Estaba nervioso, sudaba frío y le temblaban las manos. Pero ¿por qué de repente sentía tanto pánico? Bueno, la razón era simple: iba a ir a comer a la casa de su novia. Aquella casa en la que durmió tantas veces con temor a ser descubierto, en la que jugó y platicó tantas noches con Kanae en el balcón acompañados por la luna, en la que compartió tantos buenos y no tan buenos momentos que le era imposible enumerar.
—Oye, tranquilo, solo es una comida.
—Una comida con tus padres —resaltó las últimas tres palabras—.
—Les vas a agradar. Estoy segura de que cuanto más te conozcan más van a quererte.
¿Listo? —preguntó, a nada de tocar la puerta.—Quiero hacer las cosas bien —murmuró para sí mismo. Acto seguido asintió.
Así, la mariposa abrió la puerta y entraron hasta el comedor, donde los esperaban los progenitores de la chica. Sanemi por su parte, saludó y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón, evitando hacer contacto visual. Kanae le miró de reojo y emitió una risita: ese gesto era el indicador de que estaba nervioso y se sentía incluso intimidado.
—Buenas tardes niños. ¿Quieren comer ya? —inquirió su padre tranquilamente.
—¿La comida está lista?
—Sí, solo hay que poner la mesa —indica su madre saliendo de la cocina— Shinobu, ¿podrías ayudar a Kanae a limpiar y acomodar, por favor?
Mientras tanto, Shinazugawa se sentía incómodo y fuera de lugar. Sentía algo extraño al presenciar una escena como esa, con ambos padres conviviendo tranquilos, dedicándose sonrisas y sus hijas conversando e incluso riendo, sin miedo.
Para él imaginar un ambiente así era utópico y parecía sacado de una película.Inevitablemente recordó su niñez. Esa etapa tan difícil que había sobre llevado —y poco a poco superado— con ayuda de la mujer que ahora pasaba un pañuelo sobre la mesa para limpiarla, con esa expresión de calma que tanto la caracterizaba.
Y habría seguido soñando despierto y sobre pensando, de no ser porque escuchó una voz que lo llamaba.
—Muchacho, quisiera hablar contigo —solicitó la mayor.
El albino la siguió hasta la cocina, donde solo estaban ellos dos, y después de un suspiro se animó a confesar:
—Me alegra ver que no tomamos una decisión equivocada.
Si soy honesta, intentamos alejar a nuestra hija de ti porque sabíamos que esto pasaría —ante la expresión ligeramente confundida de Sanemi, explicó—. Me refiero a que tanto mi esposo como yo sabíamos que tarde o temprano surgiría algo entre ustedes; y basándonos en cómo era... El hombre que fue tu padre, creíamos que podías darte cuenta de que Kanae se estaba enamorando de ti, y aprovecharte de ella. Teníamos miedo de que un día llegara llorando con un golpe en la cara, y que tú fueras el causante de esa agresión.Discúlpanos por favor, a mí en especial, porque desde aquel día hace siete años que fuimos a tu casa a conocer a tu familia, yo intenté de todo para hacer que ella dudara y se apartara de ti. Pero esa niña es obstinada, creo que lo sabes.
Lo que quiero decir es que el vínculo que ustedes formaron desde pequeños sobrevivió pese a todo, y se fortaleció cuanto más quisimos romperlo.Y sobre la advertencia —guión amenaza— que te hice cuando viniste a pedirnos permiso, la retiro. Nunca había analizado a detalle la relación e interacción entre ustedes, pero tan sólo hoy con el poco tiempo que tienes de estar aquí, he notado cómo ambos cambian al estar junto al otro. No lo creí posible, pero tu carácter se vuelve ligeramente más suave si la tienes cerca, además de que mi pequeña se ve feliz cuando está contigo.
Así que ahora lo digo sin ninguna inseguridad: apoyo su relación. Hacen una linda pareja, a decir verdad.
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Opuestos. (SaneKana).
FanfictionSi algo tienen en común todos los Shinazugawa es su actitud mal humorada y su mal carácter. Y el hijo mayor de Sanemi no era la excepción: el muchacho desde su entrada a la adolescencia, se había vuelto más rebelde e impulsivo, terminando mu...