3 - Café y galletas
En nuestras citas, las risas eran las protagonistas. Compartíamos el mismo humor, y eso era un gran punto a favor.
Entre carcajadas, llegamos a su casa y bajamos de los skates. Miya abrió la puerta, aunque ya me hicieron una copia de las llaves, y entramos encontrando la luz de la cocina encendida. No era extraño, era casi la hora de la cena.
—Hola, niños —nos saludó Hana agitando un paño— Hoy cenamos empanadillas. ¿Os parece ver una película mientras comemos?
—¡Claro! —le contesté contenta.
—Cuando estén os aviso. Por cierto, tal vez venga Naki a cenar.
Con esa última frase, Miya y yo nos dirigimos a su habitación.
—Eso de que mi madre se heche novio a los cuarenta no lo llevo bien... —comentó mientras subíamos. Reí levemente.
Dejamos los skates a un lado y nos quitamos las sudaderas para estar más cómodos sobre la cama.
Aquella tarde habíamos ido simplemente a patinar, pero ya estábamos en pleno otoño, así que íbamos algo abrigados. Por eso, no me fije en la camiseta que llevaba hasta ese momento.
—¿Y esa camiseta de Sleep Token? —le dije contemplando el logo de la banda en blanco encima de un fondo negro, decorado con el mismo nombre del grupo— Cómo has cambiado, ya no llevas la sudadera verde —me burlé.
—Eso es porqué ya no me va —respondió orgulloso mirándome a los ojos. Mordí mi labio ante la perspectiva de tenerle tan cerca. Se incorporó levemente y apoyó las manos a cada lado de mi cabeza para poder girarse y quedar encima de mi— Te gusto igual —dijo con socarronería. Abrí los ojos con sorpresa y tomé el primer cojín que encontré para lanzárselo.
—¡Ese no es el punto!
—¿Quieres la camiseta? —me preguntó sin darme tiempo a respuesta. Se apoyó sobre sus rodillas y tomó el dobladillo de la tela para tirar de ella hacia arriba. Había visto a Miya sin camiseta cientos de veces, pero en ninguna ocasión había tanta tensión como en aquel momento.
Tragué saliva cuando por fin se la quitó y me la tendió. La tomé, nerviosa, pero no hice ningún movimiento más, no sabía que hacer. Miya lo sabía claramente.
Tomó el dobladillo de mi camiseta y tiró de él unos centímetros, luego se detuvo y conectó su mirada con la mía. Sus ojos esmeralda brillaron al verme y me pedían, casi suplicaban, que le dejara continuar. Y tenía demasiado clara mi respuesta. Asentí.
Tras más de dos años de relación, y aunque unos cuantos kilómetros de distancia, ya habíamos hecho muchas insinuaciones de ir más allá de los besos fogosos. Y ahora que había vuelto definitivamente a Japón y prácticamente ambos teníamos diecisiete, nuestros deseos iban mucho más allá.
Enrollarnos en su cama ya no era suficiente. Cuando nos encontrábamos solos en casa, aquellos momentos se convertían en sesiones de autodescubrimiento.
Pero no era el caso, cuando prácticamente me hubo quitado la camiseta, la puerta se abrió.
Fue casi automático. Miya bajó de nuevo mi camiseta y se quitó de encima de mi para recostarse a un lado.
—Chicos ya está la cena —Hana nos miró a ambos acusadoramente, sobre todo a su hijo, y suspiró —No tardéis —señaló a Miya— Y tu ponte algo, los adolescentes de hoy en día todos desnudos van —cerró la puerta a su espaldas y suspiramos con tranquilidad.
—La madre que me parió —suspiró él, buscando la camiseta que se había quitado— Por eso nunca quiero besarte cuando está mi madre —le tendí la prenda, que había aferrado entre mi mano por el susto que nos dio Hana.
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Next To You - Miya Chinen
Fiksi PenggemarMaya Souza se muda a Japón por motivos familiares y resulta que lo único bueno de su estancia en el país es conocer realmente bien a su mayor rival. ¿A que se debe ese viaje desde Canadá? ¿Qué oculta su familia? PARTE 1 Inicio: 23 / 04 / 21 Fin: 07...