Motivo

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Por primera vez en mucho tiempo me desperté temprano, saliendo a esta hora no tendríamos que apresurarnos, podríamos disfrutar de la vista, eso parece algo de lo que el el disfruta.

Hablando de Ayanokouji, ayer me sorprendió, según lo que vi después de ir por un policía, los rufianes estaban ligeramente heridos y eran conocidos de la policía. Pese a que no había pruebas de lo que dije, me dejaron ir sin problema, al encontrarme con Ayanokouji el simplemente dijo que fue suerte y no volvió a tocar el tema.

El viaje de regreso a casa fue silencioso, me hubiera gustado invitarlo a comer pero no pude reunir el coraje.

Normalmente a esta hora yo estaría saliendo, apenas para llegar a tiempo a la escuela. ¿Donde estás? Le envié un mensaje de texto, después de un tiempo sigue sin aparecer en leído, me gustaría entrar para confirmar si está pero no tengo las llaves y aunque las tuviera no creo que fuese capaz.

Estando media hora tarde para la clase decidí empezar a caminar, las calles que suelen mantener mi calma y ayudarme a pensar en algo más se sienten solas, normalmente disfruto de pasar por el parque y ver el columpio, al girar y mirar a mi alrededor al igual que siempre o la mayoría del tiempo no había nadie. Ya he tenido este monólogo tantas veces, ¿Porque se siente que fuese la primera vez?

Al llegar al aula la profesora me regañó ligeramente, mi mirada cayó en el asiento frente al mío, mi esperanza se evaporó cuando lo vi vacío.

-Karuizawa, te he visto mucho con Ayanokouji, ¿por casualidad sabes si el va a venir hoy?

-No señora.

Me dirigí a mi asiento y sentí una mirada obscena, al girar a la dirección era Manabe, quien estaba sonriendo ampliamente, quiero matarme.

Las clases pasaron tranquilamente, los profesores no nos dejaron tiempo suficiente para que me pasara nada, pero eso no significa que hoy no pase nada, soy más consciente que nadie de lo que va a pasar.

-Karuizawa, te esperamos en la terraza después de clases.

Al escuchar la voz no pude evitar estremecerme, sentí un pinchazo en mi corazón, no me atreví a levantar la cabeza de entre mis brazos.

-¿Entendido?

De forma inconsciente agite mi cabeza de forma vertical pese a seguir teniéndola entre mis brazos.

-Buena chica.

Manabe acaricio mi cabeza y se fue, su acción me hice sentir náuseas conmigo misma, ¿por qué no sirvo para nada?

Siempre es lo mismo soy incapaz de hacer nada y aún si fuese capaz, ¿que puedo hacer? Nadie me va a ayudar, en este mundo no importa a qué dirección mire, estoy sola.

Ya he intentado pidiendo ayuda y todos giran su mirada hacia otra dirección, no puedo depender de mi madre, ella está muy ocupada normalmente y odiaré ser el motivo de su preocupación, incluso quien sabe que podría hacer Manabe para joderme.

Intentar pelear contra ella sería lo mismo que echarle leña al fuego. Todo lo que puedo hacer es maldecir mi propia incapacidad.

Cuando la campana que anuncia el final del día sonó, sentí escalofríos en mi espalda, Manabe me sonrió y se quedó sentada hablando con otras chicas. Me levanté y me dirigí hacia los lockers, allí estaban esperándome las lacayos de ella, al verme se me acercaron.

-Karuizawa, si quieres irte adelante, en ese caso haremos lo que teníamos planeado afuera.

Me gire sin decir nada y me dirigí hacia las escaleras que dirigían a la terraza. No tenía el valor de subir ningún escalón, una vez suba quién sabe lo que me vaya a pasar, en el mejor de los casos va a ser una paliza, en el peor.... No puedo ni imaginar si Manabe repetiría lo que hice una vez o si ella es capaz de hacer algo peor.

Aun siento náuseas recordando lo que pasó ese día.

Sentí una mano apoyándose en mi hombro, horrorizada gire para ver quién era y para mi desgracia ya sabía la respuesta.

-¿Que esperas? Vamos.

Con su mano sobre mi hombro y su brazo rodeando mi espalda ella me empujó ligeramente hacia el frente presionándome para que suba las escaleras.

Mi mirada estaba enfocada en las escaleras las cuales seguía subiendo y subiendo, cuando llegamos a la mitad estaba apunto de golpearme con la pared pero Manabe me detuvo y me siguió presionando para que siguiera subiendo.

Al llegar pude ver que ya había dos chicas esperando, ellas no parecían muy contentas de estar aquí, por otro lado Manabe parece estar de un humor especialmente festivo, como si ella hubiese recibido un regalo.

-Karuizawa, ¿cómo has estado?

Su tono de voz era amigable, un contraste al tono brusco con el que suele dirigirse hacia mi. Yo no pude hacer nada más que mirarla por un segundo y bajar la mirada al suelo, pese a su comportamiento raro no puedo quitarme el hábito.

-Recientemente me he dado cuenta de algo. Intenta adivinar que es.

Detrás de Manabe ya no veía a las otras, pese a eso no gire mi cabeza, toda mi concentración estaba en Manabe.

-No lo sé, ¿te aburriste de mi?

La sonrisa de Manabe se volvió más profunda, sus ojos me repugnaban, me miraba como si quisiera devorarme, como un cocodrilo esperando a que su presa se acerque a beber agua.

-Me he dado cuenta de cómo hay ciertas posesiones que atesoro más de lo que esperaba.

Sentí un escalofrío cuando ella empezó a acercárseme, todos mis instintos me gritan que escape, miré hacia la salida y allí estaban las otras, sentí lágrimas a punto de salir.

-Y odio con mi vida cuando me las arrebatan.

Ella me agarró el brazo, forcejee para intenta liberarme pero ella me sostuvo con fuerza.

-Y tu Karuizawa, eres mi juguete.

Usando toda mi fuerza me libre de su agarre e intente pasar entre las dos chicas, pero ambas me agarraron los brazos impidiéndome el movimiento, cuando las miré con lágrimas en mis ojos, ellas apartaron su vista.

-Y voy a asegurarme de que nunca puedas salir de mi agarre.

-¡Por favor déjame en paz!

Intente gritar fuerte para conseguir algo de fuerza.

"Slap"

Mi mirada se movió hacia la izquierda y sentía mi mejilla quemando.

-¿Quien demonios crees que eres? ¿Me estás dando órdenes?

Sentí toda mi voluntad salirse de mi cuerpo, otra vez me sentía fuera de mi misma.

-¡Responde!

Yo me quedé callada.

-Acuestenla.

Reaccione a su palabra, cuando la miré ella estaba con la misma sonrisa asquerosa.

-Perdóname, yo no sabía, no lo volveré a hacer.

Estaba Bacicamente rogándole y todo lo que conseguí fue que su sonrisa se hiciera más grande, ¿por qué parece tener las mejillas rojas?

Sentí como me acostaban, mis brazos presionados contra el suelo, al igual que aquella vez, sin importar cuando me intentaba mover todo lo que podía hacer era mover mis piernas inútilmente.

Manabe se ubicó encima mío, me miró por encima con la horrible sonrisa.

-Los perros demuestran propiedad ubicándose encima de otros, pero eso no es suficiente para mi.

Sus manos se ubicaron encima de camisa, y la empezó a desabotonar.

-¡Para! ¡Déjame!

Manabe me pegó otra bofetada pero eso no logro detener mis gritos, ella me tapó la boca con su mano y siguió desabotonándome la camisa, en este momento ya estaba totalmente abierta, ella se movió un poco hacia abajo y me abrió las piernas.

-Sonríe.

Mi boca fue tapada por la otra chica y escuché un clic.

SwingingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora