Omnisciente
- ¡Auch! - Se quejo Gustavo al recibir un golpe por una lata de hojalata. - ¿Por qué me golpeas? - Le pregunto a la única persona... Es más ni era persona... Al único ser... Con él. A Lucifer obviamente.
- Te quedaste dormido. - Habló con seriedad. Gustavo miró al piso. ¿Se había quedado dormido en el suelo? Estaba lleno de tierra y semi-acostado, entonces era un rotundo sí.
- Tenía sueño. - Gustavo se tallo los ojos con los puños de sus manos y después echó un bostezo largo, para estirarse y por fin mirar a su alrededor.
- No me digas. ¡Que encantador eres! - Respondió sarcástico. Gustavo rodó los ojos y se levantó del suelo, aprovechó ese momento para sacudir su ropa y dejarla, al menos, más limpia.
- ¿Se puede saber por qué estás acá? - Preguntó Gustavo. Sin darse tantas vueltas. Lucifer se cruzó de piernas y le sonrió para después responder.
- ¿Acaso no puedo estar en mi propio mundo? - Agregó con ironía. Gustavo echó una risa.
- Este no es tu mundo. - Contraataco. Lucifer hizo una mueca de curiosidad. Y dijo de manera sarcástica nuevamente:
- ¿No lo es? - Frunció los labios hacia abajo. - Que pena. - Volteó los ojos.
- ¿Me vas a responder o no? ¿Por qué estás acá? - Preguntó, ahora con más insistencia. Se acercó un poco más a él, y el olor a azufre inundó sus fosas nasales, sin embargo no dijo nada al respecto.
- Te falta un poco para los mil hombres ¿Acaso no te acordabas? - Informó, Gustavo lo miró, inexpresivo. - Ahora, la policía no va a tardar demasiado en buscar al culpable del incendio en el motel. - Gustavo suspiró, frustrado. - Y estoy acá, para prevenir justamente eso, Gustavo, que te vuelvan a encerrar por imbécil. - Gustavo lo miró con sorpresa. ¿Le había dicho imbécil? - Porque, dejame recordarte que la vez que estuviste en la cárcel fue porque tropezaste. - Gustavo se dio la vuelta para irse a otro lado. Cuando estuvo a punto de caminar, la mano lo agarro por el brazo. Gustavo se quejó, al sentir una quemadura que crecía en su brazo. Pero lo único que hizo fue mirarlo, más que nada de manera retadora.
- Tengo cosas que hacer. ¿Me podés soltar? - Se safo de su agarre.
- Ah, cierto. Tienes que estar con tu amada. - Soltó en contestación con una risa ronca. - Pues me parece... Que vas a llegar un poco tarde. - Gustavo volteó su mirada. Trato de descifrar con la mirada a qué se refería con ese comentario. Le pasaron muchas cosas por la mente, ninguna conclusión.
- ¿Que querés decir? - Gustavo interrogó, una sonrisa como respuesta fue lo único que obtuvo.
- Puede ser que ella... Ya te haya olvidado, Gustavo, y todavía sigues en busca de ella. - Gustavo negó con la cabeza, sin hacer caso a lo que escuchaba, como si quisiera alejar esa contestación que obtuvo. Eso a Lucifer lo hizo reír mucho. Como si de un chiste se tratara. - No lo niegues. Sabes que nunca fuiste ni serás lo suficientemente hombre para ella. - Suspiro acercándose a él, y reposando un brazo en el hombro de Gustavo para después susurrar. - Eres un asesino y ella se merece algo mejor. - Gustavo bajo la mirada. Claro, razón tenía. - Pobre, ¿En verdad pensabas que ella te amaba? Por favor. - Se separó de él. - Reacciona, ella estaba contigo solamente por lástima y miedo. - Dijo esto último con un tono más alto. Como si quisiera captar la atención de Gustavo. - Ella ya tiene otro hombre. Y lo sé. ¿Bueno, no querías honestidad? - Soltó una risa descarada. Que a Gustavo le alteró todo. - Es mejor así. En serio, ¿Que tengo que hacer para demostrarte que la vida no es lo que parece? - Continúo torturando la mente de Gustavo.
- ¡No! ¡Eso es mentira! - Negó. - ¡Vos me querés ver la cara!. - Lucifer volvió a reír. A Gustavo le hervía la sangre. Podría jurar que sintió ganas de matarlo. Pero claro, un demonio no puede morir.
- Piensa lo que quieras, inútil. - Dijo y se desapareció, sonriéndole a Gustavo. Cuando ya no hubo señal de él, Gustavo se volvió a sentar en el suelo dejándose caer. Acostándose completamente. Soltó un grito lleno de frustración y enojo. ¿Y si Lucifer tenía razón? Tal vez, Alya ya hizo su vida. Después de todo, ella es una mujer hermosa, cualquier hombre estaría dispuesto a estar en la cama con ella y compartir su vida también. Gustavo no era el único. Y él, él, era un asesino que no se dejaba despistar por nadie.
Claro, hasta que chocó con Alya.
- Señor, ¿Esta usted bien? - A Gustavo le sobresalto esa voz. Era un hombre que salió del camino para ir a verlo.
- No, no estoy bien. Lo prometo. - Susurró.
- ¿Disculpe, qué? - Preguntó el hombre. Se encontraba lejos de Gustavo y su respuesta no la escucho bien.
- Ahora estoy bien, en serio. - Gustavo fingió una sonrisa. El hombre ajeno asintió dudoso y siguió caminando. Cuando él hombre ya estuvo lo suficientemente lejos de él. Gustavo vió una rama a lo lejos. Bueno, más bien, parecía un pedazo de árbol caído. Tuvo un impulso de reventarle esa rama en la cabeza a ese hombre.
Y el impulso le ganó, fue corriendo a esa rama y la tomo en sus manos. Se acercó furioso a ese hombre, y el hombre escuchó sus pisadas, cuando volteó su mirada su rostro fue impactado por el golpe de Gustavo. Ese golpe lo derrumbó al suelo y Gustavo volvió a golpear, está vez con más fuerza y más furia. Se estaba desquitando como nunca antes lo hizo. Levantó el pedazo de tronco por encima de su cabeza con ambas manos y lo impacto con fuerza en el cuerpo del hombre. Una y otra vez. Mientras los gritos de ambos se escuchaban. Gustavo de enojo y desquito. Y los del hombre de dolor e intentos de pedir ayuda. Junto con algunos gemidos de dolor.
Un golpe tras otro, sin descanso. Hasta que la rama se rompió, se quedó mirando el pedazo roto en sus manos y después resoplo con frustración y enojo también. Otra vez. Pasó una mano por su pelo y se empezó a desesperar, su respiración comenzaba a agitarse. Sin dejar caer la rama, dió media vuelta para caminar en contra de dónde estaba.
- Entonces, ahí está tu punto débil. - Gustavo miró hacia enfrente dónde provenía la voz.
- ¿Que carajos querés? - Le respondió con recelo. Todavía no podía respirar correctamente, entonces su pregunta, o más bien, insulto, sonó como un jadeo. Lucifer se acercó a él. Y le dijo:
- ¿Una mujer... Es tu punto débil? - Se burló. Gustavo lo miraba con muchísima furia. Y a la vez algo de impotencia, impotencia de saber que, aunque quisiera, no podía romperle la cara a golpes. Y eso unido a la frustración del mismo pensamiento anterior.
Aún así. Le aventó el pedazo de tronco que tenía en su mano junto con un grito, como si ese grito le hubiera dado más fuerza. Lucifer se acercó con una velocidad inimaginable, simplemente para levantarlo del suelo por la camisa. Literalmente estaban flotando en el aire.
- Eres jodidamente patético. Haces un berrinche como niño. - Susurró, con asco. Gustavo tenía algunas lágrimas en sus ojos. Querer llorar por enojo es lo que le pasaba. Ese maldito sabor de boca, tan amargo. Tan horrible y algo con lo que ya estaba acostumbrado a vivir. Pero claro que no le gustaba. Ese maldito pensamiento, de querer tirar todo, romper, gritar, correr, dónde todo se vuelve rojo y no tus pensamientos no son lo que querés que sean. Un ataque de ira más bien. - Y todo por una mujer. - Terminó de decir, acto seguido lo soltó dejándolo caer, haciendo que Gustavo cayera de cara, aunque alcanzo a poner sus manos ese no fue suficiente, se había lastimado la nariz. Y un pequeño hilo de sangre brotaba de ésta. Y Lucifer se fue volando, desapareciendo de su campo de visión.
- Imbécil. - Susurró mirando con enojo hacia donde desapareció ese ángel negro con la voz agitada por el golpe...
🔪🔪🔪
EEEEEEEHHHH VOLVI A ACTUALIZAR JAKSKAKS.
Espero les haya gustado jakska, ojito aquí. Porque tiene que ver con el final, un pequeño guiño nada más. jsjakkskas. (😈😈😈). Descubran cuál.
Ahora sí chau 🫂🫂🧸

ESTÁS LEYENDO
𝐃𝐄𝐌𝐎𝐋𝐈𝐓𝐈𝐎𝐍 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑𝐒 / 𝙶𝚞𝚜𝚝𝚊𝚟𝚘 𝙲𝚎𝚛𝚊𝚝𝚒
Aléatoire¿Rencor? ¿Enojo? ¿Amor? ¿Culpa? ¿Venganza? Una pareja separada por la muerte. Un hombre en el infierno con un propósito. Un Traicionero. Asesinatos y Amores. Decepción y Sacrificios. Based on: "Three Cheers For Sweet Revenge" by "My Chemical Rom...