Tormenta

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Desde aquella ocasión cuando durmió en la misma cama que Sesshomaru no había trabajado hasta tarde. Pero con el éxito vienen las responsabilidades, y la constructora se encontraba viento en popa , además de que la nueva persona que cubrió el puesto de Torán era nueva y el trabajo se había acumulado. Tenía que terminar para disfrutar del fin de semana tranquilamente. Solo debía recordar una sola cosa, salir antes de perder el último tren, que sería exactamente...

¡Hace quince minutos!

Suspiró resignada. Solo necesitaba un poco más de ahorros para mudarse y no tener que preocuparse por la distancia a su casa.

—Rin

—¿Sí? — Batió sus pestañas desconcertada al notar la presencia de Sesshomaru en la puerta.

—Vamos, Rin, te llevaré a tu casa

— ¡No es necesario! De verdad

Sonrió tímidamente, es bastante lejos y Sesshomaru es un hombre ocupado. Ella nunca quería causar molestias.

—No acepto una negativa como respuesta. Te espero en el estacionamiento.

Dio media vuelta y se dirigió a la salida sin darle oportunidad de responder.

—Sesshomaru-sama es muy amable — Susurró Rin esbozando una sonrisa.

[...]

El cielo ya oscuro, parecía una penumbra a pesar de las luces en la carretera, excepto por los relámpagos que se vislumbraban a la distancia.

La lluvia empezó a mojar el pavimento con gotas pequeñas que fueron incrementando en tamaño e intensidad. Fue una verdadera fortuna que sucediera estando a un par de calles de la casa de Rin.

—Sesshomaru-sama, ¡Entremos, por favor!

—No es necesario. La lluvia no es impedimento para mi

—Ya una vez tuvo un accidente automovilístico y eso que hacía buen clima.

En cuanto lo pronunció, su rostro se tiñó de rojo por la osadía de sus palabras y Sesshomaru encaró una ceja, pero pareció funcionar la estrategia pues descendió del vehículo.

—Dame tus llaves y espera aquí hasta que abra la puerta — Ordenó Sesshomaru

Ella sonrió y obedeció. Ya le había ganado una batalla y se sentía afortunada. No iba a intentar que le permitiera abrir ella misma la puerta, sabía que no la dejaría hacerlo. Sesshomaru es esa clase de hombre de los que ya no hay, un caballero en brillante armadura, o en un fino traje para ser preciso.

La casa de Rin era pequeña, pero al entrar se sentía un ambiente cálido. Tal vez se debía a los toques de color en las cortinas, los cojines, el sofá o la mesita lateral, o en los floreros y fotografías. O tal vez simplemente porque es ella la que llena de calidez el lugar donde esté.

—Tu departamento es acogedor —Atinó a decir Sesshomaru

—Gracias. Ahora entiende lo que digo de las fotografías, le dan un toque especial. Me hace sentir que mi familia permanece a mi lado.

El comentario llegó hondo en Sesshomaru. Aunque su padre se haya ido, tiene una madre y un medio hermano. No está solo y aun así siempre tiene cara de pocos amigos. En cambio, Rin no tiene a nadie y su rostro irradia la máxima expresión de dulzura y sinceridad que no había visto en nadie más.

¿Será esa la razón por la que se preocupa tanto por ella? El mundo es un lugar peligroso y siente el deseo de protegerla de todo y de todos. Jamás había sentido algo así por alguien.

Amor clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora