Castigos

1.8K 206 17
                                        


Estábamos trabajando la tierra mientras Jungkook nos miraba, sentado en una silla de madera con Victoria sobre sus piernas. Me distraje y una astilla entró en mi dedo. ¡Auch!

—¿Jimin, estás bien?

Sí, Yoongi, es una astilla que entró en mi dedo.

—Permíteme ayudarte. Con cuidado saqué la astilla y di un beso en su dedo. Tranquilo, no es nada grave.

Gracias, Yoongi. No pude evitar pensar en que con él todo hubiese sido tan fácil. Perdón, Yoongi.

—¿Por qué me pides perdón? —pregunté confundido.

Porque no puedo hacer nada para darte lo que te corresponde.

—No sé de qué hablas, Jimin.

Pero yo sí lo sé— Ahora todo estaba claro debo regresar el reino oscuro al verdadero legítimo, aunque yo no seré su doncel, porque mi corazón le pertenece a la bestia de Jungkook.

—¿Seguimos? ¿O quieres tomarte un descanso? Has estado trabajando de pie por un largo rato y se supone que solo deberías estar dirigiéndonos.

Tomaré un pequeño descanso, Hoseok, descansa tú también. No quiero que me odies por darte mucho trabajo.

Sí, alteza.

Me acerqué al carruaje para tomar agua y Jungkook me agarró la mano con fuerza.

¿Qué tanto hablabas con Yoongi?

Suspiré pesadamente. —Cosas simples, Jungkook.

¿Crees que soy estúpido? Pegué a Jimin a mí y lo besé, mordiendo su labio hasta hacerlo sangrar. —Todos aquí saben que eres mío.

No pude evitar pensar en que hace pocas horas él besaba a Victoria frente a todos y que ella había recibido gustosa el fluido de Jungkook en el carruaje. Me aparté y empecé a vomitar.

Vi a Jimin vomitando y me confundí. ¿Qué le pasa? Pero rápidamente voltee cuando un anciano comentó: "Al consorte le da asco el príncipe". —Jimin, me estás avergonzando. ¡Jimin, deja de vomitar, basta, Jimin!

Cuando la bilis salió de mí, me sentí aliviado, pero al recomponerme, volteé y vi a Jungkook con un rostro sombrío.

—Explícame, ¿¡qué diablos crees que haces!? Me estás avergonzando frente a todos estos malditos ancianos decrépitos.

Lo siento, no pude evitar sentir asco después de lo que ella te hacía en el carruaje. Vi tus fluidos llenar su boca y luego tú la estabas besando como si nada, ¿para luego besarme a mí?

—Jimin, son mis fluidos.

Sí, mezclados con los de su boca. Lo siento, pero no puedo aceptar eso como si fuese normal y mucho menos puedo evitar sentir asco.

—¿Crees que puedes avergonzarme? ¿Crees que te dejaré pasar todas las cosas? Jimin, tú aquí no eres nadie. Puedo matarte y a nadie le va a importar, y los de tu reino no harán nada porque saben que ahora nos perteneces. Tus padres no sirvieron para educarte como doncel. Regresa a trabajar y tú solo vas a terminar esa parcela. Los demás retírense que Jimin lo hará.

—Pero alteza, el consorte está encinta. ¿Cómo podemos dejarlo solo? —preguntó una anciana.

—¿Quieres ver tu lengua clavada a un poste?

—No, mi señor. Todos soltaron sus herramientas, dejando a Jimin solo.

—Príncipe, déjeme ayudar al consorte.

—¿Por qué mejor no dices ayudar a tu amante?

—¿De qué habla, príncipe? Jimin es su consorte y jamás le he faltado el respeto ni a él ni a usted.

La Bestia y el DoncelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora