien? Pensó Gustavo, no pensó en voz alta por suerte. Se sentó en una silla de esa celda, no estaba en la cárcel, porque lo tenían que procesar por los cargos en una corte, así que solo estaba bajo custodia. Pero era igual o peor que una cárcel. Llegó otro tipo y lo metieron junto a él.

- No le hagas daño, Kash - Le dijo un policía, por su tono de voz, se escuchaba que estaba cansado. No sabía si de su "absurdo" trabajo de tener que custodiar a personas estúpidas, que a veces están ahí por simplemente saltarse una multa de tránsito. Que ridículo. Pero, está vez no era el caso...

- Hola. - Canturreó el compañero de Gustavo. El mencionado volteó y lo miró sin decir nada. Confusión solamente.

- ¿Hola? - Gustavo susurró.

- No le hables si no querés problemas. - Le dijo el policía, el otro tipo resoplo con frustración.

- ¿Puedo preguntar por qué? - Gustavo hizo una pregunta. El policía lo miró con suma diversión en sus ojos. Sonrió y después dijo:

- Digamos que tiene gustos peculiares... - Hizo obvio lo obvio. - Y un tanto masoquista... Por no decir que rozando la crudeza. - Gustavo quedó más confundido aún. ¿Gustos peculiares? ¿Masoquista? ¿Crudeza? Esas preguntas rondaban por su cabeza. Tanto así que se distrajo por un rato, hasta que sintió una mano en su muslo.

𝐃𝐄𝐌𝐎𝐋𝐈𝐓𝐈𝐎𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑𝐒 / 𝙶𝚞𝚜𝚝𝚊𝚟𝚘 𝙲𝚎𝚛𝚊𝚝𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora