Capítulo 21.

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Narrador omnisciente.

La cantidad de personas alrededor de la torre Eiffel son solo detenidas por los militares ubicados estratégicamente formando un círculo impenetrable. La cara de horror de los parisinos no tiene comparación, mientras que la prensa hace su trabajo grabando e informando sobre las tres cabezas que decoran la famosa torre.

Jacob Miller, el importante diplomático se encarga de difundir la información de forma estratégica y disimulada por toda Francia mientras los cabecillas más importantes debaten quien puede ser el responsable de dicho acto tan atroz.

—Esta claro que esto es obra de algún clan poderoso en el mundo de la mafia. —Argumenta el alcalde de París.

—Debemos actuar, no es posible que se metan a nuestro país y hagan lo que se les dé la gana. —Espeta otro político importante de dicho país.

—Cerremos el país. Cerremos el aeropuerto, todas las formas de entrada y salida. —Sugiere el diplomático Miller con una serenidad envidiable—. Que se paralicen los trenes, los aviones, los taxis.

Todos los ojos de la mesa caen sobre él y luce tan relajado que es admirable aunque sabe la realidad de los culpables.

—Eso es complicado.

—No para nuestro presidente. Este acto puede ser tomado como una declaración de guerra por parte de la mafia culpable de esto. Debemos velar por la seguridad de todos los residentes de este país. Una cuarentena es lo mejor.

El británico planta la idea en los franceses mientras que, por otro lado, Domenico Beckett arde de ira al ver las tres cabezas que cuelgan de la torre. La botella de Jack Daniels choca contra la pared volviéndose polvo.

La mexicana comparte una mirada cómplice con Matteo Beckett y ambos pasan su atención al italiano.

—¡Quiero la cabeza de esa perra! —Gruñe acabando con todo lo que esta sobre la mesa y las tres personas frente a él observan sin moverse—. ¡La quiero muerta, quiero sacarle los sesos y exponer su cuerpo desmembrado ante todos!

La cara de Matteo no tiene precio, parece no poder ocultar su disfrute, así que la mexicana debe codearlo para que se mantenga al margen.

—No podemos atacarla, ya demostró que nos tiene comiendo de su mano. En una noche perdimos las dos únicas personas que le importan y teníamos bajo nuestro poder, sin dejar de lado que también nos quitó a tres de los integrantes de nuestro clan. —Agrega el rubio ganando la mirada de odio de su abuelo.

El líder la mafia negra se le va encima pegándolo contra la pared y Matteo debe mantener la compostura evitando atacarlo.

—¿Por qué la defiendes?

—No la estoy defendiendo, Domenico. Es lógica. Demostró lo poderosa que es, no puedes actuar sin antes pensar bien.

—¡Tu debías matarla y fallaste en tu misión!

—¡Le inyecté una maldita droga letal, pensé que sería suficiente para matarla!

El rubio siente el ardor al instante en su labio inferior y el sabor metálico le llena la boca con el golpe que le encesta su abuelo.

—Cuando haces las cosas bien no hay fallas. No confío un carajo en ti. ¡Inútil de mier...!

El pitido de un celular interrumpe todo el ambiente pesado y tenso. La mexicana se acerca al sofá y lo toma dándoselo al italiano que lo recibe de mala gana.

—¡¿Quién carajos es?!

Ash, bien dicen que el dinero no da la clase, no contestes el teléfono gritando, es algo descortés. —La voz suave y sensual de la dama de la mafia es la que llena la línea.

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