Capítulo 12.

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Enemies.

Matteo.

Lo primero que recibo es un golpe que me encesta directo a la mandíbula y que hace mi boca sangrar.

—¡Hijo de puta! —Me grita.

Trago la saliva con sabor metálico por la sangre y mi hijo observa la situación sin saber qué hacer. Lo dejo de vuelta en el piso y Aitara me da la espalda peinándose el cabello con ambas manos mientras ve a todos lados.

Me acerco hasta quedar frente a ella.

—Todo tiene una explicación.

Recibo el otro golpe que me da. Su palma impacta directo en mi pómulo derecho, haciendo mi cara arder por la fuerza de dicho golpe.

—¡Te odio! —Grita dando otro golpe y tras este otro obligándome a sujetarla de las muñecas y evitar sus ataques.

—¡Ya! ¡Escúchame que no hay mucho tiempo!

Sus ojos cristalizados, pero cargados de furia, me observan en total silencio. Sus ojos están rojos en total contraste con el azul y escasas lágrimas se deslizan por sus mejillas erizándome la piel por la furia que irradia.

—No podía cometer los mismos errores del pasado.

—¡No confías en mí! —Refuta apretando los dientes y tratando de darme otro golpe.

—Claro que lo hago, pero tú confías en mi familia y en Alenka, y ellos confían en alguien más... y así es como nos jodieron la primera vez, eso no me pasa dos veces.

Me ve en completo silencio y Sareth luce asustado viéndonos en esta situación, pero mantiene la compostura y no se mete en nuestra discusión.

—Solo mi hijo sabe que recuerdo, y ahora tú. Y así debe continuar, Aitara. —La suelto recibiendo el último golpe que me da—. Golpéame todo lo que quieras, pero no me arrepiento. Sé lo que sufriste, y yo también he sufrido estos años teniendo que convivir con nuestro enemigo.

—¡Me inyectaste Dominio! —Me grita—. ¿Qué hubiese pasado si Alenka no llegaba a tiempo? Sería una maldita adicta dependiente de ese veneno o peor, estuviese muerta.

—Parece que no me conocieras. —Niego con la cabeza—. ¿Tú crees que yo doy puntadas sin dedal? No me moví de ahí hasta verte con Alenka y si tardaba unos minutos más, yo ya tenía el antídoto conmigo para curarte sin importar que tuviera que decirte todo.

—¿Y para qué hacer eso si igual ibas a decirme todo hoy?

—Necesito que mi familia y Domenico crean que en serio olvidé todo, y no había mejor forma de hacerlo que esa, si suponen que soy capaz de matarte, creerán que soy capaz de todo.

El silencio acompañado del sonido de las balas afuera llena la habitación y su mirada fría cae sobre mí.

—Vuelves a inyectarme... así sea para convencer al diablo, y te voy a matar, Matteo. No dudes de eso.

Advierte viéndome a los ojos y sé que no está mintiendo.

—¿El niño lo supo todo este tiempo?

—Sí, lo sabe desde hace un año. Me mantiene informado de todo aquí, así yo podía mover los ataques de Domenico a mi antojo para mantenerlos seguros. De no ser por eso, hubiesen muerto hace mucho.

—Los subestimas.

—Sabes quién soy. Si controlándome acabé con el clan rumano y le quité a los Yakuza a su líder, el cual era de los más fuertes, ¿que crees que haría siendo controlado por Domenico? ¿Qué crees que hice siendo controlado por él?

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